martes, diciembre 13, 2011

Nostalgia

El tiempo se va entre los dedos y en mi mirada queda la calle aquella de la niñez.
Y con la calle viene la evocación de los amigos, la abuela de Roberto, la mamá de los Vigorena y ese olor dulce de los “pajaritos” como llamaba mi madre a unos panes amasados dulzones con merengue encima. Los untaba en el té.
Y cuando paso en auto por esos espacios de Ñuñoa se abre el corazón en una especie de ahogo y desahogo, en un grito callado, boleros de recuerdo, risas, ruidos de patines sobre el pavimento y el auto a pedales de mi hermano empujado por el Alejo.
Nostalgia: de haberte recorrido, de haber estado allí y de no regresar a esas aventuras, porque ellas ya no existen y los niños de hoy no juegan a la pelota en la calle ni corren por todos lados entrando en los jardines. Porque los niños de ese barrio van a colegios que quedan lejos y no donde la Miss Elsy, que no se llamaba Elsa pero a nadie le importaba y ya no se oyen sus gritos al pasear a media mañana por allí.
Nada será como antes, porque a diferencia de lo que sucedía en siglos pasados, hoy el tiempo avanza a una velocidad increíble y la tecnología ha hecho que todo cambie: los teléfonos, las radios, hay TV y TV a color, los juegos, los silencios y los ruidos, los peligros y las seguridades.
Nostalgia de un pasado que no volverá. Pero que fue.
Si, existió.
Porque nada peor, como nos dijo Joaquín Sabina, que añorar lo que nunca jamás sucedió, como acontece con aquellos que construyeron ilusiones sobre utopías y fantasías sobre recuerdos quebrados.
La nostalgia de lo que no se tuvo, de lo que no fue posible, de lo que jamás existió es parte de una locura malsana. La otra, la de la realidad, nos hace patente que la felicidad es posible porque fue posible y que lo que habremos de construir en el futuro, aunque sea diferente y las condiciones muy distintas, no podrá sino parecerse a ese mundo que añoramos porque en él reímos y amamos.
Entonces la nostalgia nos llevará no a lo que fue sino a lo que será. Y siento nostalgia del futuro, confiando en que nada será mejor que lo que podemos construir con nuestra experiencia de haber gozado la vida, cada día de la vida, todos los días de la vida, aun aquellos en los que llorábamos.
Nostalgia de regresar al futuro.