Quiero iniciar mi intervención agradeciendo a los presentadores. A Delia, con quien compartí los años duros en la Radio Cooperativa y a Sergio, compañero de estas búsquedas trascendentes.
Agradezco también a la editorial, que se entusiasmó en este proyecto.
Agradezco a todos ustedes que están aquí, porque de los lectores y los amigos se hace un entramado personal que es lo que nos va haciendo crecer como personas.
Agradezco a mis hijos y nietos, a la madre de mis hijos y mis amigas y mis amigas que tanto amor me han entregado, porque de ellos me he nutrido para seguir creciendo
Este año no fue fácil. La muerte de mi madre fue un hecho importante y aunque ya ha pasado el dolor, debo decir que me ha marcado mucho. No ha sido el único dolor, están las rupturas y las ausencias, pero todo va pasando y voy creciendo.
Hace 7 años publiqué LA CAMPANA INTERIOR. Ese fue un libro escrito a partir de la inquietud de mis alumnos, quienes querían un texto en relación con los temas del pensamiento holístico que enseño en el Diplomado de Syncronía.
Desde el mismo día, nació la idea del paso siguiente: un libro con más propuesta, con más audacia. Pero fueron surgiendo otros proyectos, dos de los cuales con esta misma editorial y escritos en conjunto con mi amigo Sergio Melnick.
Al querer dar el salto, apareció de nuevo la demanda por LA CAMPANA, libro ya agotado y que contaba con una reimpresión. Fue entonces que Andrea Viu y Francisco Ortega me incitaron: reescribe ese libro. Es decir, un nuevo libro que contenga el anterior y nuevas propuestas.
Al escribir RENACER pienso también en los que no van a estudiar, los que transitan por otros caminos y se sienten inquietos por los sucesos del mundo. Personas que buscan entender por qué hoy se habla de tantos temas que fueron misteriosos hasta hace pocos años: vidas pasadas, regresiones, Tarot, astrología, espiritualidad, energías, ángeles, oráculos.
¿Por qué escribir y publicar esta obra?
Porque estamos en el final del principio, el último tramo del primer grado de una era que se abre convocadora y desafiante al mismo tiempo.
Los difusores de las culturas mayas han sostenido que el 21 de diciembre de 2012 se marca el final de un tiempo, lo que algunos han interpretado como el fin de todo y la destrucción del planeta. No hay ningún antecedente para que ello suceda. No hay más erupciones ni cataclismos, lo que pasa es que ahora los sabemos. Me atrevo a decir que lo que caerá en pedazos no serán los edificios, sino los viejos paradigmas y los viejos estilos, las antiguas formas de enseñar, de aprender, de sanar, de convivir, de organizar la sociedad.
Llevamos décadas transitando por Acuario sin que haya cesado la influencia de la era del dolor y la confusión. La claridad y la verdad se abren paso desde que los seres humanos respondieron a las bombas atómicas sobre Japón y a la eliminación de millones de seres humanos por parte del nazismo, con una declaración de LOS DERECHOS HUMANOS y no con una llamada a la venganza.
Se prendió la antorcha, con la mano de ese notable chileno que fue Hernán Santa Cruz, y el mundo comenzó un camino vacilante en las formas pero resuelto en el fondo.
Hoy, en la séptima década, podemos afirmar que hay más conciencia, más compromiso y más esperanzas, pese a que los defensores de la era que muere y los detentadores del poder intenten todo lo contrario.
El 2012, el solsticio de verano del hemisferio sur y el de invierno del hemisferio norte, marcan un límite, aunque el 22 de diciembre nos despertemos igual en apariencia.
El mundo está cambiando, como decía la canción de los sesenta y cambiará más.
La inquietud cunde. La prensa da cuenta de misterios; la ciencia desata nuevas interrogantes al hacer descubrimientos sorprendentes sobre los orígenes del planeta y de la humanidad en su conjunto; la historia se plantea más preguntas; falsos profetas y agoreros anuncian catástrofes y el fin del mundo para cualquier día próximo; el cine plantea catástrofes e invasiones extraterrestres; experimentamos cambios acelerados y constantes de la tecnología nos modifican la vida; hay violencia, desconcierto, miedo al calentamiento global y a la guerra nuclear, no ya producto de los conflictos de las grandes potencias, si no de terroristas o grupos marginales que tratan de adquirir protagonismo.
El mundo está cambiando y cambiará más.
Es evidente que hay una apertura diferente. Cuando comenzamos a dictar los cursos en Syncronía, por allá por 1995, todo lo que hablábamos era “muy raro”. Hoy, los temas en que incursionábamos son mucho más conocidos y aceptados.
