miércoles, febrero 25, 2015

Por la doctrina, la ética, la historia y el futuro


 
Hay elecciones en la DC. Son tres listas las que postulan. Una de ellas se ha presentado como “consenso”, siendo claramente la continuidad de la actual directiva. Frente a ella se alza una lista que encabeza Ricardo Hormazábal y que integro en calidad de primer vicepresidente. La decisión de esta candidatura – que responde al lema EL RENACER DE LA ESPERANZA – surge de la convicción de que las últimas directivas no han sido fieles ni a la doctrina ni a la historia del PDC, han descuidado la ética en la política y con ello hipotecan el futuro de un proyecto histórico que ha ofrecido a Chile la mejor respuesta para la construcción de una nueva sociedad. La desconfianza de la mayoría de los chilenos en sus instituciones (un 87% no confía en nadie), el desprestigio de la política, la distorsión de los proyectos de aquella concertación nacida en 1989, la creciente falta de participación de los ciudadanos, la desesperanza que se extiende, muestra el fracaso de un grupo dirigente que se ha alzado como “clase política”, auto atribuyéndose el derecho de dirigir el país y los partidos. Probablemente esto afecta muchos partidos, pero yo debo hacerme cargo del mío.

Lo que queremos es rescatar la doctrina, que se ha olvidado para apoyar un proyecto neo liberal que está muy lejos de los principios de un movimiento y un partido que nacen para ir más allá del capitalismo y de las propuestas del marxismo. La Democracia Cristiana nace como una fuerza distinta del esquema de izquierdas y derechas, dispuesta a asumir como vanguardia en la construcción de una nueva sociedad sustentada en el valor de la persona humana, integrada en la comunidad, responsable de sí misma y de su entorno. Proclamamos la fraternidad y la justicia como pilares de una sociedad de personas responsables y comprometidas con su realidad, donde los valores centrales se sitúan en la perspectiva de lo que hemos llamado las tres místicas: la mística del trabajo (el trabajo como única fuente de enriquecimiento), la mística de la vida sencilla (ser más frente al tener más de la ética liberal) y la mística de la solidaridad (el amor como justa medida y fundamento de las decisiones políticas y sociales).

No es sólo aquella historia que nos recuerda a los fundadores la que nos interesa recuperar. Es la historia que los DC hemos ido construyendo en todos nuestros años de lucha. Es la voz que se alzó contra el golpe de Estado en 1973 que, siendo de unos pocos dirigentes, representó a miles de militantes del país que vivieron en carne propia o de sus vecinos la persecución, las violaciones de los derechos humanos, la injusticia. Trabajamos por el retorno a la democracia y por tratar de impedir que se entronizara un sistema de explotación e injusticia, que es lo que hoy tenemos y que los actuales dirigentes DC (y de la concertación) celebran como si fueran éxitos de la sociedad chilena. Los demócratacristianos que fuimos construyendo historia en la lucha contra la dictadura, en la reorganización del mundo sindical, del mundo universitario, del mundo vecinal, de las propuestas intelectuales, queremos ofrecer nuestra experiencia uniéndonos con las nuevas generaciones que comparten el sueño de una sociedad mejor, libre, justa, solidaria.

Queremos rescatar el carácter democrático y popular del PDC. Su democracia interna, terminando con los caciques, los feudos, las máquinas, revalorizando la organización partidaria y creando espacios para escuchar a los militantes desde la base, permitiendo que su opinión llegue hasta las instancias directivas y que exista un diálogo efectivo y eficaz al interior del Partido. Queremos que los militantes participen y voten en el PDC. Es preciso recuperar la inserción de los militantes en las organizaciones sociales que fue el espacio donde la DC ganó el derecho a conducir el país: sindicatos, federaciones de estudiantes, campesinos, pobladores, organizaciones de mujeres, colegios profesionales.

Y la ética, tan evidentemente deteriorada en la política chilena, donde se relativizan las responsabilidades políticas, y los manejos entre el dinero y la actividad cívica distorsionan las decisiones que deben ir en interés del pueblo. La ética, donde hay que ser exigente y riguroso, reclama que los dirigentes actúen como dicen que piensan.

Eso es lo que nos interesa en esta hora. Por eso apelamos a los más de cien mil militantes que tiene la DC para que ejerzan su derecho y muestren que las bases están despiertas, atentas a los sucesos políticos y si están inscritos en un partido es para ejercer su derecho a votar.

