En pocos días y mientras iba a
abrazar a un amigo cuya esposa falleció de cáncer, me fui enterando de tres
muertes que para mí son muy emblemáticas. Todas las muertes lo son para alguien
y cada uno de nosotros puede decir: todos los días muere alguien que importa.
Pero en pocos días han partido – y nos dejan cierto vacío – tres personas que
para mí han tenido un significado.
Dolores Barja, una mujer mayor, comprometida con la vida, militante
de base demócrata cristiana hasta la médula de los huesos, ñuñoína, trabajadora,
entusiasta, generosa, no pedía honores ni reclamaba para sí nada. Modesta,
sencilla, vivía para dar su energía al servicio de los otros y de sus causas.
Debe haber tenido defectos: no se los conocí. Pude tener un mayor contacto con
ella cuando trabajamos juntos en una campaña a concejal, donde ella fue factor
determinante del buen resultado obtenido. Ahí supe que su nombre era no más que
una broma y por eso en vez de llamarla Dolores yo le decía “Placeres”: todo era
entusiasmo y alegría, sabía sacar adelante tareas imposibles, nos alentaba, nos
mostraba el cielo cuando todo parecía oscuro, entregaba cariño en cada acto,
cada gesto, cada paso que daba por la vida. Deja un vacío y una tarea:
deberemos mirar como ella la vida.
Ernesto Merino, publicista, político demócrata cristiano,
comunicador de excelencia, llegó casi a los noventa años, luego de haber hecho
grandes contribuciones. Recuerdo cuando en 1972 trabajamos juntos en una campaña
por enfrentar el tema de la violencia política con un mensaje de paz que
pretendía evitar el golpe de Estado. En tiempos de la dictadura él fue el
diseñador y orientador de la Radio Cooperativa que, luego de desaparecida Radio
Balmaceda, tomó el liderazgo de la información y de la “lucha” por los derechos
humanos. La radio se convirtió en la voz que acompañó a millones de chilenos en
las épocas oscuras, de la mano de Ernesto, de Delia Vergara, Guillermo Muñoz,
Manola Robles, Carmen Castro, y tantos otros queridos amigos periodistas que se
expusieron en la tarea de combatir pacíficamente los abusos y anunciar la
esperanza de un tiempo con menos dolor. Ernesto Merino ayudó en muchas
campañas, entre otras la de mi padre a concejal por Ñuñoa en 1996. Hombre
generoso, alegre, ingenioso, sabía escuchar e impulsar la acción. Nos hará
falta.
Roberto Kozac fue un gran protector de personas, luchador por los
derechos humanos, hombre eficiente y eficaz en esa tarea, comprometido con los
que fueron perseguidos en el Chile de la dictadura. Para él los derechos
humanos era un compromiso vital irrenunciable.
La Asociación de ex trabajadores
de la Vicaría de la Solidaridad – donde fui colaborador - ha manifestado su
sentimiento de dolor por el fallecimiento de Roberto Kozak, que fuera el
representante en Chile del Comité Internacional de las Migraciones Europeas
(CIME) y que tanto ayudó a paliar los dolores en miles de chilenos y
extranjeros avecindados en nuestro país, encarcelados en los recintos de
detención de la dictadura, que gracias a su gestión lograron su libertad y
encontraron refugio. La Asociación nos recuera que él “supo combinar su
compromiso con los derechos humanos, con su coraje y su buen criterio
diplomático”. Terminada la dictadura, ayudó a miles de retornados del exilio,
en coordinación con el Gobierno de Aylwin.
“La gracia de la nacionalización
refleja, además de su compromiso con Chile, su afecto por esta tierra que lo
llevó a vivir en ella, junto a su familia, y donde solicitó que quedaran para
siempre sus restos”, dice la declaración de los trabajadores de la Vicaría.
No fui su amigo, supongo que él
ni siquiera me recordaba, pero estuve cerca de él y pude apreciar su aporte
valioso. Su ejemplo, en esta hora en que la competencia, la avidez, el materialismo
y el exitismo se toman la palestra, parece ser importante para las nuevas
generaciones.
Sólo puedo agradecer a la
divinidad que nos haya dado a estas tres personas para compartir la tarea de
este tiempo, donde la exigencia ha sido grande y la esperanza a veces nos
falla. Su muerte nos recuerda que debemos, que nos toca tomar la bandera.
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