Murió Eduardo
de la Barra.
Dibujante,
artista, hombre bueno, humorista ingenioso y triste. Portaba una enfermedad
dolorosa, agravada desde la muerte de su amor.
Creador de
numerosos personajes, entre otras su famosa PALOMITA, la muchacha de La Cuarta,
diario popular.
Pero su obra
más difícil, el desafío mayor, fue la creación del Tarot Nuevo Mundo (o Tarot
de Syncronía). Sin saber nada de tema, tal vez sin siquiera creer en su
utilidad, aceptó el desafío que le propusimos Wilson Tapia y yo y se introdujo
en los 22 arcanos mayores. Demoró 10 años en terminar los arcanos menores. Su
rostro quedó plasmado en El Emperador, un inconsciente autorretrato que le
costó reconocer.
Él sabía que
iba a morir pronto. Mi último encuentro fue en la calle, cerca de centros
médicos. Él venía, yo iba. Conversamos brevemente. Quedamos de vernos, lo
invité a Syncronía. Pero él me miró con sus ojos entristecidos. Yo entendí. No
habría ni energía ni tiempo para ello. Nos dimos un abrazo.
Ayer me enteré
de que ha muerto.
Rindo homenaje
a este artista tan chileno, humorista, ingenioso, tímido, de una modestia
singular. Estará siempre conmigo, pues uso a diario el Tarot que hicimos
juntos: él dibujaba mientras yo le hablaba, de palabra o por escrito, de cada
una de las cartas.
Gracias
Eduardo: que la trascendencia te premie por tus aportes a la humanidad.
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