Es cosa de recorrer librerías, ver la prensa, escuchar las radios, conversar con nuestros amigos, para darnos cuenta que hay muchos tópicos hoy compartidos y que ayer eran prohibidos o silenciados por prejuicios e ignorancia.
Por eso este libro: porque la comprensión de nuestro mundo renace en vísperas de este límite y necesitamos de instrumentos conceptuales para comprender el presente y trabajar por la construcción de una sociedad mejor en el tiempo futuro.
Dos ideas me interesa recalcar:
Primero, que occidente – esas culturas que nacen entre el Trigris y el Eufrates, pasan por Europa y África y llegan hasta las costas del Pacífico - tiene una visión esotérica que, más oculta a veces, más pública otras, permite comprender el mundo sin que debamos recurrir a un oriente como gestor de toda la sabiduría. La sabiduría de occidente renace cuando, luego del despertar de la ciencia y la técnica, el ser humano se alza como el proyecto emblemático del presente, mientras en otras tierras los líderes de la paz y el amor están encarcelados.
Segundo, que mientras en cada una de las eras que nos precedieron durante al actual humanidad se alzó un avatar que catalizó la orientación, para la era que se inicia no hay más avatar que la conciencia generalizada de seres humanos que avanzan en el proyecto de amor.
En estos años está naciendo una nueva humanidad. La nuestra, que vivió las glaciaciones y su final, que vivió experiencias increíbles, la mayor parte de las cuales no se trasmitieron claramente hasta nosotros, esa humanidad fundadora de civilizaciones, esa humanidad que logró sobrepasar su propia violencia y proyectarse hasta la era acuariana, esa humanidad presencia su ocaso ante una nueva humanidad que ya está poblando el mundo.
Los viejos – es decir, los que ya tenemos más de 60 años – somos los últimos nacidos en la era que se muere e iniciamos, junto a los más jóvenes el proceso de construcción del tránsito. Los nacidos en 1974 y 1992, pertenecen a ambos mundos, son el nexo vivo entre la era que muere y la que comienza nacer. Algunos hablan de la generación perdida, otros de la generación sacrificada. Los menores, son los primeros integrantes de esta nueva humanidad.
Todos los que estamos vivos hoy, cualesquiera que sea el papel que estemos jugando, somos los protagonistas del cambio de era. Somos los “constructores”, los “trabajadores de la luz” o, simplemente, como me gusta decirlo a mí, “trabajadores del nuevo paradigma”.
Mi principal aporte creativo reside en la forma de presentar el contenido, desde la compilación y organización del conocimiento, hasta el uso de palabras del lenguaje común para referirme a temas hasta ahora manejados como materias de especialistas, a lo que deberán agregarse mis particulares puntos de vista, nacidos no sólo de mis aprendizajes, sino también de mis experiencias.
Quiero que este libro sea recibido como un intento desatar en el interior de cada persona, no la adhesión a mis ideas, sino un proceso de diálogo, agitación, interés. No pretendo que estén de acuerdo conmigo, sino que acepten la oportunidad de reflexionar y mirar dentro de sí y más allá de sí mismos simultáneamente, consiguiendo que se activen nuevas conexiones internas con el conocimiento, el pensamiento y la sabiduría.
Abro puertas y ventanas, sabiendo que nadie hace el camino por otro. No olvidemos que la gran paradoja de la visión holística del mundo es la comprensión de que nada es sólo individual, aunque sea siempre individual y que nada es sólo grupal, aunque sea siempre grupal.
Finalmente, permítanme decirles que soy un optimista. Invitado por Radio Uno, escribí y leí un texto para los chilenos del 2110. En ese texto decía:
“El amor es el motor que me mueve y que mueve a muchos hoy. Amar es dar y recibir, amar es entregar la energía, es comprometerse intensamente compartiendo el dolor y la alegría.
Todo esto es lo que constituye mi sueño: una sociedad de respeto, amor, solidaridad, justicia, participación y el más pleno desarrollo humano.
Y soy un optimista. A mis alumnos de hoy les digo: antes de 200 años, estaremos viviendo ese mundo.
Ustedes, chilenos del 2110, están mitad del camino. ¿Cuánto han avanzado? ¿Son ustedes la generación que estamos esperando o Chile deberá esperar a otros?
Por mientras nosotros escribimos y leemos, nos reunimos.
Compramos el libro.
Discrepamos, concordamos y, sobre todo, celebramos. Viva el amor.
sábado, noviembre 20, 2010
jueves, noviembre 04, 2010
Las penas
Me preguntas cómo se viven las penas y el dolor.
