DESOBEDIENCIA DEBIDA: LA VOZ DE UN REBELDE
Juan Pablo Cárdenas, periodista, director de la radio de la Universidad de Chile, ha presentado su nuevo libro: Desobediencia debida.
Se trata de una recopilación – sin indicar las fechas – de artículos dispersos escritos en diversos medios desde 1990 hasta ahora.
Con un estilo que combina lo sutil con la desfachatez, Juan Pablo se enfrenta al orden establecido desde la perspectiva de Emanuel Mounier: éste es un desorden establecido y contra él debe lucharse. Sin treguas, sin límites, sin claudicaciones.
Hemos estado vinculados desde el comienzo de la REVISTA ANÁLISIS, quizás su mayor atrevimiento de la vida, dejando en un lugar aparte a los seis hijos. El estilo de lucha contra las injusticias, sobre todo sin son sistémicas, lo aprendimos en las épocas de la dictadura, cuando ni el miedo ni las amenazas, ni la muerte de nuestros compañeros queridos – pienso en Pepe Carrasco -, ni la tentación ni el dinero, nos hicieron vacilar.
La verdad hay que decirla, aunque duela, pues peor es callarla, ya que eso nos hace daño a todos, a los que callan, a los que debieran escuchar verdades y no las escuchan, a los que no quieren escucharlas para huir de su realidad y sobre todo a las generaciones venideras, a las que nos debemos por entero. No vivimos para nosotros solamente, sino para ir sembrando en la historia, teniendo conciencia de que la semilla ha de morir para que nazca el fruto. Juan Pablo no busca lugar en el futuro, sino que ocupa el suyo propio del presente.
En esta hora de jolgorios constitucionalistas, cuando un ministro que oficia de gran hablador ha reiterado que terminó la transición, nada mejor que enfrascarnos en la lectura de estas páginas de Cárdenas.
Porque allí nos quedará claro que esta transición ha terminado varias veces, pues cada gobierno siente que un acto suyo tiene el mágico poder de poner fin al paso de la dictadura a la democracia.
Lo creyó el propio Pinochet, cuando Cáceres aceptó las reformas constitucionales de 1989, sin duda mucho más importantes que las de hoy en cuanto a quitar al régimen elementos totalitarios. Lo creyó Patricio Aylwin y lo creyó Frei. Ahora lo cree el Ministro y quizás hasta el Presidente Lagos.
Porque llevamos 15 años desde que se inició la transición - esta transición - pero ella no terminará todavía, mientras los enclaves de poder político – fáctico o constitucional – no hayan terminado.
Por lo demás, debemos saber que siempre estamos transitando y lo importante es que lo hagamos en alguna dirección y estar consciente de ello; y no transitar sin rumbo y mucho menos detenerse, como parece ser el vehemente deseo de muchos de los que hoy manejan las cosas en el país
Juan Pablo Cárdenas es un rebelde, un luchador en contra de las injusticias, una especie de franco tirador, un hombre independiente que no le mira el bolsillo ni la cara a nadie para decir lo que piensa. El mira hacia el porvenir y hacia su propia conciencia. Ello es un valor, aunque a veces por eso mismo no se mide y puede equivocarse. Pero si se equivoca, lo hacia delante, pidiendo, reclamando, proponiendo, construyendo y no solamente en la postura conservadora de aquellos que siempre quieren saber qué es posible.
Juan Pablo no es un inconformista, sino un luchador exigente e inclaudicable. Que sabe hacer alianzas y sabe escuchar, pero que no renuncia jamás a sus objetivos. Este libro da testimonio de ello.
Cárdenas quiere lo imposible, lo que nadie puede, lo que está más allá.
Quiere que los chilenos seamos solidarios y que nos interesen las cosas de todos. Que la sociedad y la patria no sean sólo un concepto vacío, sino que sean carne en la carne: que no queramos tanto individualismo ni voluntarismo.
