El sensible fallecimiento de Ignacio Balbontín
ha impactado a muchos militantes. Coincidiendo o discrepando con él, su muerte
ha producido un dolor generalizado en nuestro partido. El día de su
funeral, lo recordamos con respeto y cariño cerca de 30 militantes en la
sede del PDC en La Serena, sin los dirigentes formales, pero sí con la JDC
presente. Los formales son de un sector excluyente.
También ha hecho nacer un
intento de precisar hechos del pasado, sobre los cuales hay opiniones y
recuerdos distintos. Ignacio ha logrado, después de muerto, abrir debates
sobre temas importantes, por lo que debemos agradecer, una vez más, su aporte.
Su familia y amigos saben que hasta sus últimos días se preocupaba por lo que
pasaba con el partido y Chile.
En tiempos tan críticos como
éste, rogaría que todos hiciéramos un esfuerzo de comprensión de los demás y fortaleciéramos
el respeto que nos debemos. Hay que saber resistir las verdades aunque nos
incomoden. Debemos asumir los errores porque uno aprende de ellos. Además,
porque ya estamos viejos y los jóvenes merecen conocer nuestras experiencias.
En uno de sus aciertos, Kako
dijo en una Junta: “Antes, cuando había crisis, venían los viejos y las
arreglaban. Ahora, nosotros somos los viejos y no arreglamos nada”.
Los DC actuales hemos sido
poco amigos de escribir nuestras experiencias en libros. Se nos daban más las
cartas, hoy los correos electrónicos. Es una falla tremenda, ya que no
reflexionamos sobre nuestros aciertos y nuestros errores.
En tiempos democráticos pero
duros, se fundó la Editorial del Pacífico, esencial para la formación.
Maritain, Frei, Jorge Ahumada, Jaime Castillo la usaban. Claudio
Orrego, Eduardo Palma y otros, mantenían Editorial Aconcagua. Jorge Jiménez fue
el último que trató de mantener con vida Política y Espíritu.
Los
Lavados buenos en CPU, aportaban lo suyo, así como el IDEP y luego el
desaparecido ICHEH. Pero sobre nuestros gobiernos, poco, igual que sobre
nuestra historia más reciente. Hay más sobre la Falange que la DC.
Ignacio
Walker ha escrito sobre la esencia DC que él cree que hay que abandonar por
obsoleta y un nuevo libro, que aún no leo. ¿Será sólo “campañero”?
Comparto,
de partida lo que Marta Lagos nos ha dicho en una red comunicacional distinta a
estas. Es “importante escribir esa historia, porque es nuestra
historia”. He escuchado que Martita ya no es militante, sería una pena,
pero sigue teniendo razón “Es nuestra Historia”.
Me
alegra ver que en este intercambio de ideas, participen Carlos Huneeus,
Jaime Hales y otros camaradas que se destacan por sus grandes
conocimientos profesionales y sus talentos de escritores.
Genaro
Arriagada escribió un libro excelente sobre la experiencia UP, con prólogo de
don Eduardo Frei M, si mal no recuerdo. Le escribí entonces para felicitarlo y
decirle que sólo le faltó un ingrediente importante: el papel de la derecha y
la CIA.
Don
Patricio Aylwin ha postergado sus memorias, pero nos ha dado una lección de
coherencia y humildad con la publicación de El Reencuentro de los demócratas.
Edgardo Boeninger, en su libro Gobernabilidad. Lecciones de la experiencia nos
notificó a todos lo que hizo y para que lo hizo, por cierto, sin tomar en
cuenta las opiniones de los que discrepamos de él.
En la
Democracia Semisoberana Carlos Huneeus realiza un análisis espectacular sobre
ese proceso y la actualidad que ha generado.
Jaime
Hales nos convoca a civilizar nuestra historia. ¿Por qué no celebrar el día de
la separación de la Iglesia y el Estado?, logro de Arturo Alessandri con la
Iglesia de la época, sin guerra civil. ¿O el día que las mujeres tuvieron
derecho a voto en todas las elecciones? ¿Por qué no celebra la fiesta de la
Cultura o la Literatura, el día en que nuestra Gabriela Mistral y Pablo Neruda
fueron galardonados con el Premio Nobel?
¿O el
5 de octubre?, si hasta los del SI decían que se ajustó a sus planes y Chile
terminó con una dictadura horrible, sin Odio y Sin Violencia.
Los
DC debemos fortalecer la idea de Chile, ahora cuando la diáspora y la división
se fortalecen impulsadas por los apetitos de poder y de control personal de los
nuevos señores feudales.