Para esto no hay recetas, sólo te traspaso mi experiencia.
Las penas las vivo con alegría.
Lloro, pero sabiendo que todo dolor tiene un significado y que no existe el pesar eterno.
Comprenderé el significado y trabajaré por descubrir las nuevas rutas hacia el cumplimiento de mi tarea.
Eso y no otra cosa será la felicidad.
jueves, octubre 14, 2010
DE LA CULPA A LA LIBERTAD
Presentación en el seminario LAS FANTASÍAS DEL CAMBIO organizado por la revista COSAS.
Gracias a dios, hombres y mujeres somos distintos. Repito con el poeta: “no conozco el sexo opuesto, sólo conozco el sexo complementario”.
Porque he descubierto que hombres y mujeres no somos enemigos ni seres confrontacionales, sino dos partes necesarias de un proceso maravilloso, que es la vida misma.
Según uno de los relatos bíblicos, cuando dios creaba el mundo, al llegar al sexto día creó al ser humano.
Vamos al texto preciso:
Dijo dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”.
“Creó, pues, dios al ser humano a imagen suya, a imagen de dios lo creó, macho y hembra los creó”.
A ellos les dio la tarea ser fecundos y multiplicarse; y dominar todo lo que existe. Puso la naturaleza entera a su servicio, animales y vegetales, para que hiciera todo cuanto debía hacer. Ni siquiera les prohibió comer esto o lo otro.
Este antiguo texto nos habla de este ser humano plural, macho y hembra, que se complementan para poblar el mundo y dominarlo, para transformar la realidad y abrirse paso en medio de la naturaleza, en un proyecto que es, nada más ni nada menos, que el de alcanzar la divinidad.
Seres creados a imagen y semejanza de ese dios único e integrador, que buscan su propia integración, en un esfuerzo constante de progreso espiritual.
Son dos energías, una de actuar y otra de acoger, una de penetrar y otra de recibir, una de plantar la semilla y otra de hacerla de germinar, energías que se presentan como proyectos concurrentes.
Hasta que un día, hace varios miles de años, al nacer la era de Leo, cuando terminaban los hielos y los seres humanos se abrían paso recuperando tierras y animales, surgieron aquellos que querían la gloria y el poder para sí, los que querían mandar y ser obedecidos, imponer su voluntad.
Fuerza misteriosa, una compulsión de dominar, todo ello vinculado a la idea que nos proporciona el sol. Es la ansiedad de una realeza o de una tiranía, la apropiación de las relaciones con lo divino, que confrontarán las energías de la conservación y la gestación con las del acto de engendrar y partir.
Los modelos van cambiando y, mientras en unos pueblos las antiguas sacerdotisas sedentarias logran mantener las tradiciones de integración, respecto y acogida, en otros, los guerreros nómades quieren apoderarse de todo lo que está a su paso, destruir lo que no comprenden y someter a las fuerzas que parecen estar fuera de su control.
Las sacerdotisas serán sometidas o destruidas, para entregar a sacerdotes masculinos el mando.
La fuerza aplasta a la sabiduría.
No es la confrontación de hombres contra mujeres, sino de machos ambiciosos de poder contra el orden armónico de las relaciones complementarias, en sociedades en las que la paz y el entendimiento constituían las motivaciones centrales de los administradores.
Los pueblos del oriente someten con dureza a todo lo que se oponga a estos nuevos poderes de la fuerza y al mando unipersonal o de grupos reducidos que se autoproclaman superiores.
Son los machos. Las hembras serán sometidas, postergadas, maltratadas.
Y así se construye en ese oriente extremo, una civilización sobre la base de una feroz dictadura machista que ya lleva cinco mil o más años, en que el poder se ha radicado en la energía masculina tanto de los hombres, como de ciertas mujeres que predominan en los momentos en que los hombres se debilitan.
En nuestro occidente va pasando de todo, pues mientras en algunos pueblos dominadores se mantienen las valoraciones de lo femenino, otros deciden imponer la energía del macho.
Siguiendo las corrientes de una nueva mitología, surgen las religiones que conducirán hacia las civilizaciones contemporáneas.
Un dios machista, colérico, reglamentario y guerrero, autodenominado “señor de los ejércitos” - lo que ya dice mucho de sí mismo y sus estilos - ordena una estrategia en la que la mujer sólo cumplirá papeles secundarios, utilitarios o malévolos.
Se incrusta, entonces, en la Biblia, el segundo relato de la creación:
“Yahvé dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente.”