Personalmente reclamo contra el servicio militar obligatorio por militar y no por obligatorio. Porque creo que debe ser obligatorio hacer un servicio a favor de la sociedad en la que vivimos: civil o militar, a elección e hombres y mujeres jóvenes. Como debe haber muchas obligaciones sociales que van en beneficio de las mayorías. Porque así se puede expresar la solidaridad.
No me gusta la educación pública gratuita, porque ella beneficia a los ricos. Prefiero la solidaria, que discrimina entre unos y otros y pagan los que tienen y es gratis para los que no tienen.
Ese es el país que echamos de menos y el que Cárdenas reclama con vehemencia.
El país en que los políticos se comprometen con vocación de servicio y no se quejan amargamente cuando pierden una elección, sino que asumen el resultado sabiendo que habrá otra oportunidad. El país del compromiso profundo con las causas difíciles y no con la complacencia y la mediocridad.
Construir amistad cívica, sembrar con amor para el futuro es saber decir la verdad, decir lo que se piensa, saber reclama y al mismo tiempo construir.
Porque la gracia de los rebeldes como Cárdenas es que son capaces, por la fuerza de la verdad, de tener amistades que trascienden la política y los pequeños intereses.
Este libro es una obra apropiada para la reflexión y el recuerdo, para lograr que jamás se nos olvide la época que hemos protagonizado.
De eso se trata.
Juan Pablo Cárdenas, periodista, director de la radio de la Universidad de Chile, ha presentado su nuevo libro: Desobediencia debida.
Se trata de una recopilación – sin indicar las fechas – de artículos dispersos escritos en diversos medios desde 1990 hasta ahora.
Con un estilo que combina lo sutil con la desfachatez, Juan Pablo se enfrenta al orden establecido desde la perspectiva de Emanuel Mounier: éste es un desorden establecido y contra él debe lucharse. Sin treguas, sin límites, sin claudicaciones.
Hemos estado vinculados desde el comienzo de la REVISTA ANÁLISIS, quizás su mayor atrevimiento de la vida, dejando en un lugar aparte a los seis hijos. El estilo de lucha contra las injusticias, sobre todo sin son sistémicas, lo aprendimos en las épocas de la dictadura, cuando ni el miedo ni las amenazas, ni la muerte de nuestros compañeros queridos – pienso en Pepe Carrasco -, ni la tentación ni el dinero, nos hicieron vacilar.
La verdad hay que decirla, aunque duela, pues peor es callarla, ya que eso nos hace daño a todos, a los que callan, a los que debieran escuchar verdades y no las escuchan, a los que no quieren escucharlas para huir de su realidad y sobre todo a las generaciones venideras, a las que nos debemos por entero. No vivimos para nosotros solamente, sino para ir sembrando en la historia, teniendo conciencia de que la semilla ha de morir para que nazca el fruto. Juan Pablo no busca lugar en el futuro, sino que ocupa el suyo propio del presente.
En esta hora de jolgorios constitucionalistas, cuando un ministro que oficia de gran hablador ha reiterado que terminó la transición, nada mejor que enfrascarnos en la lectura de estas páginas de Cárdenas.
Porque allí nos quedará claro que esta transición ha terminado varias veces, pues cada gobierno siente que un acto suyo tiene el mágico poder de poner fin al paso de la dictadura a la democracia.
Lo creyó el propio Pinochet, cuando Cáceres aceptó las reformas constitucionales de 1989, sin duda mucho más importantes que las de hoy en cuanto a quitar al régimen elementos totalitarios. Lo creyó Patricio Aylwin y lo creyó Frei. Ahora lo cree el Ministro y quizás hasta el Presidente Lagos.
Porque llevamos 15 años desde que se inició la transición - esta transición - pero ella no terminará todavía, mientras los enclaves de poder político – fáctico o constitucional – no hayan terminado.