Yo he
aportado parte de mis recuerdos sobre un período de la UP en
el libro La DC y el gobierno de Allende, prologado por Jaime Hales y
presentado el año 2003 en su primera edición por Adolfo Zaldívar y Orlando
Cantuarias, ambos ya fallecidos, que presidían la DC y el PR,
respectivamente. La segunda edición, el año pasado, la presentaron Mariano
Ruíz-Esquide, Gutemberg Martínez y Luis Riveros, el Serenísimo Gran Maestro de
la Masonería. Allí están, además, los testimonios de Mireya Baltra, Jorge
Arrate, Patricio Hales, porque a mí me interesa que aprendamos en el diálogo no
en el monólogo.
Lejos
los más prolíficos son Carlos Huneeus y Jaime Hales. He aprendido y recordado
mucho con ellos. Jaime Hales ha escrito recientemente Las Ruedas de la Historia
y Carlos Huneeus, la Democracia Semisoberana. No es el momento de reseñar
todos los estupendos aportes que han hecho, pero si resaltar lo acucioso y
serio de sus últimos libros de los que me encuentro muy agradecido.
Carlos
está escribiendo sobre la DC y espero con ansía su publicación. Necesitamos que
el país sepa que hicimos como generación política porque hemos dejado que el
oportunismo o la mala fe nos caricaturicen o menosprecien. Por ejemplo, me
parece comprensible que la izquierda recuerde a Salvador Allende, pero siempre
he rechazado que no asuman la magnitud y gravedad de sus errores.
Entre
tanto, los hechos demuestran que el único ex Presidente de Chile asesinado
en dictadura ha sido Eduardo Frei Montalva, motejado injustamente de
golpista y títere de la CIA, por algunas declaraciones hechas al fragor de
los brutales ataques en su contra por parte de militantes de la izquierda. Tuve
la oportunidad de expresarle mis discrepancias con algunas de ellas con respeto
y afecto.
Pero
con lo que expongo en mi libro y con la experiencia vivida con amigos de
izquierda, puedo dar testimonio que en el acto organizado en el Caupolicán el
año 1980, Eduardo Frei Montalva se convirtió en la Esperanza del reencuentro de
los demócratas cristianos y la izquierda. Con la dirección de Belisario Velasco
y otros que aportamos, el acto fue muy hermoso. Estuvieron en contra Claudio
Orrego Vicuña, Juan Hamilton, Gutemberg y otros camaradas. Pero ese día, don
Eduardo Frei Montalva, mi amigo Manuel Sanhueza y mi querido profesor
Jorge Millas, le dieron inspiración valórica y práctica a la lucha anti
dictatorial.
Carlos,
Jaime y muchos otros, somos parte de lo que yo he llamado sin soberbia, una
generación excepcional. Nunca los falangistas tuvieron que enfrentar a un
marxismo leninismo, tan fuerte, a una derecha tan golpista y al abuso de USA
bajo Nixon. . Las divisiones del 69, 71, 73 y la de Adolfo, fueron golpes
duros. Y resistimos.
Teníamos
los referentes morales y políticos. Con diferencias políticas entre ellos, pero
no éticas.
¿Nuestro
Problema? Hay diferencias doctrinarias e incluso éticas.
Las programáticas se resuelven. Las otras
son un pesado lastre. Carlos Huneeus tiene razón en lo que recuerda de
los debates en Alemania. Pero en diversos escritos omite algo que es importante
para todos nosotros y que es previo a esa época. Y con su honestidad
intelectual puede aceptarlo.
La
JDC en Chile era contraria al Golpe de Estado, como lo era la mayoría del
Consejo Nacional del PDC presidido por Patricio Aylwin, no obstante que la
mayoría de los Senadores y los Diputados y, ya en agosto del 73, la
mayoría de la base, se declaraba pro golpe.
Carlos
olvida mencionar que el 29 de junio la JDC rechazó el tanquetazo reiterando su
posición de cambiar el gobierno por la vía democrática. Así lo expresé yo en la
Radio Santiago. Claudio Hupe hizo lo mismo más tarde por la Cooperativa, y
porque era de mejor audiencia entonces, la derecha le pegó duro a Claudio y yo
pasé piola.
No
olvidemos que ese día, Frei y Pareto se demoraron en hablar. Los dos se
arrepintieron luego de eso.
