Una de mis hijas concurrió a matricular a su hija - mi nieta - a la Universidad Diego Portales. Ella no se casó con el padre y se ha encargado en un 99% de la manutención de la niña. Por lo tanto fue a matricularla con su libreto de cheques en la mano.
Con displicencia, con desprecio, la funcionaria y luego otros que la apoyaron, hombres y mujeres, le dijeron que ella no podía matricular a la niña, sino que tenía que ir el padre. Mi hija trató de explicar, pero ellos, en un tono altanero, le impidieron hacerlo y le manifestaron que ella no era nadie para la UDP y que lo único que valía era el papá de la niña. Les explicó: yo pagaré, él no tiene dinero. Pero hicieron oídos sordos.
En los tiempos que corren, en un país de muchos hijos nacidos fuera del matrimonio (más que los nacidos dentro de la institución), cuando se siupone que hay igualdad, respeto, no discriminación, valoración de lo femenino, mi hija debió abandonar el recinto sin poder matricular a la muchacha (que fue aceptada en el cuatro lugar de la lista) simplemente porque no hay cómo llevar al padre y mucho menos hacerlo pagar, pese a que la madre quiere asumir sus responsabilidades como lo ha hecho durante todos los años. Con lágrimas de rabia, de impotencia, de humillación, se fue sin lograr su cometido.
¿Podrá lograrlo después?
Enytre el machismo de ciertos reglamentos y la estupidez de los funcionarios, no parece haber espacio para la realidad.
Si alguien lee esto, por favor difúndalo. Hay que escandalizar.
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