QUE VOTEN LOS INDEPENDIENTES
Jaime Hales
No soy ni he sido partidario de las primarias, pero en este
momento del país se nos presentan como una buena oportunidad de convocar a los
ciudadanos a designar a los candidatos presidenciales de la Democracia Cristiana
y de las demás fuerzas políticas.
La elección entre Ximena Rincón y Orrego nos ofrece la posibilidad
de zanjar definiciones de la Democracia Cristiana que, en el fondo y en la
forma, pueden orientar la acción que este conglomerado político puede y debe tener
en la actual realidad chilena.
La Democracia Cristiana nació para impulsar un cambio en la
sociedad y por ello fue capaz de convocar a miles y miles de jóvenes,
trabajadores, pobladores, que le entregaron su apoyo y su confianza. Con altos
y bajos en el electorado y en la expresión social, la lucha contra la dictadura
fue coordinada y muchas veces conducida por la DC, después de haber dejado el
lastre de los militantes que apoyaron el golpe militar o de haber recuperado la
visión clara aquellos que en algún momento vacilaron (“independencia crítica y
activa”). Los resultados electorales demostraron la confianza de un pueblo que
miraba con esperanzas lo que se podía hacer.
Hoy, pese a los cantos triunfalistas de los principescos
dirigentes, objetivamente la DC ha perdido cientos de miles de votos y aunque
mantiene una posición expectante en la baja general del electorado, está claro
que no fue capaz de convocar a los independientes que han seguido al PDC. Pues
de luchadores por la transformación de la sociedad, han devenido en un mini proyecto
de administración de lo existente mediante componendas y transacciones que han
ido más allá de lo necesario.
El proyecto ha tendido a olvidarse, privilegiando las
maniobras para manejar posiciones de poder que nos han conducido a la derrota,
aunque algunos la disfracen de victoria.
Ximena Rincón nos ha dicho que en estas últimas elecciones,
la abstención de más del 60% de los ciudadanos ha dejado en evidencia que “no
encantamos ni entusiasmamos a nuestras y nuestros compatriotas con un proyecto
de país al que todos—sin distinción de raza, religión, color político u
orientación sexual—, nos sintamos convocados a construir”. Ello es así porque
en realidad hemos olvidado que tenemos un proyecto y una idea que proponer.
Candidata a la presidencia de la República, Ximena nos
recuerda que “la Democracia Cristiana nació, creció y aún existe, por y para la
construcción de una sociedad justa”. Y aunque cada día haya menos chilenos que
crean que la DC lucha por eso, debemos alzar la voz, salir de las 4 paredes que
nos encierran y responder al reclamo de participación del cual fuimos voceros e
impulsores durante toda la vida política.
Ésta parece ser una gran oportunidad para que esos independientes
elijan entre tener una democracia cristiana al servicio de los pequeños intereses
de grupos de poder o al servicio del pueblo y de un proyecto para construir una
patria para todos y una sociedad incluyente. Votar por Rincón es elegir una
mirada que trasciende lo inmediato. Lo contrario es tratar de mantener pequeños
enclaves para ir a negociar.
Votar por Rincón es ayudar a recuperar una idea humanista
cristiana que está arraigada en los chilenos y en las chilenas como una fuerza
moral y política capaz de contribuir a la transformación profunda de la sociedad.