El 10
de septiembre del 73, la JDC realiza un acto de rechazo al golpismo, critica
como corresponde al gobierno y respalda el acuerdo del fin de semana del PDC de
llamar a todos sus parlamentarios a renunciar, invitando al Presidente Allende y
a todos los demás a hacerlo, para que fuera el pueblo el que decidiera. El
orador principal fue Kako Latorre, segundo Vice, porque yo estaba
presidiendo la JUDCA en Costa Rica, junto al Toby Rodríguez, hablando de
los esfuerzos del PDC por buscar salidas democráticas. El primer Vice,
Gutemberg, estaba de luna de miel con Soledad. Los invito a ver en la
Biblioteca del Congreso Nacional las ediciones de 11 de septiembre de El
Siglo, “Todos a sus puestos de combate” y de La Prensa, nuestro diario”
Que el pueblo decida” “Que renuncien todos”
Volví
el 18 de septiembre del 73 a Chile y, venciendo el legítimo y real temor, todos
los dirigentes de la JDC nos dedicamos a solidarizar con las víctimas.
Les buscamos asilo a cientos de los que nos habían amenazado con matarnos,
entregamos certificados de buena conducta, promovimos que algunos militantes
católicos fortalecieran movimientos de Iglesia y otros se dedicaran a la
defensa jurídica y solidaria. No fue fácil. El miedo y el revanchismo
eran muy fuertes.
Al
año, nuestra unidad se había roto. Unos querían salvar el cuerpo del PDC y
otros queríamos mantener viva la unidad entre el alma y el cuerpo de
un partido cuya doctrina rechazaba las dictaduras y promovía los derechos
humanos. Llegamos a un debate entre dos tesis A y B. No tengo copias, ojalá
alguien las tuviera. La tesis A, apoyada por Gute, Kako, Peta, Fritis, Manelo,
Marcelo. La tesis B, Edgardo Riveros, Yunge y YO. El Peta redactó la A y
la encabezó con una cita de Radomiro. Yo escribí la B, con una cita de la
Divina Comedia, de aquel círculo del infierno en el que se radicaban los que no
se definían, según recuerdo. No hubo mayor debate, ya que por razones de
seguridad, yo no podía hablar con los dirigentes que valientemente seguían
defendiendo nuestras ideas.
La
coordinación de la JDC estaba en manos de los partidarios de la tesis A. No
dudé del resultado, no recuerdo las cifras, sólo que perdimos. Entonces, como
corresponde, renuncié, un 30 de mayo de 1974.
Don
Patricio me dijo que el estatuto de emergencia me daba a mí el poder, así que
si yo lo decidía, podía cambiar a todos los dirigentes que quisiera. Le
agradecí su confianza, pero decidí aceptar el veredicto que dejaba a los
vencedores con el poder. Eran mis amigos, habíamos hecho muchas cosas juntos y
no iba a alterar las reglas del juego democrático en las que creía.
Por cierto
que mis amigos implementaron en el poder una política de No hacer nada que
pudiera molestar a los militares. Incluso cuando en abril de 1975 se organizó
en Nueva York un encuentro con Bernardo Leighton, Renán Fuentealba,
Claudio Huepe, exiliados por la dictadura y Radomiro Tomic con
Gabriel Valdés, participaría uno de los DC que nos reuníamos en casa de don
Ignacio Palma para que concurriera. Benjamín Prado era el que debía ir, pero
por problemas de trabajo, me enviaron a mí que estaba cesante. El pasaje
debíamos pagarlo entre todos, viajé por Braniff y tuve algunas letras
protestadas por que no se pagaron a tiempo. Eso fue lo de menos.
Lo
peor es cuando le informo a Gutemberg Martínez que viajo a reunirme con
nuestros camaradas, me dice que eso es una provocación y que si me detienen, la
JDC no moverá un dedo por mí. Yo no esperaba solidaridad, pero confieso que eso
me dolió mucho. Es primera vez que lo cuento. Pero muchos saben que tengo piel
delicada pero espíritu fuerte. Fui, dialogué, aprendí, les hice cariño a mis
líderes y volví. No necesité la solidaridad de Gute.
En
1976, al regresar de mi beca en Alemania, suspendida porque a algunos en
Alemania les molestó que Edgardo Riveros y yo hacíamos política contra Pinochet,
Gutemberg fue muy solidario y eso lo recuerdo con alegría.
