miércoles, agosto 05, 2009

ACLAREMOS: VOTARÉ POR FREI

Para este próximo gobierno, mis candidatos eran originalmente dos.
Uno de ellos lo estoy proponiendo desde 1989 y nadie me hace caso, ni siquiera él. Me estoy refiriendo a Luis Maira. Estoy seguro que si el gobierno de Chile fuera conducido con alguien como él, las cosas marcharían muy bien en la mayoría de los ámbitos, pues hasta hoy no conozco a nadie más claro en la teoría y en la práctica, llano, abierto, preciso, inteligente, futurista, con sentido de la historia, una concepción internacional completa, culto, creativo, honesto a carta cabal, consecuente, que valora el amor y, sobre todo le gusta el fútbol (tal es su pecado: era hincha de la UC y cuando fue presidente de la FECH aceptó presiones y se cambió a la U). Pero tiene cero ambiciones y no sabe armar maquinarias empresariales y políticas.
El otro candidato era Soledad Alvear. Pero tampoco llega al final, porque estaba claro que los sectores más retrógrados no permitirían dos mujeres seguidas.
El candidato de la Concertación tenía que ser un hombre, demócrata cristiano, muy libre, voluntarioso, con disposición al cambio, suficientemente conocido, con la justa dosis de ambición.
Ya hace dos años lo dije: o Frei o yo. Fue Frei, por supuesto. Ninguno de los demás podría servir.
Y poco a poco se fue armando su campaña hasta llegar al punto de que fue proclamado por los tres partidos grandes de la Concertación. Los radicales obligaron a una absurda primaria con ánimos negociadores. Dejó en el camino a todos, incluido Lagos, pues aceptó las reglas de juego. Y se ha mantenido en la batalla, a pesar de los agoreros, de los disensos internos, de Girardi y su amor por Ominami, de EL MERCURIO.
Me han dicho: Frei es más de lo mismo. En cierto sentido sí. Es concertación, es DC, es el que eligió a Aninat como Ministro de Hacienda. Es su gobierno, con lo bueno y malo que eso conlleva.
Pero Frei es serio, riguroso consigo mismo y con los demás, aunque lento para exponer, sabe escuchar y decidir. A algunos les inquieta que él no vaya a ciertos programas. ¿Y qué gana yendo? El no es exhibicionista, como otros, ni altisonante ni espectacular. Pero cumple, avanza, como un tanque, en total seguridad y tranquilidad.
Voy a votar por Frei. No tengo muchas ganas de que sea más de lo mismo, pero creo que en esta disyuntiva, es mejor lo mismo de estos años, que meternos en aventuras o regresar a tiempos aun más pretéritos, con el añadido que esta vez tendríamos a voluntaristas tratando de gobernar a su amaño, como si eso se pudiera.
Eduardo Frei está dispuesto a hacer cambios. Lo ha dicho, por ejemplo cuando dice que quiere una asamblea constituyente. Quiere cambios en la conducción, lo que se puede apreciar en la incorporación de mucha gente joven y entusiasta.
Frei no va a hacer una revolución, sino que va a abrir las puertas al cambio de generación. El será el último de una hornada que debe ceder paso a la llamada generación intermedia, es decir los que van entre 30 y 45 años, quienes serán los que deban hacerse cargo de los espacios políticos.
Me asiste el convencimiento de que sus nombramientos no serán para los de siempre y aunque se repitan Pickering, Dockendorff y otros, los que definan el rumbo nacional serán mentes más jóvenes, con apertura intelectual y disposición de espíritu renovado. Pablo Ruiz Tagle no es un jovencito, Juan Pablo Hermosilla tampoco, pero su intervención en política es refrescante y parece ser una buena promesa.
Llegó la hora de hacer romper esquemas desde el interior, aprovechando las ideas de los viejos que hemos estado al margen porque tenemos experiencia pero no estudios en el extranjero, de los radicales a quienes nunca se escucha, de los jóvenes sin experiencia pero con estudios en el extranjero, de los jóvenes meramente marginados de las decisiones (siempre considero hombres y mujeres). Frei puede hacer eso, porque se siente fuerte, no tiene nada que probar y su vocación de servicio lo puede llevar a permitir que las nuevas generaciones lo desplacen en el protagonismo.
Preferiría otras ideas ya mismo, pero eso es seguir soñando.
Lo que espero es que el gran pacto político que ha sido la Concertación se amplíe hacia todos lados, avancemos en términos de progreso social, político y económico y ello ayude a que algún día abandonemos esta Constitución, este esquema económico y la mayor parte de las pautas éticas opresoras y restrictivas que impiden a las personas ser felices.


lunes, agosto 03, 2009

YA ESTÁ CLARO

Me hubiera gustado votar por Arrate.

Ya hace muchos años que me he declarado admirador de este político que se la jugó claramente y mantuvo – luego del retorno – su consecuencia política. No fue de los que se acomodó con los empresarios ni con la derecha, no fue de los que abandonó su ideario en términos esenciales.

Jorge Arrate aprovechó el exilio para jugar un papel relevante en la renovación del pensamiento, abriendo puertas que comunicaran a los opositores a la dictadura. Su labor en el Instituto para el Nuevo Chile cumplió exactamente la misión de pensar lo que vendría. Fue un espacio de diálogo, de creatividad, de reunión.

Fui testigo de su amor loco que lo hizo acercarse a Chile, de ese enamoramiento que lo convirtió en un casi poeta, en un narrador de cuentos y un creador de novelas. Y ya cerca de la literatura se enamoró de nuevo. Y es de los que se la juegan, que no renuncian a la vida, sino que se entusiasman.

Jorge Arrate fue un buen Ministro de Educación. Sobre todo porque era el sucesor de Lagos, lo que hacía muy difícil cualquier gestión. Los escritores fuimos a conversar con él cuando la ley del libro estaba empantanada y respondió con claridad y eficacia. Puso todo su empeño en sacar la ley adelante y lo logró.

Hombre recto, de honestidad a toda prueba, enamorado irredento, inteligente, artífice de una renovación socialista que no implicaba derechizarse, lo veía como una figura socialista que podría levantarse como opción presidencial. Y me gustaba la idea. Pero se fue del PS, se fue de la concertación. Yo seguía pensando en que él podría encabezar un movimiento que estremeciera a la Concertación y la impulsara a dar pasos hacia el futuro, desplazando a esos políticos oportunistas que ponen sus intereses por sobre los del conglomerado y los proyectos colectivos.

No fue así, porque al irse rompió con las rígidas estructuras de un PS gobernado por el senador Escalona y eso le arrebató toda posibilidad. El quiso salir adelante como un saludo a la bandera. Entonces pasó lo que hemos visto: que sus posturas se acercaron al arcaico Partido Comunista, tanto, tanto, que terminó entrando a militar en él.

Como indisciplinado militante DC podía votar por un socialista, por un independiente que anduviera en las cuerdas de la construcción democrática, pero no por un candidato comunista que en lugar de mirar hacia el futuro se ha centrado en el pasado. Y ahora busca acuerdos con Navarro, quien probablemente le cederá el lugar, pasando a ser candidato de los sectores más marginales de una izquierda nostálgica, anticuada, irrelevante.

Me gusta Arrate, pero no esta candidatura. No votaré por él, pero lo seguiré admirando porque, al fin de cuentas, en lugar de acomodarse con los vencedores del dinero y la opulencia como muchos, se ha acomodado con los marginales y aquellos que no tienen posibilidades de ganar. De ganar elecciones. Pero sí de ganar en ilusiones.

Lo único malo es que los comunistas que un día fueron una esperanza, terminaron siendo una experiencia.