miércoles, noviembre 23, 2005

CARTA A CRISTIÁN

Carta a Cristián, el no desencantado

Dices – en tu comentario a mi artículo anterior - que no se han quedado en el discurso y el desencanto. Leo y releo tus dos cartas y me doy cuenta que el desencanto y la frustración se han instalado en tu mirada, aunque quizás no en tus actos (No podría decirlo, no te conozco). Sólo sé de ti que naciste en 1974 y que tienes una hija. Algo parecido a mi hijo mayor.
¿Por qué digo que los jóvenes (en su mayoría) se han quedado en el discurso y el desencanto? Justamente porque ante la falta de espacios, han preferido criticar quedándose al margen de muchas de las luchas necesarias para rescatar el camino hacia la democracia. Reclamar y no inscribirse, reclamar y no participar de los espacios disponibles, reclamar y no tomase espacios vacíos, es precisamente asumir el desencanto como forma de vida política y por lo tanto dejar a los que mandan solazándose en sus cúpulas cerradas y hoscas.
Disparas con singular virulencia, quizás por la experiencia de quienes han conocido de mi edad, sin calcular la posición que cada cual ocupaba en los momentos críticos. Cuando se produce el golpe de estado, los jóvenes demócrata cristianos encabezados por Ricardo Hormazábal a nivel nacional nos oponíamos al golpe de estado que se proyectaba, que se preparaba y que venía casi inevitablemente. Con Dockendorff, Latorre y muchos otros, luchamos para salvaguardar la democracia, tratando de convencer a los jóvenes de la UP y de frenar a los de la derecha. Es cierto que no pudimos, pero nuestra conciencia democrática nos impulsó a seguir jugando las cartas pese a todos los riesgos. Que algunos demócrata cristianos hayan apoyado el golpe o hayan justificado las acciones en cartas posteriores, no te permite involucrar ni siquiera a la mayoría de los militantes y simpatizantes. Especialmente si puedes ver la actitud comprometida con los derechos humanos que tomamos desde las primeras horas del conflicto.
La generación “fracasada” – para usar las palabras de los protagonistas – fue la de los que gobernaban en esa época y Patricio Aylwin, que proclamó ese estado de ánimo en las páginas de ANÁLISIS (Revista creada por los de mi generación), fue quien encabezó el primer gobierno después de Pinochet.
Los que estamos en ese estado nostálgico que tú señalas – lo que es cierto, por lo demás – somos los que no nos involucramos con los gobiernos de la Concertación posiciones de poder, sino que apoyamos desde la sociedad. Y eso fue así porque quizás fuimos de los que más luchamos contra la dictadura y desconfiamos de la ruta trazada por Pinochet y los suyos. Siempre supimos – y lo denunciamos oportunamente – que estábamos frente a una trampa destinada a consolidar un modelo económico y político. Por so hemos reclamado con ahinco y vehemencia, la que asusta a los que dirigen. No les gusta la vehemencia. Sobre todo porque decimos la verdad en forma cruda. Ya que los que – como Lara y muchos otros de los de esa época – reclamamos sabíamos lo que era ensuciar las manos en la lucha y no le rehuíamos ni al barro ni al conflicto ni a la muerte ni a la cárcel ni al dolor ni a los golpes. Sabíamos lo que era cambiar pañales de género no desechables y lavarlos después. Sabíamos lo que era tener miedo y actuar a pesar del miedo, mirando a los ojos a los criminales o alegando recursos de amparo.
Serrat nos trae nostalgia: porque recuerda la lucha y que los que se instalaron no siempre fueron los que lucharon. Cierto. Por eso queremos reencantarlos a ustedes o ayudarlos en sus propuestas. Ya no nos tocará conducir nada, es tarde para eso, pero podemos servir de puentes con una historia en la que fuimos víctimas al mismo tiempo que protagonistas. La nuestra fue una generación golpeada, que protagonizó el dolor y la esperanza. Y seguimos con el sueño de construir una sociedad más justa.
Pro, para eso hay que participar en los espacios disponibles y crear otros nuevos, Como se hizo antes y ahora con menos peligro.
¿Cómo? Eso es ya para otro artículo, otro diálogo o un encuentro personal.
Te invito a eso: juntemos un grupo y debatamos para construir. No sólo para el desahogo.
Miro a mi hijo que tiene tu edad y recuerdo cuando le cambiaba los pañales, sabiendo lo que pasaba afuera. La mañana en que la DINA me llevó a Villa Grimaldi, cuando él tenía poco más de un año, mi pensamiento voló hasta sus ojos y supe que por él no debía flaquear ni morir.
En unos meses más nacerá mi segundo nieto. Micaela tiene 8 años y Alejandro vendrá al mundo en Marzo, con el nuevo gobierno.
Por ellos debo soñar con la utopía que se fue al monte perseguida por lebreles que ayer la proclamaban. Y la traeré de regreso con ayuda de las nuevas generaciones. O ayudando a las nuevas generaciones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jaime,

Gracias por tu respuesta.
A mi favor alego que si estuviera tan desencantado no me involucraría en estos debates.
Es verdad que la frustración se apodera de mi mirada, y a ratos de mucho más. De ahí la virulencia, demasiada revisando mis comentarios, sobre todo contra ustedes que parecen ser de los buenos. Pero el tono generacional del debate tampoco ayudaba a poner paños fríos al asunto. En todo caso, una disculpa por los excesos verbales.
Sigo pensando que sus acusaciones son injustas, conozco mucha gente que hace cosas alternativas, que trata de reconstruirse lejos del espacio público y unos pocos, ciertamente, que tratan de crear nuevos espacios. Quizás ahí está el quid de esta incomprensión generacional. Creo que nosotros consideramos territorio perdido la cosa pública y nos refugiamos en nuestros espacios privados. Quizás somos más egoístas que ustedes (30 años de capitalismo empiezan a dejar su huella en la psique).
También es cierto que no he cambiado pañales de tela, contribuyendo a la contaminación mundial.
Pero también me emociono cuando hablas de tu dentención y la separación de tu hijo.
Agradezco y acepto tu invitación, supongo que podremos contar con Lara, así que ya somos 3.

Por una nueva República!.