Pensando en el presente y en el futuro: el mundo que vamos a construir requiere que trabajemos desde hoy con la vista fija en la meta, sin desviar el camino, sabiendo de los pesares y de las victorias.

lunes, febrero 16, 2015

DÁVALOS Y PENTA: CASIS INCOMPARABLES



Trato de entender lo que está pasando y me cuesta mucho. La derecha ha logrado poner a un mismo nivel, sino peor, los delitos cometidos por los que dirigían el grupo Penta, sus empleados y los políticos a los cuales financiaron, con las conductas de Dávalos, el hijo de Michelle Bachelet.
Confieso que no es sencillo de entender. El decano de la prensa chilena dedica casi siete de sus páginas a tratar el “caso Dávalos” y en la misma edición, menos de un cuarto de página al caso de los pagos de Penta al subsecretario de Minería de Piñera.
Dávalos se defiende: si trabajo para el Estado, se me critica; si trabajo en el mundo privado, también. Yo pregunto: ¿Y si no trabajara en nada no sería sospechoso, al no demostrar el origen del dinero con que vive? Parece que está en un callejón sin salida, atrapado, por su condición de hijo de quien ejerce la Presidencia de la República. En el anterior mandato tenía un cargo de poca monta en la Dirección Económica del Ministerio de RR.EE. Fue tanto lo que se escandalizó, que debió renunciar e irse al mundo privado. ¿Qué podía hacer? Lo que sabe – que no es mucho – así es que se dedicó a los negocios, asociándose con su señora. Bajo perfil. Gracias a lo que ganó en ese mundo y a que su esposa seguía trabajando, pudo aceptar el cargo que le ofreció la mamá: el que corresponde a una “primera dama” en la estructura machista establecida en tiempos de Pinochet. Es un cargo sin remuneración, pues la señora del Presidente vive de lo que gana su marido. A sí no más. Pero Dávalos es hijo y aceptó el cargo gratuito porque su esposa hace buenos negocios.
Y tan buenos que le permiten ganar grandes sumas de dinero en operaciones inmobiliarias. Compra barato – con plata ajena como lo hacen todos los empresarios con acceso bancario – y vende caro. Por esa ganancia por cierto que pagará sus impuestos. Todo eso en regla.
¿Dónde estuvo lo malo? En que ese crédito, solicitado antes de la segunda vuelta presidencial en 2013, lo obtuvo en una gestión personal con el Jefe del grupo económico dueño del Banco, uno de los sujetos más ricos del país. ¿Por qué debió ser así? ¿Lo habían negado antes? ¿Ellos se conocían? ¿Hubo promesas inadecuadas? ¿Hubo extorsión? No, lo malo es que a esa reunión ella fue con su marido, que es Dávalos, el hijo de la que iba a ganar la elección. ¿Y si Dávalos no hubiera ido? Que haya ido es claramente una falta de prolijidad, pues constituía una especie de “presión indebida”, si es que a ese sujeto se le puede presionar. Es una falla estética – no sólo por el aspecto de Dávalos – sino porque inevitablemente aparece como un intento de darle más peso a la reunión. Pero, ¿y si no hubiera ido? ¿El Banco se iba a perder los intereses que ganaría en esa operación comercial? ¿No era igual un bueno negocio?
La conducta de Dávalos se acerca a la tontería, a lo reprochable desde el punto de vista de las apariencias, pero parece duro pedirle a un matrimonio joven que, por su parentesco con quien ejerce el más alto cargo u otro alto cargo en la República - no trabaje ninguno de los dos para el Estado, que no negocien con el Estado, que no trabajen para privados, que no se relacionen con los bancos, que no pidan créditos, que no hagan negocios grandes, que no ganen mucho dinero.
Porque el caso ni siquiera es comparable a los gastos de Secretaría General de la Presidencia para arreglar los entuertos de uno de los hijos de Pinochet (departamento en Vitacura) o los gastos en que se incurrió al nombrar a otro de los suyos como “agregado civil” en alguna ciudad de Estados Unidos, con enormes gastos de representación. O lo que se gastaba en guardias personales de cada uno de estos hijos.
Tampoco es equiparable con quienes pagaron dineros inexplicables a un subsecretario, tan inexplicables que una señora relacionada debió dar boletas falsas para que él obtuviera el dinero. Lo menos que tenemos es el fraude tributario y la falsificación, sin perjuicio del soborno que ello implica. Tampoco con quienes dieron dineros a políticos mediante maniobras falsas, inventando negociaciones (un informe no utilizado), honorarios (20 millones por almuerzo), pagando boletas de terceros por servicios no prestados a la empresa, lo que genera, además de la falsificación en sí misma, perjuicios tributarios al fisco y, lo que es más grave una falsificación probable de los resultados electorales. Los diputados y senadores elegidos no creen necesario renunciar pese a haber mal conseguido sus cargos. El ministro involucrado dice que no había asumido todavía, así es que tampoco renuncia, aunque su documento no haya sido leído.
¿Nos vamos a olvidar de Piñera, LAN, Chilevisión? ¿Nos vamos a olvidar de la enorme multa que pagó Piñera para acallar las voces en sus manejos cuando se apropió de LAN usando indebidamente información privilegiada? E igual fue elegido y la prensa decanal calló.
Dávalos, diríamos como el Ministro francés de hace dos siglos, cometió más que un crimen, una estupidez. Por eso debe retirarse. ¿De qué va a vivir? ¿Podrá trabajar? La prensa de derecha estará a la caza de lo que haga para culpar a su mamá.
Pero digamos también, sobre los otros, Délano y los demás, como el Fiscal norteamericano: no cayó por los asesinatos ni por otros hechos repudiables, cayó por los impuestos.
¿Y la ética? ¿Y la moral católica? ¿Y la probidad y la transparencia? Es tanto lo que queda en el aire.
Echo de menos esos tiempos en que las personas asumían sus responsabilidades y las consecuencias de ello. E iban a la cárcel. A veces. Y los estúpidos a sus casas.

