lunes, diciembre 07, 2009

Dolor

Me he llenado de dolor. Una angustia nueva me recorre y la sombra se abre paso en vísperas de una elección.
Nunca quise aceptar que a don Eduardo Frei Montalva lo habían asesinado. Es curioso, pero muchos polìticos nos resistíamos a creerlo, mientras que en el seno del pueblo, de la gente sencilla, siempre existió es acreencia. Por eso las manifestaciones tan fuertes contra Pinochet cuando él fue a la Catedral y las iras de tanta gente en la calle para su funeral. Nos lo decían y yo respondía con dudas, diciendo que había que mirar hacia el futuro.
Debí haber creído. Debí haberme alzado con ese convencimiento. Pero pese a que sabía tanto de la dictadura, pese a que sabía de sus crímenes, de sus horrores, de sus amenazas; pese a haber vivido en carne propia tanto dolor, haber pasado por Villa Grimaldi y otros cuarteles; pese a lo de Prats, Letelier y Leighton; pese a todo, les conferí el beneficio de la duda y aposté porque Frei había muerto por un error médico.
Pero eran más malos que todo lo que yo podía imaginar y ahora, de a poco, se van revelando las verdades.
¡Qué terrible es sentir que esta gente podría gobernar si gana el candidato de la derecha!
Siento pena, horror, vengüenza.
Chile no merece esta situación.