Por lo demás, debemos saber que siempre estamos transitando y lo importante es que lo hagamos en alguna dirección y estar consciente de ello; y no transitar sin rumbo y mucho menos detenerse, como parece ser el vehemente deseo de muchos de los que hoy manejan las cosas en el país
Juan Pablo Cárdenas es un rebelde, un luchador en contra de las injusticias, una especie de franco tirador, un hombre independiente que no le mira el bolsillo ni la cara a nadie para decir lo que piensa. El mira hacia el porvenir y hacia su propia conciencia. Ello es un valor, aunque a veces por eso mismo no se mide y puede equivocarse. Pero si se equivoca, lo hacia delante, pidiendo, reclamando, proponiendo, construyendo y no solamente en la postura conservadora de aquellos que siempre quieren saber qué es posible.
Juan Pablo no es un inconformista, sino un luchador exigente e inclaudicable. Que sabe hacer alianzas y sabe escuchar, pero que no renuncia jamás a sus objetivos. Este libro da testimonio de ello.
Cárdenas quiere lo imposible, lo que nadie puede, lo que está más allá.
Quiere que los chilenos seamos solidarios y que nos interesen las cosas de todos. Que la sociedad y la patria no sean sólo un concepto vacío, sino que sean carne en la carne: que no queramos tanto individualismo ni voluntarismo.
Personalmente reclamo contra el servicio militar obligatorio por militar y no por obligatorio. Porque creo que debe ser obligatorio hacer un servicio a favor de la sociedad en la que vivimos: civil o militar, a elección e hombres y mujeres jóvenes. Como debe haber muchas obligaciones sociales que van en beneficio de las mayorías. Porque así se puede expresar la solidaridad.
No me gusta la educación pública gratuita, porque ella beneficia a los ricos. Prefiero la solidaria, que discrimina entre unos y otros y pagan los que tienen y es gratis para los que no tienen.
Ese es el país que echamos de menos y el que Cárdenas reclama con vehemencia.
El país en que los políticos se comprometen con vocación de servicio y no se quejan amargamente cuando pierden una elección, sino que asumen el resultado sabiendo que habrá otra oportunidad. El país del compromiso profundo con las causas difíciles y no con la complacencia y la mediocridad.
Construir amistad cívica, sembrar con amor para el futuro es saber decir la verdad, decir lo que se piensa, saber reclama y al mismo tiempo construir.
Porque la gracia de los rebeldes como Cárdenas es que son capaces, por la fuerza de la verdad, de tener amistades que trascienden la política y los pequeños intereses.
Este libro es una obra apropiada para la reflexión y el recuerdo, para lograr que jamás se nos olvide la época que hemos protagonizado.
De eso se trata.
3 comentarios:
Que hermoso reconocimiento a un luchador consecuente hecho por otro gran hombre que también tiene mucho que decir.
J.P.Cardenas ha sido el "pepe grillo" o "la piedra en el zapato" de muchos y nos representa a quienes no tenemos la tribuna ni las capacidades para hacerlo.
De verdad que el leer artículos de esa época histórica, con la información que se tenía, con las acciones de trabajo social abortadas, nos permite hoy encontrar y reconocer a los culpables de esta larga transición chilena.
De todas maneras faltaron mas Cárdenas y Hales en Chile, pero me alegra saber que todavía existen.
Saludos Jaime
Adolfo Braüchi Mesina
sepaisa@hotmail.com
siie@vtr.net
Jaime:
No se puede negar que la lectura de las cartas ayuda para escribir columnas.
Juan Pablo Cárdenas Premio Nacional de Periodismo 2005.
Siento una gran alegría por este premio para quién ha tenido gran entrega profesional en favor de este país CHILE.
Adolfo Braüchi Mesina
Yo te leo. Muchos también deben hacerlo, sin embargo a veces intimida dejar un comentario a alguien tan inteligente. Veo que hay pocos mensajes.
Aporto un "hola, como estas? Pasaba por acá y me quedé leyendote".
Un abrazo y que estes bien.
;-D
Marisol
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