He leído con atención el documento emanado de la
Directiva Nacional del PDC bajo el título “BUENAS
PRÁCTICAS EN ÉTICA, PROBIDAD Y TRANSPARENCIA DEL PARTIDO DEMÓCRATA CRISTIANO”.
Quisiera creer en que quienes lo
aprobaron, leyeron previamente el texto, entendieron su contenido y están de
acuerdo con ello.
¿Será que comprendieron lo que
antes no les parecía relevante?
Porque en la campaña, la candidatura
que encabezó Hormazábal planteó la mayor parte de estas medidas (y otras más
exigentes aun), pero fue reiteradamente contradicha en por los representantes
de la lista que encabezaba Pizarro, quienes eludían el tema ético. Me alegro de
que ahora se vayan dando cuenta de que es necesario tomar medidas radicales,
especialmente cuando el presidente del Partido no es capaz de distinguir (y
menos asumir) las responsabilidades éticas propias de un militante DC.
Se ha elaborado una guía de buenas
prácticas, que es como decir a los niños cuáles son los mínimos tolerables para
su comportamiento. Parece que a los actuales directivos, parlamentarios,
ministros y militantes hay que explicarles que la doctrina demócrata cristiana
es exigente justamente por ser un partido que propone una transformación
profunda de la sociedad. Es cierto que no podemos sorprendernos cuando tantos
militantes y dirigentes no consideraron parte de sus prioridades en 1973 la
defensa irrestricta de los derechos humanos y de la democracia, al declarar y
aplicar actitudes de curiosa tolerancia cuando no apoyo a la dictadura
derechista de Pinochet y los suyos. Este tema lo trato extensamente y sin
tapujos en mi reciente libro “La Rueda de la Historia”, donde reitero mis
exigencias ante otras debilidades doctrinarias en la conducta de los
directivos, como por ejemplo el respaldo directo del anterior presidente del
Partido al régimen capitalista olvidando la naturaleza del proyecto histórico
del PDC. Y no está de sobrante destacar que también es una grave violación a la
ética el comportamiento de aquellos que hacen caso omiso a los acuerdos del
máximo organismo del PDC (V Congreso Ideológico de 2007) y reciben aportes de
empresas o apoyan la mantención de las AFP.
Les preocupan la probidad, transparencia
y financiamiento de la actividad política,
sin hacer mención alguna a que ellos mismos han
tenido conductas reñidas con la ética de la DC, en estos y otros temas.
Pareciera ser que ellos suponen que están “refundando” el PDC y dictando normas
ante algún tipo de vacío. Y emiten una “guía”. Claro, no se atreven a poner
altas exigencias pues algo les dirá en su precaria conciencia que sus propios
comportamientos no han sido precisamente modelos de “probidad, transparencia y
financiamiento de” su actividad política.
Da gusto, más allá de ironías y
sarcasmos, ver que parten sus afirmaciones recordando la doctrina humanista
cristiana y la valoración que el PDC hace de la persona humana como centro de
su preocupación. Bien por este recordatorio de los redactores del documento a
sus propios líderes: “La inspiración
esencial del Partido Demócrata Cristiano es el Humanismo Cristiano y su
finalidad es la acción política orientada a construir la convivencia en una
sociedad sustentada, precisamente, en los valores y principios de esa
inspiración. La doctrina del PDC tiene, pues, su fundamento primordial en el
respeto de la persona humana. Y, desde este principio, surge nuestra concepción
de otros valores como son los de la solidaridad, de la justicia y del bien común
en que debe sostenerse, tanto la acción política como la convivencia, la
lealtad y la fraternidad partidaria.”
Este párrafo se refiere
precisamente a lo que los dirigentes actuales y de la anterior directiva de la
que son continuadores habían olvidado. La forma en que se llevó la campaña, con
ciertas excepciones, contraviene estas categorías, particularmente las que se
refieren a “la convivencia, la lealtad y
la fraternidad partidaria.” El acarreo de militantes que no participan del
PDC pero van a votar, el clientelismo, la manipulación de las declaraciones, el
uso indebido de los recursos estatales y municipales, las presiones de alcaldes
y parlamentarios, la negativa reiterada (con algunas excepciones) a participar
en los debates, la descalificación de los candidatos que se les enfrentaban,
son solo algunas de las manifestaciones de una conducta que violenta las normas
a las que ellos ahora (bendita sea la conversión) pretenden adherir y hacer
cumplir.