¿Cómo
llegamos a Alemania? Por nuestras actividades, Edgardo y yo,
recibimos múltiples amenazas de la dictadura y, para protegernos, Don
Eduardo Frei y don Patricio Aylwin pidieron ayuda a los alemanes para que pudiéramos
ir a estudiar. La directiva de la JDC que yo presidía había trabajado muy
bien con la Fundación Adenauer en formación, y por ello habíamos implementado al
comienzo de la dictadura, un programa para formar líderes DC con post
grados en Alemania.
El
prestigio de nuestros líderes nacionales hizo que los alemanes ampliaran los
cupos por este pedido, y así Edgardo, y yo, con nuestras familias, partimos un
4 de junio de 1975 a la RFA. Allá ya estaban Otto Boye, recientemente
fallecido, Pedro Medrano, Guillermo Laurent, Mario Fernández, Iván Navarro y
luego llegaron Carlos Huneeus de Gran Bretaña, Kako Latorre, Ernesto Moreno,
Roberto Cifuentes, Roberto Mayorga, Diego Lira, Gonzalo Undurraga, también
fallecido. Como recuerda Huneeus, Mariano Fernández optó por quedarse allí,
cuando a él y a esteban Tomic los echaron de la embajada Chilena en Bonn.
Tengo
los mejores recuerdos humanos de esos meses. La discrepancia, fuerte, el
afecto, superior a cualquier cosa. Llegaban nuestros dirigentes de Chile, don Eduardo,
Juan Hamilton, Andrés Zaldívar, Máximo Pacheco. Nos juntábamos en Bonn a
conversar con ellos. Los de Heidelberg y otros sitios llegaban a Bonn y había
siempre casa y comida. Estuvimos varias veces con don Patricio, presidente del
PDC y nos contaba sus conflictos. Divergencias en Chile, desacuerdos con los
que vivían obligados fuera del país y, en Alemania las presiones de Bruno Heck,
Presidente de la FKA que insistía en que la DC chilena debía respaldar a
Pinochet.
Poco
antes del atentado a don Bernardo, don Patricio nos informó que no aceptaba
ningún trabajo político en el exterior. Discrepamos Mariano, Otto, Edgardo
y yo. Carlos Huneeus aún no llegaba. Peta, Kako y los demás lo
respaldaron. Nuestra amistad quedó a salvo.
Los
cambios más fuertes comienzan con el intento de asesinar a don Bernardo y la
señora Anita, en octubre de 1975. Medrano y Mariano me fueron a buscar a la
Universidad para avisarme del atentado en Roma. Partimos a mi casa y, con
acuerdo de Pepita, nos gastamos nuestras reservas en un pasaje en tren a Roma.
Un día y medio de viaje. Esteban Tomic me dio alojamiento y, dos días después
del atentado, llegué al Hospital a ver a mis amigos baleados. Logré pasar
a ver a la señora Anita, nos queríamos mucho, de modo que fue un encuentro lleno
de emociones. “Nos van a matar, Ricardito, volverán a matarnos, decía esa mujer
admirable. Ojalá, otros tomen el rol de Bernardo me dijo. Yo le aseguré
que así sería.
Me
dirigí a ver a don Bernardo. La casualidad nos reunió con don Patricio Aylwin y don
Tomas Reyes que estaban esperando. Entramos juntos. Imborrable. Don Bernardo,
sentado en su cama de hospital, con un vendaje de película en su cabeza, pero
lleno de vida. “Patricio, Gordo”, exclamó al vernos entrar los primeros. Nos
sentimos felices de verlo así. Todavía no le informaban del atentado a
bala. Había sido un golpe. Tampoco sabía que la señora Anita estaba con una
lesión de bala que le impidió caminar por sí sola el resto de su vida.
Más
tarde, Angelo Bernazzola y Gilberto Bonalumi se reunieron con nosotros
para informarnos que la DC italiana y todos los partidos de Italia harían un
acto masivo de repudio al atentado. Le pidieron a Aylwin que hablara. Don
Patricio se excusó porque le podían impedir el regreso a Chile. Don Tomás Reyes
expresó lo mismo. Gilberto me preguntó a mí y yo dije, Estoy dispuesto.
Solo necesito el acuerdo del Presidente de mi partido. Don Pato se complicó. Me
advirtió de los riesgos, pero cuando deseché ese temor, me dijo que si yo
hablaba era responsable por lo que les pasara a mis camaradas en Chile.
Rechacé
con fuerza su argumentación y la califiqué de una manera muy dura, en el marco
del respeto que siempre le tuve, incrementado ahora. Pero decliné
participar muy dolido.