sábado, febrero 07, 2015

PREOCUPACIÓN POR LA DEMOCRACIA



Patricio Melero, con una dureza de rostro digna de mejor causa declara, interrogado por la prensa acerca de la encuesta de Adimark, el caso Penta, la situación de la UDI y el nuevo proyecto del gobierno (tema aborto) ; sostiene que la situación es delicada y que debe despertarse una profunda preocupación en la sociedad respecto de la política y la democracia, atendido que la encuesta revela que la mayoría de los chilenos rechaza al actual gobierno y eso es tremendamente grave y reflejaría una inestabilidad muy delicada.
Del 11% de la derecha (¿cuánto de eso le tocará a la UDI?) que recién ha formado una nueva coalición (sin nombre, pues ellos esperaban que fueran cinco y no sólo cuatro, para poder llamarle Penta- algo) no se pronuncia más que para decir que ellos deben hacer una cierta revisión de sus posiciones. Pero, a reglón seguido, si se permite la expresión, las embiste contra el nuevo proyecto (sin conocerlo en detalle todavía) en el mismo estilo que lo hizo la UDI frente a las reformas tributaria, educacional, el AUP, el fin del binominal y la propuesta de reforma laboral.
Vamos de a poco.
La encuesta reflejaría la opinión de los chilenos en condiciones de votar, de los cuales sólo lo hizo la mitad en las elecciones presidenciales. Es decir, el 65 por ciento obtenido por Bachelet en la última elección se debe traducir en esta encuesta en un 32,5%. Este es su piso. Es decir, si obtiene el 44% del total (votantes y no votantes) debemos entender que ha captado a un 11% más de lo que tenía al momento de ser elegida. Y está en alza. Esas son cifras duras y frías, como le gusta decir a Melero y al resto de los duros de rostro. De acuerdo a esta encuesta, la derecha recibe un apoyo del 11%, lo que significa que en términos electorales puede aspirar a un 6,5 por ciento.
Estoy de acuerdo con Melero: tendremos que estar muy inquietos. Por cierto, la desvalorización de la política es grave y los partidos han perdido credibilidad. Pensemos, por ejemplo, en lo grave que resulta que luego que la Democracia Cristiana acordara en su Congreso rechazar la idea de hacer voluntario el voto, casi todos sus parlamentarios hayan votado en favor de ese proyecto. ¿Cómo se les puede creer? O que Mariana Aylwin se sienta autorizada a militar en un movimiento liberal, hablar en contra del sistema de partidos, no reconocer el derecho del PDC a reclamar disciplina, y la directiva ni siquiera la someta al Tribunal de Disciplina Interna. O que Camilo Escalona ya lleve 40 millones gastados en una campaña interna de su partido.  O que la UDI tenga la relación que tiene con los grupos financieros y empresariales, no sólo violando normas de financiamiento político, sino participando sus dirigentes en actos susceptibles de ser considerados delitos, ni más ni menos que contra el Fisco cuyos intereses debieran proteger.
Suma y sigue. Estamos inquietos.
Puede ser delicado que un gobierno no tenga apoyo mayoritario, pero en ningún caso es demasiado grave, especialmente a la vista de lo que ha pasado en Chile (en el gobierno de Piñera, sin ir más lejos), en América Latina e incluso en otros países, como Estados Unidos y Francia.
Pero lo verdaderamente inquietante es que la derecha esté en los porcentajes que se revela en esta encuesta. No sólo porque eso puede anticipar una derrota de proporciones en las próximas elecciones, lo que en sí mismo no es malo, sino porque cuando la derecha percibe esas derrotas despierta sus aires nacionalistas, integristas, violentistas y golpistas. En 1965 sucedió eso y en pocos meses liberales y conservadores cedieron paso a los nacionalistas de Arnello, Jarpa, Prat y otros, formaron el Partido Nacional y se inició en forma evidente el camino golpista. El primer intento fue contra Frei Montalva y luego vino la contra hacia Allende que terminó con lo que sabemos, gracias al aporte de otros integrismos y fanatismos como los de Jaime Guzmán, Osvaldo Lira (hijo intelectual de Primo de Rivera) y Pablo Rodríguez Grez.
La derecha chilena carece de ideas políticas, salvo aquellas que surgen de su necesidad de defender sus intereses con buenos argumentos. A veces es la estabilidad, otras veces es la fe católica, en ocasiones será la libertad de mercado, pero siempre apuntando a la mantención de un sistema que durante 200 años les ha permitido evitar o frenar cambios trascendentales.
Y hoy en Chile vivimos un momento en el cual estamos enfrentando cambios y la derecha se desploma.
Por eso es indispensable que las fuerzas políticas recuperen la ética, se fortalezcan en sus ideas fundamentales, potencien las alianzas, pero por sobre todo que haya claridad de objetivos y métodos para hacer los cambios.
Estamos en un momento delicado, justamente cuando los dos principales partidos de gobierno tienen la posibilidad de elegir directivas que rompan el continuismo que tiene a la política en el estado de rechazo que hemos constatado.
Tal vez una fórmula puede ser que aquellos que se sentían desesperanzados, los que creían que ya no había que votar, los que pensaban renunciar a sus partidos, se reincorporen y voten para que puedan ser sustituidos los que han llevado la política al actual estado de cosas y quieren seguir en esa línea.


