Chile es un país de poetas, sin duda. Muchos poetas que se
expresan en distintas artes: con belleza, sencillez, profundidad,
emocionalidad. La realidad supera la ficción y los acontecimientos de la vida
nos exigen más que cualquier historia inventada. Más aun, las historias
inventadas – difícilmente son tales – no son más que extractos de la compleja y
abundante realidad, donde un autor, un creador, toma una parte de la realidad y
la presenta ante los demás.
Tuve la ocasión de presenciar en una exhibición privada la
película “Memoria del Agua” del realizador Matías Bize. No soy experto en cine,
pero tengo la sensibilidad suficiente para captar la hermosura de una obra de
arte.
La película es bella, elegante, delicada, conecta profundamente
con las emociones, no cae en exhibiciones truculentas, sino que entra en la
esencia del asunto: lo que vive una pareja (cada una de las personas de la
pareja) que ha perdido un hijo. Todos los sentimientos y sensaciones que
podemos imaginar o que quizás conocemos, que hacen que las personas vayamos de
un lado a otro. Nos muestra las diferencias del dolor de unos y otros, la
manera distinta de apreciar los hechos, de vivir sus consecuencias, de
experimentar los acontecimientos de la vida humana en sus situaciones más
exigentes.
No puedo decir que es “entretenida”, pero mantiene la
atención y la tensión emocional durante la hora y media que dura, no dejando
escapar en ningún momento al espectador, que entra en los rostros, las miradas
y la intimidad de los personajes. Una buena obra de arte, una película que vale
la pena ver, una experiencia que no se puede perder.
Agradezco al realizador, a su equipo y a todos los actores,
principales y secundarios, que finamente dejan sentir al espectador el cuidado
de su trabajo, hecho con naturalidad y amor.
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