Después de años de violación de
todas estas normas y ante la emergencia que se ha desatado en el país al
descubrirse las graves y reiteradas faltas a la ética en que muchos dirigentes
políticos han incurrido, se sienten obligados a recordar a los militantes que
es necesario mantener los valores que nuestra doctrina proclama.
Cuando nosotros sosteníamos como
uno de los pilares fundamentales de nuestra campaña “la recuperación de la
ética en la política”, callaron o denostaron el argumento, pese las revelaciones
que el país iba conociendo. Cuando dijimos que era necesario “rescatar la
doctrina”, ellos se burlaban diciendo que había que hablar de las cosas
concretas, de los proyectos de ley, no dándose cuenta al parecer que las
soluciones específicas deben ser el resultado del pensamiento y no de las
encuestas.
Lo más insólito es que esta
directiva, fruto de la alianza de fracciones de poder, de grupos destinados a
controlar el partido para intereses mezquinos fundados en “supuestas
sensibilidades”, pretende criticar justamente eso. Lo que le ha hecho daño al Partido
son estas prácticas de las que han hecho gala fracciones (facciones, a veces),
marginando militantes, nombrando y perpetuando en cargos o posiciones a los
incondicionales de los líderes, ingresando a nuevos militantes sin pasar por
ningún tipo de control o capacitación solo para allegarlos a sus grupos. Los
vemos a lo largo y ancho del país, con grupos de militantes que sirven a
líderes y no al PDC. Todos hemos tenido experiencias al respecto, viendo por
ejemplo cómo se ceden espacios donde el grupo o fracción no tiene un candidato
y se pelea a muerte por cupos en los que están los preferidos. Negar esto es
como querer ocultar el sol con un dedo.
Ante este manejo de los grupos
(guatones, chascones, príncipes, colorines) que se aliaron para evitar o postergar
la rebeldía de muchos militantes, logrando una especie de consenso de los que
se han distribuido las cuotas, militantes de diversas partes del país nos
agrupamos para, como decíamos, rescatar la doctrina DC, la ética política y el
carácter popular del PDC. Nos hemos constituido en una comunidad de ideas y
voluntades de acuerdo a la doctrina del PDC: por eso nos hemos llamado
Vanguardia, ya que queremos ser al partido lo que éste debe ser a la sociedad,
de acuerdo con las propuestas de Maritain recogidas por Jaime Castillo Velasco.
Pretendemos terminar con el manejo que ha tenido el Partido por décadas y las
consecuencias nefastas que nos han llevado a la caída en la confianza y el
apoyo del pueblo. Estamos en un pésimo momento, pese a lo cual los dirigentes
quieren hacernos creer que hemos estado ganando cuando en realidad hemos
perdido un millón de votos en pocos años y hoy, manteniendo porcentajes, hemos
disminuido en números reales al haber contribuido a debilitar la democracia con
el absurdo sistema de voto voluntario que se impuso con el apoyo de la DC.
Esta dirección política (la
anterior directiva y la actual) ha llegado al extremo de cerrar puertas a los
militantes que no les sirven a sus intereses, creando espacios claramente
excluyentes para que los suyos tengan trabajo mientras les demuestren el apoyo
irrestricto.
Hacemos nuestra la invocación del
documento que comento: “Guiando la
conducta pública y privada por estos principios, tanto nuestra vida partidaria
como nuestra acción política, será capaz de demostrar que los valores supremos
del humanismo cristiano no son una pura utopía, sino que una verdad susceptible
de ser vivida por cada uno y por la Humanidad toda.” Lo que quisiera, es
ver que esa declaración es verdad para los que la firman.
Es sorprendente apreciar que, al
referirse a la revelación de los hechos que comprometen a políticos y
empresarios en actos de corrupción, la directiva lo hace como si se tratara de
hechos ajenos y no considerara el involucramiento de militantes DC y familiares
suyos en cuestiones claramente sospechosas. Nuestro deber no es sólo exigir que
“los políticos” cumplan con la ética, sino que debemos exigirnos a nosotros
mismos con el más alto estándar. Por cierto que más vale tarde que nunca, pero
las medidas que se propone adoptar jamás debieron ser abandonadas. Porque ellas
estaban vigentes en nuestro Partido hasta que los actuales grupos y fracciones
se apoderaron de él casi sin contrapeso.
