Parece increíble, pero es cierto: muchos de los vaticinios de la ciencia ficción y de la política ficción parecen convertirse en realidad, desplazados en el tiempo, demorados, pero reales. Después de los atentados de Londres, las medidas de seguridad generales tienden a profundizarse y la ya habitual idea de poner cada vez más cámaras de televisión en todas partes se va ampliando.
Más cámaras, más potentes: en los estadios, en las calles del centro de las ciudades (incluida Santiago) en los bancos por supuesto, en los cines, en los edificios y ahora aumentarán en su número y en lugares impensados, como los baños de cines, estadios, supermercados y otros lugares, pues allí puede haber un terrorista preparando o instalando bombas. O quizás con ganas dedefecar y deje al descubierto los cables o los explosivos y pueda ser detenido dejando sus heces antes que deje las "idem" para todo el resto.
Son las cámaras de vigilancia del Gran Hermano de 1984, el libro que, no por haber errado en la fecha, está lejos de la verdad.
El punto es si acaso hay alternativa. No tengo respuesta más que desde el terreno de la inquietud por ahora: está demostrado que cuando la lucha contra el terrorismo es sólo policial lo que más consigue es arreciar la violencia y activar la imaginación terrorista. Se pueden evitar algunos atentados y sus daños, pero no todos.
¿No habrá una fórmula diferente?
Tal vez, sugiero por ahora, sin perjuicio de ir avanzando en la reflexión más adelante, podríamos intentar fórmulas de humanización solidaria, donde los seres humanos seamos capaces de establecer relaciones más estrechas unos con otros y de más confianza, como una manera de avanzar hacia ciertas formas de armonía que aislen o alejen la violencia de todo signo.
Planteo el problema, con el ánimo de seguir reflexionando y buscando soluciones.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario