lunes, septiembre 26, 2005

La Reforma Constituc....

La Reforma Constitucional y la Nueva Democracia, por Pablo Hales
Mi hijo Pablo, abogado, escribió este artículo, que me ha parecido interesante de compartir con mis amigos.
Con oportunidad de las modificaciones al texto de la Constitución Política, funcionarios de gobierno y personalidades de la oposición han hablado del “término de la transición” y de “la llegada a la democracia plena”.
De alguna forma, estas declaraciones reflejan al menos dos ideas que me parecen delicadas; por una parte, el reconocimiento tácito de la falta de aptitudes democráticas del texto constitucional original y por otra, que realizadas estas reformas, no hay ya más modificaciones que plantear.
La primera idea, se enmarca dentro de un proceso que el país ha presenciado, sin mayor escándalo durante el curso de los últimos doce meses, esto es, que personas que trabajaron, lucraron o al menos defendieron a brazo partido la “obra del gobierno militar”, aparecen ahora defenestrándolo, dando la espalda al Gobierno del cual formaron parte de manera activa.
Resulta sorprendente ver a los líderes de los partidos de oposición, que ocuparon altos cargos en la dictadura militar unos, o que hicieron sus más grandes negocios otros y los más, que se dedicaron a defenderlo activamente, dando la espalda al gran líder y responsable de ese gobierno.
Aparecen ahora criticando las violaciones a los derechos humanos, diciendo que nunca supieron nada, formulando sendos reproches morales al uso malicioso o bien derechamente, al robo de los fondos públicos que realizaron de manera sistemática, los gobernantes de la época. Es más, algunos se han planteado ahora, como los defensores de la democracia y de la igualdad de oportunidades y han dicho, “si yo hubiera sabido no lo habría apoyado jamás”.
Cabe entonces formularse una pregunta, ¿qué les pasó?, ¿a qué se debe este cambio?, ¿dónde estaban cuando se violaban los derechos humanos?, ¿cómo pasaron de defensores del régimen militar a ser sus detractores? Parece impresentable; incluso algunos pretenden alegar su inocencia bajo el argumento que no sabían lo que pasaba. Nos quieren hacer creer lo increíble.
Quedan muy pocos defensores de ese gobierno, personajes como Iván Moreira y Hermógenes Pérez de Arce, como las únicas voces que mantienen lo que siempre sostuvieron sus demás correligionarios. Están solos y parecen dementes abandonados, “las voces que claman en el desierto”, defendiendo lo que nadie más defiende. Tal vez son los pocos que mantienen un poco de honestidad y dignidad, si cabe usar tales calificativos a quienes se siguen declarando como partidarios de las violaciones a los derechos humanos de sus adversarios políticos.
Pero personalmente, no me sorprende.
Tengo la peor opinión de quienes hoy día pretenden lavarse las manos y la he tenido siempre.
Yo era un niño de diez años, cuando sabía de las violaciones a los derechos humanos y de los robos de Pinochet (vgr. Casa del Melocotón), ocurre que estos señores mayores de edad a esa fecha y funcionarios del régimen, no lo sabían..... ¡por favor!
Pero es la otra idea mencionada previamente, la que me provoca mayores escalofríos.
Ocurre ahora, que los funcionarios y los parlamentarios de este otro régimen, que ahora sabemos es democrático, nos dicen que ha terminado la transición, que ahora si estamos en democracia y que ya no hay más razones para la lucha y la movilización social.
El Presidente Lagos organizó su gran fiesta para el día 17 de Septiembre de 2005, donde en el Palacio de Gobierno, el mismo en el que gobernó Pinochet y sus secuaces, en un acto oficial ha promulgado de la “Nueva Constitución Política de la República”.
Con el respeto que puedan llegar a ganarse las autoridades, debo decirle al Señor Lagos, sin necesidad de apuntarlo con el dedo, que es la misma Constitución de Pinochet, no lo olvide, con algunas modificaciones es cierto, pero la Constitución y sus leyes fundamentales son las mismas, sin espíritu democrático.
