domingo, agosto 06, 2006

LA ÑUÑOA QUE QUEREMOS, parte 1[1]

[1] Este artículo es parte de un documento que ha sido elaborado por mí, tomando en consideración las numerosas cartas de vecinos y documentos emanados de las organizaciones, además de la visión compartida con la concejala Danae Mlynarz y equipos especializados de arquitectos. También se consideran documentos emanados de los arquitectos Marcelo Carvallo y Daniela Donoso y el documento elaborado en 1995 por Fernando Castillo Velasco y Herman Schwember. A pesar de ello, sólo me compromete a mí, ya que es una síntesis particular en que las citas no han sido autorizadas. LA FINALIDAD DEL DOCUMENTO ES COLABORAR CON LA DISCUSIÓN DE NUEVAS PROPUESTAS PARA ÑUÑOA.

Introducción: ¡Me encanta Ñuñoa!

En el año 2004 hice una campaña bajo un lema aglutinador: Me encanta Ñuñoa. Un diez por ciento de los electores se “encantó” con la propuesta y creyó. Creyó que íbamos a luchar por llevar a Ñuñoa hacia la modernidad, preservando el estilo de vida de la comuna, que, pese alas diferencias económicas, sienten una gran identidad.

El objetivo es que el sur de Ñuñoa (al sur de Grecia) tenga lo que han tenido el centro y el norte. Y que el centro y el norte no pierdan lo que tuvieron y que hizo de nuestra comuna la de más grata vida por décadas, si acaso no desde siempre.

Porque sin ser ni los más ricos ni los más pobres, tuvimos una forma de relacionarnos que hizo grata la convivencia: plazas, calles, antejardines, rejas trasparentes, pocos muros que ocultan el interior, almacenes de la esquina, comercio humano. En fin.

Es el estilo de vida de Ñuñoa, la comuna de las clases medias, de los artistas, de los intelectuales, del progresismo social y la mirada integradora. El lustrabotas maoísta de la plaza Ñuñoa, Las Lanzas y el Teatro Dante ( hoy de la Universidad Católica), el Liceo 7 y el Manuel de Salas, Macul, las placitas esparcidas por la comuna, los vendedores de libros y suplementeros, las parroquias Santa Gema, San Bruno, La Divina Pastora, las Monjas Francesas y Nuestra Señora del Carmen. La chacra Valparaíso y luego la Villa Frei, la Villa Olímpica, el Estadio Nacional y sus juegos, las clases de gimnasia en sus canchas, el aeromodelismo de los domingos. El California, el Andes, el Hollywood, la Villa el Tronio y las Alegrías de España, la Fuente Suiza, la peluquería infantil de don Daniel, las farmacias de Santa Julia y Coventry, la librería Atenas. Los encuentros en las calles, los vecinos reconocibles, los paseos entre árboles y veredas bien tenidas.

Las palabras recién dichas .parecen inspiradas en la nostalgia. Y es así. Pero, la nostalgia por tiempos pasados, se fundamenta en la aprehensión por el futuro de la ciudad y de la comuna.
Es la experiencia de haber sido capaces de marcar un estilo de vida y de relaciones humanas que desde el centro de la comuna irradió hacia todos los sectores.

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