martes, agosto 15, 2006

LA ÑUÑOA QUE QUEREMOS (parte 2)

Este artículo es parte de un documento que ha sido elaborado por mí, tomando en consideración las numerosas cartas de vecinos y documentos emanados de las organizaciones, además de la visión compartida con la concejala Danae Mlynarz y equipos especializados de arquitectos. También se consideran documentos emanados de los arquitectos Marcelo Carvallo y Daniela Donoso y el documento elaborado en 1995 por Fernando Castillo Velasco y Herman Schwember. A pesar de ello, sólo me compromete a mí, ya que es una síntesis particular en que las citas no han sido autorizadas. LA FINALIDAD DEL DOCUMENTO ES COLABORAR CON LA DISCUSIÓN DE NUEVAS PROPUESTAS PARA ÑUÑOA.

Lo que ha sido Ñuñoa
Hoy Ñuñoa es muy pequeña comparada con lo que fue.

Hasta finales del siglo XIX, Ñuñoa era todo lo que estaba al Oriente de Santiago, una aldea cuyo origen se remonta a las épocas prehispánicas, nombrada así ya por los incas y los mapuches en referencia al ñuño, flor típica de este valle.

Con la conquista española, la aldea crece y su producción agrícola es vital para el funcionamiento de la naciente ciudad de Santiago.

Al crearse la comuna se anexa la aldea a la ciudad de Santiago (1891) con el enorme tamaño antiguo, aunque a poco andar se le desmiembra Providencia, a instancias de las religiosas que se han hecho dueñas del borde sur del Mapocho. Y más tarde surgirán Las Condes, La Reina, Peñalolén y Macul. Y por si fuera poco, en los años 80 se le recortan espacios bellos de su norte para entregárselos a Providencia.

Quedamos en lo que somos hoy. De ser el pueblo cercano a Santiago, hemos pasado a ser parte del llamado “gran Santiago”, rodeados de otras comunas cuyos habitantes atraviesan nuestro territorio para acceder a sus trabajos, generando atochamientos y daños en las calles. Con buen equipamiento, la comuna ha podido en general satisfacer las necesidades de sus habitantes y servir para la instalación de centros educacionales, de atención al adulto mayor y empresas de servicios.

“La comuna de Ñuñoa, como pocas, ha logrado hasta ahora articular el desarrollo urbano, con la mantención de los espacios de encuentro a escala barrial. Sin embargo, dada su especial “vecindad” con el añillo más central, se posiciona entre dos fenómenos que la tensionan: por un lado, la posibilidad de ser satélite de la actividad urbana central (presión por la ubicación de servicios de escala metropolitana y demanda de habitaciones) y/o conformarse como una instancia de paso entre el la comuna de Santiago y a las comunas dormitorio de la precordillera.”[1]

Un vecino nos decía hace unos días[2]:
“Ñuñoa era hasta hace pocos años uno de los lugares más armónicos de la capital, con equipamiento y servicios públicos pensados para las necesidades de sus habitantes; las numerosas áreas verdes habían sido diseñadas, protegidas y puestas al servicio de los vecinos que podían disfrutar de ellas; sus casas usualmente eran diseñadas por arquitectos que tomaban en consideración los requerimientos de una clase media sobria, digna y culta que, por cierto, se sentía orgullosa de ser ñuñoína y no santiaguina.”

El diseño urbano se consolidó aplicando los mejores estándares: el perfil de sus calles, sus veredas generosamente arborizadas, la Plaza Ñuñoa, el Parque Juan XXIII y la Villa Frei. La comuna en su totalidad se constituyó en una obra de urbanismo.

“Históricamente fue bueno, bonito y barato vivir en Ñuñoa, donde el barrio es un concepto real, pues los vecinos se conocen, se ayudan, se visitan y lo que es más importante se reconocen en los espacios públicos. Ñuñoa más que una división administrativa del territorio, era una forma de vivir, el estilo de vida que queremos conservar. “

Sin embargo, en la actualidad, los vecinos de Ñuñoa estamos viviendo una crisis, provocada por la incertidumbre que se ha incorporado a nuestra vida a partir de la excesiva permisividad en las construcciones.

(Sugiero ver artículos anteriores)

[1] Comentario de Marcelo Carvallo y Daniela Donoso, arquitectos.
[2] Todas las frases en cursivas son citas. Si no se cita la fuente, son cartas de vecinos.

No hay comentarios.: