Debe ser duro, psicológicamente hablando, haber sido inscrito con el nombre de Hitler cuando estaba en su apogeo. Llamarse como él en 1942 era una señal y una marca, que tal vez revela la personalidad que se desarrollaría. Por eso quizás en Adolfo – no Hitler – no abundan las gentilezas ni las simpatías, sus gestos son adustos y se negocia siempre con estrechez de miras y violencia latente. Decirle a Ricardo Lagos (no el Presidente sino Weber) que se baje de la candidatura a diputado, pese a que puede aportar muchos votos por sus dos atributos más evidentes (“Ricardo” y “Lagos”), como él mismo lo dice graciosamente, es desperdiciar enormes posibilidades electorales para la coalición.
Lo que pasa es que Adolfo – no Hitler – cuida de su hermano mayor como el sacristán al cura, razón de sobra para tomarle distancia y dejarlo correr por su propia pista. El hermano mayor (no el de Orwell, sino el de Adolfo) es más sano y prudente y tiene más estatura propia de la que aparenta. Es un hombre que no acostumbra a perder y aunque sabe hacerlo (lo ha demostrado con creces), tiene triunfos notables conseguidos sobre la base de capacidad de trabajo y convocatoria de muchos y buenos adherentes. De él decía mi padre, Alejandro – no Magno-, que era de los nuestros, lo que jamás pudo decir de Adolfo –no Hitler – cuyos comportamientos lo distinguían como el menos simpático de una camada en que los demás son muy queridos.
La inteligencia es un atributo de Adolfo – Hitler y éste – pero su uso más correcto requiere de mayor benevolencia y humanidad, pues el riesgo como lo demostró Hitler con su conducta, puede ser muy grande.
Por ahora presenciamos la imposición de voluntades, los tratos despectivos, los tonos prepotentes y todo ello para sostenerse en el ejercicio del poder y mantener un cargo para el que ha requerido tantos votos como para ser concejal de las comunas medianas.
Lo que sucede es que con él a la cabeza, me parece, se pierde el foco y las organizaciones se desorientan. Por eso las mezquindades. Por eso la agresividad. Por eso la vulgaridad generalizada.
Dicen que quiere ser Presidente de Chile. ¿Se imaginan una elección entre Adolfo – no Hitler – y Pablo – no el santo- ?
Es tan odioso Adolfo –no Hitler – que despierta mis molestias e iras, pese a que estoy más interesado en otras cosas que en las disputas de poder.
Jaime Hales
Lo que pasa es que Adolfo – no Hitler – cuida de su hermano mayor como el sacristán al cura, razón de sobra para tomarle distancia y dejarlo correr por su propia pista. El hermano mayor (no el de Orwell, sino el de Adolfo) es más sano y prudente y tiene más estatura propia de la que aparenta. Es un hombre que no acostumbra a perder y aunque sabe hacerlo (lo ha demostrado con creces), tiene triunfos notables conseguidos sobre la base de capacidad de trabajo y convocatoria de muchos y buenos adherentes. De él decía mi padre, Alejandro – no Magno-, que era de los nuestros, lo que jamás pudo decir de Adolfo –no Hitler – cuyos comportamientos lo distinguían como el menos simpático de una camada en que los demás son muy queridos.
La inteligencia es un atributo de Adolfo – Hitler y éste – pero su uso más correcto requiere de mayor benevolencia y humanidad, pues el riesgo como lo demostró Hitler con su conducta, puede ser muy grande.
Por ahora presenciamos la imposición de voluntades, los tratos despectivos, los tonos prepotentes y todo ello para sostenerse en el ejercicio del poder y mantener un cargo para el que ha requerido tantos votos como para ser concejal de las comunas medianas.
Lo que sucede es que con él a la cabeza, me parece, se pierde el foco y las organizaciones se desorientan. Por eso las mezquindades. Por eso la agresividad. Por eso la vulgaridad generalizada.
Dicen que quiere ser Presidente de Chile. ¿Se imaginan una elección entre Adolfo – no Hitler – y Pablo – no el santo- ?
Es tan odioso Adolfo –no Hitler – que despierta mis molestias e iras, pese a que estoy más interesado en otras cosas que en las disputas de poder.
Jaime Hales
1 comentario:
Estuviste muy bien viejo; a todo de acuerdo.
Sólo que más allá de los afectos basados en las buenas conductas del pasado, me parece que a esta altura no tengo tan claro que su hermano -que si bien es más alto de lo que parece-, siga siendo de los nuestros o si nosotros dejamos de ser de ellos ....
Tu hijo Pablo -no el santo.
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