Chile perdió el incidente en La
Haya. Era previsible y hubo especialistas que lo dijeron claramente (José
Rodríguez Elizondo, por ejemplo), con los que oportunamente manifestamos
nuestro acuerdo. La verdad es que el único argumento que justificaba este
incidente preliminar era la consabida frase que “no hay peor gestión que la que
no se hace”.
Pero, una vez ya enfrentados al
juicio mismo, me pregunto si acaso tiene sentido seguir adelante. Me explico:
lo peor que puede pasarle a Chile es ser “condenado” a negociar. Por cierto, no
se asegura el resultado de la negociación. Siendo así, ¿Por qué no negociar de
inmediato y nos ahorramos, no sólo los cuantiosos honorarios de abogados, sino
todos los gastos y tensiones inherentes a un juicio de esta naturaleza?
Allanémonos al juicio y vamos
directamente a negociar. Propongamos formalmente relaciones diplomáticas e
iniciemos una negociación que, larga o corta, debe tener por finalidad dar a
los bolivianos el mejor acceso al mar posible y entregar a Chile las
compensaciones suficientes por ello.
Esa negociación no podrá jamás
considerar la entrega de territorios dividiendo en dos el territorio chileno.
Se podría entregar un territorio costero, pero sin continuidad soberana con el
territorio boliviana, lo que, por cierto no sería satisfactorio para los
bolivianos. Entonces, no habría otra ´posibilidad de entrega de territorio
soberano que hacerlo en la frontera norte de Chile. Como esos territorios algún
día fueron peruanos, aplicando el absurdo tratado de 1929, habría que pedir al
consentimiento de Perú para cederlos en soberanía a Bolivia, país que ya se
opuso una vez.
Si se acordara ello con Bolivia,
entonces habría que nuevamente pedir a Perú su consentimiento, país que podría
decir que si o que no. Si dice que sí, miel sobre hojuelas, todo arreglado. Si
dice que no, entonces juntos ambos países podríamos iniciar una presión
internacional para asumir esa situación y mientras tanto arrendar ese
territorio a los bolivianos.
Me asalta la duda: ¿por qué se
opone Perú? ¿Pretende recuperar esos territorios, como dicen los grupos ultra
nacionalistas? Si Perú se niega, querrá decir que no renuncia a recuperar lo
que perdió en la guerra y eso es una amenaza para la paz. Sería beneficioso
para todos que se terminara esa frontera chileno-peruana, con lo cual podríamos
ambos países (los tres países en realidad) ahorrar cuantiosos recursos en
gastos militares, lo que sería muy útil ante las necesidades que existen en
nuestras sociedades.
Pero da la impresión que nuestra
Cancillería, manejada con torpeza hace ya un tiempo, no logra medir los
alcances de lo que se está haciendo y se solazan con discusiones diplomáticas y
juicios con peluca y capa, sin asumir ni entender lo grave que esto para
nuestro país.
Busquemos mecanismos de
hermanamiento y vamos de inmediato a negociar: que Chile arme un equipo que
considere a diplomáticos de talla y nivel (como nuestro embajador actual en la
OEA), con políticos audaces e intelectuales y creadores. (Por cierto, me
ofrezco a integrar el grupo, en homenaje a mi padre que fue embajador en La Paz
y tuvo por 4 años las mejores relaciones entre ambos países). Entonces
conversamos, analizamos y buscamos formas de dar satisfacción a las
aspiraciones de ambos pueblos. Por cierto, Bolivia deberá saber que si obtiene
un territorio como el que espera, no podrá seguir teniendo las franquicias que
le da el tratado actualmente vigente.
El objetivo de Chile debe ser la
paz de los pueblos de América, la desmilitarización y el desarme, la
integración de los países y la progresiva eliminación de las fronteras, todo
ello, sin perder soberanía o recibiendo las compensaciones adecuadas.
Terminemos de una vez con estas
diferencias y empecemos a escribir la nueva historia de nuestro continente.
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