El ingreso de militantes hoy es sin
ninguna preparación, sin pre-militancia ni capacitación doctrinaria. Hay casos
increíbles: personas que entran a militar al Partido cuando son nominadas para
un cargo local a instancias del diputado de la zona. Son sus amigos que
ocuparán espacios preparando la próxima reelección. Incluso hay casos de
personas que cambian de región e ingresan al PDC, pese a haber estado en
posiciones diferentes cuando habitaban en otras partes y todo eso para ingresar
en la cuota del parlamentario de la zona. Me parece excelente esta declaración
y me pregunto desde cuándo estarán dispuestos a aplicarla. ¿No debiera ser de
efecto retroactivo, al menos para los que han ingresado en los últimos meses?
Sería muy importante para la claridad del ingreso, por ejemplo, que el
patrocinio de dos militantes que se pide lo restrinjan a quienes no son
parlamentarios, concejales, alcaldes ni dirigentes territoriales del Partido.
Es decir, simples militantes. Es una forma quizás de ir poniendo obstáculos al
clientelismo.
Si se propone como segunda medida
que “El comportamiento de los militantes
debe ser consistente con los principios y valores que dicta la doctrina del
Partido y el cumplimiento de las normas que rigen la vida partidaria”,
deberá recordarse a los senadores y diputados que el Partido no es de centro
sino de vanguardia, que no cree en las tradicionales izquierdas y derechas y
que está por la sustitución del régimen capitalista imperante para construir
una sociedad sustentada en la persona y la comunidad. Todo esto porque ellos
parecen no estar suficientemente enterados y sus conductas no son consistentes
con esos aspectos de la doctrina y principios del Partido ni con los valores
que de ello se derivan.
Dice la declaración que “Los militantes que se aparten de tal
comportamiento, pública o privadamente, o los que incurran en conductas que
puedan tener carácter delictivo, podrán previa audiencia ante la Comisión de
Ética o del Tribunal Supremo, según corresponda, ser amonestados, o bien,
suspendidos en su militancia y, en su caso, separados o expulsados del Partido.”
Mi pregunta es si esto se aplica a los dirigentes y parlamentarios o ellos
están por sobre el bien y el mal. Porque así pareciera. Estamos hablando de
incurrir en transgresiones a los principios y a la ética que de ellos se
concluye y no frente a delitos. Por ejemplo, cuando una dirigente,
representante popular ante organismos regionales, ex ministra, ex
parlamentaria, adhiere a un movimiento neoliberal, se pone en contraposición de
todo lo que hace el gobierno del cual forma parte la DC, ¿no debería ser
sancionada? Porque cuando muchos de nosotros así lo pedimos, el Tribunal la
absolvió. Faltó poco para felicitarla por sus conductas. ¿Esas autoridades a
las que alude la directiva actuarán de oficio o será necesario petición de
algún militante? ¿Qué pasaría si se supiera que un Ministro de Estado pidió
dinero a una empresa privada para recuperar sus deudas de campaña? Eso no es
delito, pero claramente infringe la ética y los acuerdos del Partido. ¿Se le
debe sancionar? Y si un parlamentario, por si o por terceros, sean o no
militantes, sean parientes o amigos, gestiona aportes de empresas en forma
claramente ilegal, ¿se le deberá sancionar? Y si un militante, ex dirigente, ex
embajador, de cierta importancia, se convierte en gestor de dineros e intermediario
de estas solicitudes, ¿deberá ser sancionado?
Pregunto todo esto, por ejemplos de
ese tipo han sido muchos y en todos ellos las directivas de Walker y Pizarro
han tenido una actitud diferente de lo que ahora se plantea.
En la campaña fuimos criticados por
proponer lo que ahora la nueva directiva asume como propio en su declaración: “Los militantes que hayan detentado un cargo
de representación popular o de Gobierno no podrán, hasta después de un año,
asumir labores (directivas, gremiales o asesoras directas de estas) en el
sector privado, vinculadas a las áreas o rubros en las que hubiesen intervenido
como, fiscalizadores o reguladores, en razón de las funciones públicas
desempeñadas.” ¡Cuánto me alegro de este cambio de actitud, pese a que la
norma sigue siendo suave!
Muchas de estas declaraciones que
ahora se formula fueron parte de nuestras posturas calificadas como extremas o
exageradas por el discurso de la lista que ganó las elecciones. Me produce gran
satisfacción que se vea esto como lo mínimo que se puede hacer.
