En el mes de Mayo formulé declaraciones al diario LA SEGUNDA. En ocasión hice ver que la Presidenta podía llegar a su punto más bajo en Septiembre, pero que de ahí en adelante podía subir en la medida que hiciera profundas rectificaciones en sus equipos.
Debe hacerlos, afirmé, muchos cambios. Si los hace, comenzará a subir. Y luego de eso, otras voces se alzaron en el mismo sentido.
Pero, ella se ha resistido a lo que es evidente y no quiso hacer los cmabios. Es así la vida: nadie está obligado a ser feliz ni a hacer las cosas bien. Todos tenemos derecho a labrarnos nuetsra propia desgracia.
Y ahora, al comenzar octubre, una encuesta (manipulada, por cierto, de tono derechista y lo que se quiera) sitúa al gobierno en el 35% de aprobación. Claro como el agua: menos que Pinochet.
Y ella sigue impasible, sin hacer caso a las evidencias, eludiendo el necesario y urgente cambio de gabinete y los demás cambios.
Porque seguimos de papelón en papelón y de chascarro en chascarro.
Si no fuera por la seriedad de Patricio Hales (mi hermano), la comisión del Transantiago podría ser una especie de circo romano en que destentados leones derechistas darían cuenta de mártires de una pésima causa.
Bitrán, el ministro, sigue cerrando las puertas a un Vespucio subterráneo para Ñuñoa y a una carretera nueva en Arauco. Por cierto, sólo le interesan los ricos y generar - para alguien - ganancias en cortos plazos, ya que ha llegado al absurdo de rechazar extensión del plazo de concesiones propuesta por algunos.
Los nombramientos, ya no en Chiledeportes por suerte, siguen dando dolores de cabeza: se inicia una región y no pueden asistir al acto los gobernadores nombrados porque tienen líos con la justicia y debe nombrarse gente nueva en el mismo día del primer anuncio.
Para lograr un nombramiento que requiere acuerdo del Senado, hay que seguir considerando derechistas y aunque Sabbas sea hombre de simpatías personales, no deja de inquietarme que todos estos cargos que exigen consenso vayan quedando en las mismas manos (Contraloría y Banco Central, además del Ministerio Público).
Y mientras muchas normas siguen esperando, hay demandas sociales no cumplidas, esperanzas poistergadas y problemas no resueltos.
La Presidenta tiene en sus manos la solución: cambio de fusibles en este gigantesco tablero de ministros.
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