Al
día siguiente, don Patricio me llamó, me pidió que le entendiera y que sus
reflexiones personales después del brutal atentado lo llevaban a la
convicción que en realidad era necesario que la DC actuara en el
exterior. Para ello, “Ud. Comprenderá, me dijo, necesito poner a cargo a
una persona de mi absoluta confianza. Por supuesto le dije, colaboro con
quién usted designe. Me dijo que nombraría a Pedro Medrano a cargo. Fue
algo mágico. Pedro hizo un trabajo espectacular, nos convocó a todos los
que queríamos participar y logramos que la DC alemana se pudiera decididamente en
contra de Pinochet.
El
acto que Carlos Huneeus recuerda, fue el acto inaugural de la campaña de Kohl
en 1976, el orador extranjero más aplaudido fue Claudio Huepe y los carteles
con el nombre de nuestro querido Martín “Poplete” eran enarbolados por los
jóvenes de la JDC alemana.
Gutemberg
nos informó que no quería que se hiciera mención a Martín, ya que entorpecería
las gestiones por su libertad que ellos estaban haciendo. Pero ese amigo
entrañable, fiel a sus ideas e inteligente, Patricio Vargas sirvió de nexo y
nos confirmó que Martín aceptaba que pidiéramos su libertad en ese acto.
Los
costos los pagamos Edgardo Riveros y yo, ya que la Fundación no nos renovó la
Beca, incluso nos suspendió el pago un par de meses. Pero la Junge Unión y
gente buena de la propia Fundación nos ayudó a que nos pagaran los meses
comprometidos.
Luego,
Edgardo, se convirtió en guardia nocturno bancario y se financió su estadía
hasta obtener su Magister y yo regresé a nuestro Chile querido. Muy a tiempo
para acompañar los últimos meses de vida de mi madre y a seguir luchando
junto a Pepita y mis camaradas.
Esta
historia es muy parcial. Es cierto. En Chile, la línea guatona excluía a los
que no compartían su posición. Cuando Ignacio y otros 12 camaradas fueron
relegados, varios de ellos me decían que nos merecíamos eso por provocadores.
En
Arica, dos grandes camaradas, dieron la mano y la cara. El Chino Chame y mi
hermano de leche, José Luis Torres.
No
puedo renegar de amistades tan valiosas por años.
Cuando
Jaime Castillo fue exiliado, la directiva guatona rechazó los actos que
organizamos en solidaridad. Siempre recuerdo a Yunge, Toro, Reyes, Fortunatti e
Ignacio Walker que ayunaron en solidaridad con el Maestro encerrados en
ls Iglesia San Francisco, mientras afuera, con Roberto Astudillo como líder,
hacíamos actos callejeros relámpagos, y uno más grande cuando
salieron..
No
puedo dejar de quererlos, por razones muy valiosas, porque siempre agradeceré a
personas con las cuales hoy discrepo, los aportes que hicieron. Marcelo Rozas, JM
Fritis, Waldo Mora, Gutemberg, Soledad, Kako, y otros que no alcanzo a nombrar.
Ellos tendrán mi afecto siempre. Como los sé talentosos, quizás les exijo más
que a otros, pero nunca más que a mí.
Varios
de ellos hoy están en proyectos personales y políticos muy distintos. Combato y
combatiré con fuerza esas acciones, aunque se enojen. No necesito de su acuerdo
para quererlos. Pero ellos deben entender y, sé que alguno lo entiende, que
sigo siendo aquél que dice lo que cree justo, aunque se equivoque, y que trata
de vivir como piensa.
Finalmente
una propuesta, creo que decente para examinarla camaradas:
Porque
no preparamos documentos sobre todos los temas principales. Los difundimos por todo
el partido. Partimos con Congresos en Regiones en Noviembre y en enero, hacemos
un Congreso Nacional de 4 días.
Discutimos sobre la Doctrina,
definimos los programas, las estrategias políticas y la persona que nos
representará en la próxima elección presidencial, al interior de la NM o fuera,
según acuerde el Congreso.
Me comprometo a acatar
por los tres años siguientes y luego, si Dios me da vida hasta entonces, empezaré
a pelear para cambiar lo que haya que cambiar en el siguiente Congreso, ya que
no me iré jamás.
Otros, podrán irse si no
pueden acatar la mayoría. Sin enojos, como personas que se respetan.
¿No les parece bueno que
sigamos haciendo política por amor al prójimo? La DC sigue siendo el Gran
partido de los cristianos que quieren la Justicia Social y la Democracia, no lo
destrocemos por cuotas de poder. Peleemos por ideas.
Fraternalmente.
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