Es más, con espanto pude ver a dos funcionarios del gobierno en un programa televisivo (“En la mira” de Chilevisión, emitido el lunes 12 de septiembre) en el que trataban el tema de las movilizaciones sociales. En dicho programa estos dos funcionarios declaraban que la movilización social no era la forma de hacer peticiones a la autoridad en un estado democrático; que las peticiones de la ciudadanía debían justificarse por sus argumentos o por su masividad, pero jamás por la fuerza de los actos de movilización o protesta.
Caramba, cómo nos cambia la vida.
Ocurre que hace no pocos años, entendíamos que la vía de la desobediencia civil y la movilización social eran la expresión legítima del pueblo para requerir a las autoridades, cuando estas no escuchaban las inquietudes de la ciudadanía. Hoy en día se inician acciones criminales en contra de las pobladoras que protestaron por la falta de respuesta digna o coherente del gobierno frente a los deudores del SERVIU.
Simplemente no lo puedo creer.
Por mi parte, me mantengo fiel a mis principios, creo que el pueblo tiene el derecho a manifestarse contra la autoridad que ha elegido, cada vez que ésta no satisfaga sus requerimientos formulados por “los cauces normales” propios del estado democrático.
Entiendo además, que uno de los fundamentos de la democracia como sistema de gobierno es la representatividad, es decir una ficción (nunca más apropiado el término), en virtud de la cual se entiende que los gobernantes (poder ejecutivo y legislativo) son representantes de la Nación, han sido elegidos, mandatados por el Pueblo que manifiesta de esa forma su soberanía.
Es decir el fundamento del poder de los gobernantes, aún cuando estos lo olviden con mayor frecuencia de lo recomendable, es un mandato, que como todo mandato, se basa en que el mandatario (los gobernantes) representan a los mandantes (el pueblo) y deben hacer su voluntad, cumplir con el mandato que se les ha otorgado. Los gobernantes no tienen la fuente de su poder en su inteligencia o en su brillo personal, su poder radica en la voluntad soberana del Pueblo; entenderlo de otra forma es contrario a la democracia.
El pueblo o la Nación si se prefiere una expresión menos manoseada, tienen el derecho de manifestarse para exigir el cumplimiento del mandato; y si los gobernantes no lo escuchan, tienen derecho a la desobediencia civil, a la manifestación y a la protesta.
Ya en la Edad Media, los filósofos más importantes de occidente, casi todos miembros del clero de la Iglesia Católica, aceptaban el tiranicidio, como un acto legítimo de la Nación.
Hoy en día, nuestros gobernantes, estiman que el pueblo no puede siquiera protestar, menos ahora que ya estamos en democracia......
Cómo nos cambia la vida.
Parece que esta es la nueva democracia; sin derecho a la desobediencia civil ni a la movilización popular, sin derecho a verdadera representatividad bajo el amparo del sistema binominal, con pactos electorales que designan a las nuevas autoridades, con más marginalidad y más violencia, con un sistema funcional a los amigotes, la parentela y el compadrazgo, sin espacio para las nuevas figuras ni las nuevas ideas; en que siguen siendo los mismos quienes se siguen repartiendo los espacios de poder.
No creo que sea esta la democracia por la cual luchó gran parte del pueblo chileno, exponiendo sus vidas.
Imagino a Clotario Blest, a los hermanos Vergara, a Sebastián Acevedo, a José Manuel Parada, a Manuel Bustos, a Eduardo Frei (el padre, el líder), al Cardenal Silva Henríquez, al padre Pierre Dubois, a José Carrasco, a Alejandro Hales, a Clodomiro Almeida y a todos los demás que se la jugaron de verdad, muertos en la tierra y vivos en la memoria del pueblo, pero ahora además, muertos de vergüenza.
A estas alturas, me parece que quedan pocas opciones y esas parten por recuperar los verdaderos espacios de poder para los legítimos detentadores, recuperar los espacios de verdadero diálogo y compromiso, de reconocimiento mutuo, para que en un tiempo más el mismo pueblo vuelva a ejercer su soberanía y tenga los gobernantes que en verdad se merece.
Pablo Hales