domingo, febrero 01, 2015

Camarada Carmen Hernández, ¡Presente!



La partida de Carmen nos lleva a reflexionar sobre lo que personas como ella aportan a la sociedad. Una mujer sencilla, de natural inteligencia y alta capacidad de trabajo, se comprometió desde joven por sus ideales y asumió la hermosa tarea de ser militante de la Democracia Cristiana.
Convencida de sus ideas, llevó adelante una vida intensa, expresando en cada conducta suya el contenido esencial de un modelo de sociedad con el que soñaba: justicia, fraternidad, respeto por la persona humana.
Afectuosa, atenta, de gran espíritu de sacrificio y colaboración, Carmen fue una demócrata cristiana ejemplar. No exenta de errores, supo reconocerlos y luchar por la superación.
Se hizo cargo de su entorno: las personas que la vida le confió, los vecinos, los camaradas. Imbricada en las tareas del diario vivir, fue generosa y esforzada, yendo más allá, incluso, de lo que su físico le permitía.
Basta ver a Ana María, para darse cuenta de cómo ella formó a los suyos, cuánto amor entregó y cuanta solidez hubo en cada uno de sus actos. La misma entrega, el mismo sacrificio, la misma solidez de las ideas, rindiendo siempre al máximo y haciendo bien todo lo que la demanda.
Carmen no fue suave con todos. Combatía con fiereza si era necesario, alzó su voz, salió a las calles y también se ocupó de los detalles que solo una madre o una dueña de casa sabe reconocer como urgentes: una palabra de aliento, un vaso de agua, un cariño al candidato derrotado, un reafirmación del compromiso en el diario caminar de una campaña.
Rodeada de los camaradas, de los amigos, acompañada en sus últimos meses de vida terrena con amor, partió dejando tareas: el ejemplo de una vida consagrada a la vida, de una existencia comprometida con sus convicciones y con las personas.
Nos deja tarea, desafío: ser fieles a un pensamiento y a una manera de vivir.