viernes, agosto 29, 2008

BARANDARIÁN

Después de leer la obra “Barandarián” de Loreto Arrigorriaga, publicada por RIL, se me ocurrió leer la contratapa y pude constatar que mi sensación fue la misma de Roberto Rivera, su prologuista. El dice: “Barandarián es un texto madurado, en el cual una música escondida en las palabras lleva al lector por un mundo maravilloso que va ensombreciéndose hasta la desolación”.

Y yo tuve la sensación de estar escuchando una sonata de Beethoven o a Liszt o tal vez Chopin (¿por eso recordé a George Sand?). Es una música suave, pero no débil o insulza, que trepa suavemente por las pasiones y los miedos, los amores y las desventuras, la risa y el dolor, hasta logar clímax notables, donde no sucede ni lo esperado ni lo temido por el lector.

Ella me dijo que es una novela, pero no pude dejar de recordar que los géneros literarios son más sutiles que lo que los lectores comunes ansían y que sus deslices y deslizamientos los hacen entrecruzar rutas, métodos, temas, estilos. Unamuno, imitando a Machado (que habló de sonites en lugar de sonetos), dijo que su obra Niebla es una nivola y no una novela, con lo cual los expertos en novelas quedan fuera de combate. Esta no es ni novela ni nivola, sino novelía, es decir una varianza sobre variante en la que en lugar de romper las reglas de un modo, las transgrede de otro.

La novelía, valga el comentario para los que no la conocen, es lo que un profesor de literatura del siglo pasado diría: una novela de tono lírico. Lo que importan no son los hechos, sino los sentimientos, lo que acontece por dentro de los personajes. Los hechos pasan raudos por las líneas, aunque se trabaja en tiempo lento, pues hay momentos en que pareciera que han pasado años y en realidad sólo han transcurrido meses.

Trazos suaves, pulsaciones quietas y profundas, una historia conmovedora, llena de lecciones que a veces parecen obvias, pero no lo son porque en ninguna curvatura se inicia el rumbo que cualquier lector busca en forma evidente y habitual. Eso permite que el fluido sea suave y cautivador, en un desarrollo que hace imposible dejar la lectura hasta llegar a la última página.

Recomiendo la obra, pues es bella y fácil de leer.

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