viernes, septiembre 02, 2005

COMENTARIOS

MENSAJE PARA LUZ, MARISOL, ANITA Y QUIENES DESEEN ESCRIBIRME

Recibo con alegría sus palabras. Me encanta leer comentarios de distinto tipo y saber de los intereses compartidos y de las preguntas personales. Luz Mandiola, mi ex alumna y amiga; Marisol, la inquieta y tímida buscadora; Anita Rojas, angustiada, me escriben pero no indican su dirección de correo electrónico para responderles.
Entonces, les pido a todos los que escriban y que quieran recibir una respuesta, que me indiquen esa dirección indispensable u otro dato útil para ubicarlos.


Jaime Hales
celular 092306700 - oficina 2640516
Rafael Cañas 16 oficina D
Providencia (Santiago de Chile)
http://jhalessyncronia.blogspot.com/

jueves, septiembre 01, 2005

ESTIMADA ANA TERESA

ME ESCRIBE ANA TERESA, ALUMNA DE VIÑA DEL MAR

“Estimado Jaime:
Le quería pedir si tiene algún tiempo me escriba explicándome acerca de lo que me dijo (en clases): que no debo encasillarme en lo bueno y lo malo, que no hay cartas malas ni buenas y que el tema no es elegir el camino del bien o del mal. No le encontré razón, pero si se trata de mi preparación para Tarotista, usted la lleva, así que asumo que es así, pero necesito una explicación.”

Estimada Ana Teresa:
Me gusta mucho recibir cartas, especialmente como ésta, aunque a veces no tenga tanto tiempo disponible como para contestar inmediatamente. Por eso me he demorado un poco.
No recuerdo cuál fue exactamente el tenor de tu pregunta, pero si recuerdo bien que las dos o tres veces que interviniste pusiste algún énfasis en la relación de lo bueno y lo malo. Nosotros estamos en un curso de Tarot y no por cierto de teología moral, área en la cual el debate de si acaso el mal existe o es solamente la ausencia de bien tiene muy ocupados a los teóricos, al mismo tiempo que los que se portan mal gobiernan el mundo y cometen todo tipo de tropelías en nombre del bien.
Las cartas de Tarot representan con tenidos fundamentales que pueden hablarnos de aspectos más gratos o menos gratos, más difíciles o menos difíciles, más bellos o menos bellos, pero no existen cartas que sean malas frente a otras que sean buenas, especialmente cuando vemos las cartas desde una perspectiva relacionada con el camino del ser humano hacia la felicidad.
En todas las cartas encontramos elementos difíciles o complejos, pero ninguna representa el mal. Podemos considerar como malo aquello que nos es difícil y entonces la misma carta que para unos es buena para otros será mala. O, lo que en un momento es bueno para, mí, puede ser muy malo en otro. Si estoy enfermo de apendicitis, debo ser operado y eso es bueno. Pero si no estoy enfermo, la operación no es buena. Pensemos en la relación entre el electro shock y la tortura.
¿Crees tú que existe el camino del bien y el camino del mal? ¿Es eso tan claro? ¿Cuándo hacemos el bien? ¿Cuándo hacemos el mal? A veces resulta muy claro, pero muchas otras veces no es tanto y las categorizaciones tan rotundas deben probarse en sus aplicaciones extremas. Por ejemplo, yo no soy partidario de la violencia y mis exigencias para aplicarla son aun mayores que las que señala Santo Tomás de Aquino. Pero no significa que siempre la violencia sea mala: por ejemplo es violento golpear a alguien en el rostro. ¿Y qué hago frente a una persona con ataque histérico? No es que todo sea relativo, pero el campo de lo intermedio (de los matices y colores en un mundo de blancos y negros) es muy grande, a veces demasiado para lo que podemos tolerar.
Siempre debemos elegir el camino del bien, lo que no significa tener siempre la misma conducta. La segunda pregunta es si acaso el camino del bien para mí es el mismo bien para todos. Podemos preguntarnos por la vida y la muerte y por tantas decisiones en las cuales afectamos intereses ajenos o limitamos la influencia de los valores en los que creemos. Pregúntate por el golpe de estado de 1973 y mira las decisiones que se fueron tomando y las medidas aplicadas. No sé si siempre fueron todas inspiradas en el mismo bien ni aplicadas con el mismo resultado.
Cada uno debe medir desde su tarea. Lo que sucede es que a nadie le corresponderá una tarea que no esté en condiciones de cumplir. Si naciste para portarte mal, es eso lo bueno para ti. Tal es el contrasentido, pero ¿por qué es necesario que lo entendamos todo? ¿No es que acaso hay realidades incomprensibles para la estrechez de nuestra mente y que sólo se explican en Dios y la trascendencia? Debemos aceptar nuestras limitaciones reales e ir buscando respuestas a todas nuestras preguntas pero con la certeza de que la verdad es más grande que nosotros y que ella existe aunque no la conozcamos.
Las cartas del Tarot son un libro de sabiduría que nos exigen, como lectores, neutralidad ética. Los Tarotistas leemos las cartas, lo que ellas dicen, aunque no estemos de acuerdo con el mensaje. En eso debemos ser fieles canales y no distorsionar la verdad porque no coincide con nuestras opiniones o intereses. Si es demasiado grave, podremos dar nuestra opinión además, pero jamás callar el mensaje porque no nos conviene ideológicamente.
Por eso te invito a no encasillarte en miradas de bueno y malo para leer el Tarot, sino que te abras a una perspectiva más amplia en la cual dejes que cada uno ejerza su propia libertad.
Sigamos el diálogo y permíteme compartirlo con los demás amigos.