Son curiosos los temas del
debate de los candidatos opositores al gobierno actual. Como curiosos los
comentarios que hacen los otros después del evento.
El lucro, la educación
gratuita, el matrimonio homosexual, la presencia de los comunistas apoyando al
candidato, el aborto (sin perjuicio de que uno de los candidatos decía
“divorcio” cada vez que se hablaba de aborto”), las AFP y la temida Asamblea
Constituyente. De todo lo que está en la “agenda” fijada por el decano.
El debate fue como tenía que
ser: suavecito, con uno en la punta de la izquierda (me recordó el débil juego
de Mena en la selección, que de pronto hace un buen pase, pero nada más) para
marcar los límites a la principal; un marcador para Orrego que, como Díaz, deja
muchos flancos; un Orrego bien puesto, un poco mesiánico, a veces audaz,
tratando de poner temas que nadie pescó (la injusticia, por ejemplo); y una
favorita que quiso hablar como presidenta, con el apoyo de sus dos volantes y
reconociendo que porque la sociedad cambia, ella puede cambiar sus ideas.
Respetuosos en general, teniendo los polos de Orrego y Bachelet, no como
izquierda y derecha, sino como dos pilares ideológicos que, por supuesto,
discreparán siempre de algunas cosas, pero sabrán ponerse de acuerdo. Para dar gobierno a Chile.
De los comunistas hemos
escrito. Repitamos que muchos olvidan que ellos votaron por Aylwin, por Lagos,
por Bachelet y por Frei en la segunda postulación. Es decir, siempre han estado
allí. Pero Orrego anuncia que él no tendrá ministros comunistas. ¿Por qué?¿Por
qué es posible pactar con los que violaron los derechos humanos en Chile y
siguen sosteniendo una Constitución antidemocrática, pero no con los que fueron
víctimas de esas violaciones en Chile? ¿Sólo porque apoyan a los gobiernos de
Cuba o Corea?
Los homosexuales quieren
casarse. Es verdad que el “matrimonio” en su origen tiene que ver con la
maternidad y es el pacto de las parejas que quieren engendrar hijos y tener
ciertas responsabilidades mutuas reguladas por ley. Pero, salvo las regalías de
las multitiendas, el matrimonio hoy no aporta nada a la vida en pareja y al
amor. Pero si ellos quieren casarse, ¿qué importa? ¿Por qué oponerse? ¿Le
afecta a los matrimonios heterosexuales? Le sugiero a Orrego que se deje de
historias y celebre que aún hay gente que quiere casarse, sin importar que no
puedan engendrar entre ellos. Capaz que resulte mejor. Pero agrego: ¿de verdad
es éste un tema tan determinante en la elección presidencial?
Y cuando se habla de Asamblea
Constituyente, me impacta el tono dramático con que se habla. Si la sociedad
chilena quiere una nueva constitución, basta con que sus órganos democráticos
se pongan de acuerdo para considerar la convocatoria a un organismo (cualquiera
que sea su nombre) que puede estar integrado, por ejemplo, por los diputados,
los senadores, los concejales y una cantidad igual de ciudadanos sin cargos que
sean elegidos en votaciones comunales mediante sistemas proporcionales, donde
puedan concurrir los partidos y los independientes. Mientras ese organismo
elabora una Constitución, sigue vigente la actual para solaz de los
pinochetistas (declarados y encubiertos). Hecha la nueva Constitución, se puede
someter a un referéndum ya sea al estilo pinochetista (apruebo o rechazo) o
capítulo por capítulo como sería el caso. Una asamblea constituyente no tiene
por qué ser una montonera. Los partidos pueden llevar a sus profesores de
derecho, a sus dirigentes vecinales, a personas bien formadas y cultas. ¿Por
qué le temen? Porque si hay participación no podrá imponerse la minoría
pinochetista que, finalmente, ha hecho lo que ha querido gracias a su derecho a
controlar todo que le dan los quórum calificados.
Pensemos, en este sentido,
que la Constitución del 80 la hizo un grupito integrado por Guzmán, Fernández
Fernández, Madariaga doña Mónica, Ortúzar y un par más. Fue ésa la comisión que
se designó cuando Pinochet rechazó de plano el proyecto que le entregó Jorge
Alessandri Rodríguez y que había sido aprobado por el Consejo de Estado. El
proyecto del ex Presidente estaba basado en lo que una comisión designada por
el propio Pinochet en 1973 había elaborado, después de seis años de trabajo a
puertas cerradas. ¿Y ésta Constitución es que se quiere respetar en sus
procedimientos?
En 1833, después de una
guerra civil, el bando que ganó impuso una nueva Constitución sin respetar los
procedimientos fijados en su antecesora la del año 1828. Y en 1925, fue dictada
una nueva Constitución elaborada por una comisión que se quebró en los debates
y se llamó a un plebiscito irregular que permitió aprobar una norma fundamental
con una abstención del 60%.
El debate no aporta más que
imagen y publicidad. Y algunas cosas ingeniosas, como que el candidato RN dijo
que los concertacionistas querían olvidar sus 20 años de gobierno y renegaban
de ello. Risible, tal vez porque se parece a lo que les pasa a ellos que
quieren olvidar su apoyo a la más feroz dictadura de la historia de Chile.
Curiosidades de las
primarias.
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