Respecto de los temas de la vida
partidaria, hemos reclamado de la falta de fraternidad, de lealtad, de
solidaridad y de probidad. Se nos dice que habrá que ajustarse a lo que dicen
los estatutos- ¿Cuáles estatutos? ¿Los que figuran en la WEB? ¿Los que están
registrados en el Servicio Electoral? ¿Los que circulan en papeles impresos?
Porque parte de nuestra crítica a las directivas saliente y actual es
justamente la imprecisión en estos tópicos, pese a que nunca nos ha gustado la
ley de partidos (a la que nos opusimos desde 1987 cuando otros la celebraban),
pero estamos convencidos de que si no la cambiamos debemos respetarla. Hemos
sido duros críticos, por ejemplo, sobre la forma de elección y la composición
del Tribunal Supremo, pues no se ajusta ni a la ley ni a ninguno de los
estatutos que se hacen circular o se registran en el Servicio Electoral. ¿Esa
no sería una falta a la ética?
En la última campaña planteamos la
necesidad de fortalecer el trabajo de las bases vecinales y la vida partidaria
en las comunas. También en ello se nos ridiculizó. Algunos de los candidatos de
la lista que encabezó Pizarro llegaron a mofarse acusándonos de “viejos y
anticuados”, porque ahora la forma de comunicación debe ser prioritariamente
por internet. Algunos de nosotros somos viejos, pero no anticuados, porque
creemos que el contacto personal jamás será reemplazado por otros sistemas.
Internet es un gran complemento y nada más. Valoramos que ahora hayan cambiado
su posición, asumiendo que “la
convivencia partidaria es esencial”.
¿Qué entienden los redactores de
esta declaración cuando dicen: “Los
dirigentes o autoridades del Partido y los militantes que detenten cargos de
elección popular o de Gobierno son líderes y, atendiendo a su calidad de tales,
se les exige una conducta y comportamiento ejemplar, esto es, por sobre los
estándares exigidos a sus militantes.”? ¿Querrán decir, por ejemplo, que
encubrirse en las conductas de los hijos, de los amigos, de los parientes o de
los subordinados no es correcto? ¿Qué eso puede ser una falta ética?
Se conmina a poner hechos de este
tipo en conocimiento de la Comisión de Ética o del Tribunal Supremo. Cuando
algunos de nosotros, integrantes de la lista que encabezó Hormazábal, lo
hicimos, recibimos críticas, denuestos, agresiones y un rechazo frontal de un
Tribunal que demostró inconsistencia lógica, insuficiencia jurídica y falta del
más elemental sentido del deber.
Esperamos que esto signifique un
cambio de actitud de esta directiva y del Tribunal que le es tan obediente. Lo
menos que podríamos esperar es que, una vez formulada esta declaración y leída
por los integrantes de dicho organismo, ellos renuncien a sus cargos por falta
de autoridad moral para seguir ejerciéndolos, atendidas sus resoluciones
abiertamente violatorias de los principios del PDC.
Quiero que se entienda que no
critico esta declaración, sino que pido a los que formulan dos cosas. Primero,
reconocimiento de que cuando planteamos esto estaban en contra y que han
cambiado de postura. Segundo, que estas medidas se apliquen consistentemente y
sin reservas, aunque afecte a las más altas autoridades que hoy están en
ejercicio o que han dejado sus cargos.
Porque se pide consistencia: ¿Eso
sólo será a futuro? ¿Quiere decir, entonces, que hasta ahora era lícita la
violación de los principios del PDC, sus valores, su doctrina, sus estatutos,
sus acuerdos? ¿Quiere decir que se cohonesta todo lo hecho por los dirigentes
hasta este momento? ¿Una especie de amnistía? ¿O se aplicarán los criterios que
hemos sostenidos para los violadores de derechos humanos: imprescriptibilidad y
responsabilidad permanente?
Me temo que tras esto haya un
intento de blanquear sepulcros en la hora de las exigencias. Esta declaración
no es una nueva reglamentación, sino que se limita a reponer en la memoria de
los dirigentes del PDC lo que nunca debió olvidarse.
Cuando la lista en la que fui candidato obtuvo el 20% de los votos, sentí
que sin haber hecho acarreo alguno, habíamos concitado un altísimo porcentaje
del PDC real y activo, que adhería a ideas y propuestas y no simplemente a
cuotas de poder. Hoy, siento que eso se valida y creo que ese 20% podrá
acrecentarse en la medida que los que ganaron empiezan a virar hacia nuestras
posiciones: rescatar la ética, la doctrina y el carácter popular del PDC
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