“Tomó Yahvé dios al hombre y lo dejó en el jardín del Edén para que lo labrase y cuidase. Y dios impuso al hombre este mandamiento: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día en que comieres de él, morirás sin remedio”.
“Dijo luego Yahvé dios: no es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”.
Entonces dios creó los animales.
“Pero no encontró el hombre en ellos una ayuda adecuada.”
Entonces dios hizo dormir al hombre, le sacó una costilla y de ella hizo una mujer. Y el hombre se alegró, porque la reconoció como suya, dependiente de él, una ayuda adecuada.
Pero muy pronto, este dios machista, no contento con esta subordinación, hace recaer sobre la mujer un atentando contra dios mismo, el pecado más grande la humanidad, que traerá desde su óptica, consecuencias a todo el mundo.
Dice el texto bíblico que la serpiente, el más astuto de todos los animales, dialogó con la mujer para incitarla a comer del árbol prohibido, sosteniendo que:
“De ninguna manera moriréis. Es que dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.”
Entonces la mujer comió y dio de comer a su marido, que igualmente comió.
Y cuando dios interpela al hombre, preguntándole si ha comido del fruto prohíbido, éste respondió: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí”.
Él es víctima de la mujer que dios le dio. La inocencia de los hombres es atávica.
La mujer, como toda defensa, arguye haber sido seducida por la serpiente, pero no niega su responsabilidad y participación.
Y dios le da como castigo la fatiga de los embarazos y el dolor del parto, además del anatema: “Hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará”. ¡EL TE DOMINARÁ!...
No extenderé esta intervención con los numerosos castigos que se impone a las mujeres o con la diferencia en cuanto a castigar a una mujer por sus faltas a la ley en forma mucho más dura que a un hombre por la misma razón y situación.
Todo se justifica, porque por una mujer entró el pecado en el mundo y serán las mujeres las que, intrigando, traicionando, mintiendo, faltas de fe, incitadoras del pecado, dificultarán el acceso del hombre a la santidad.
Dos mil quinientos años después, junto con estigmatizar a los humanos entre normales y anormales, otro profeta, esta vez de las ciencias y la sicología, Freud, no sólo ratifica las culpas femeninas, sino que consagra su frustración e inferioridad al sexo masculino en una proclama sobre la relevancia del falo.
Se ha construido un modelo en que las mujeres deben pagar histórica y eternamente por sus culpas, sin más explicación: las cosas son así, dicen los defensores de la urdida “normalidad”.
Pero las cosas no serán siempre así, sino que comienzan a cambiar.
No sólo el peso de la historia, sino la fuerza cósmica de los ciclos universales, reconducen las energías hacia el punto debido.
Cuando hoy, en vísperas del 2012, vivimos los últimos tramos del primer grado acuariano, cuando experimentamos el fin del principio de la nueva era, sabemos que estamos en las antípodas de ese momento de los deshielos, cuando surgió la fuerza del macho, revestido de patriarcalismo o de simple guerrero.
Hoy el mundo está en el cambio, es el cambio de era y el inicio de la era de la transformación.
Por eso esta convocatoria que hoy nos hace la Revista Cosas es desafiante y hermosa: Las fantasías del cambio. La fantasía es nuestra capacidad de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las cosas ideales en forma sensible o de idealizar las reales.
Y eso es lo que estamos haciendo. Poner palabra e imagen en nuestro interior a los desafíos que estos dos milenios precedentes y los milenios siguientes nos proponen.
Soñaremos con el mundo de amor, paz, armonía y compañerismo, sin culpas ni dominaciones.
Dije en mi poema “Compañera”:
En el frío, tus ojos
en el miedo, tu abrazo
en la ansiedad, tus piernas
abierta tú, hermosa
esperando mi cuerpo
mi humedad,
la dureza interrogante.
Gracias, amada
por tu mano
ahora mismo
puesta aquí
en esta espalda mía
ahora, aquí
en esta hora de dudas
en esta mañana de chubascos
y dolores.
En la mesa dura
en la inmensidad pendiente,
toda tú, amada compañera.
Hace dos mil años, el avatar de la naciente era de Piscis, Jesús también llamado Cristo, reabrió espacios a las mujeres, pero sus seguidores prefirieron continuar con el imperio de la era y redujeron a una sola mujer el aporte: proclamando que así como por una mujer entró el pecado en el mundo, por una entró la salvación.
Y para ello era preciso que esa concepción no considerara como parte del natural proceso de engendrar, el placer sexual de esa mujer, a través de la cual además se ha querido condenar a la privación eterna de otro goce que no sea la contemplación y obediencia a su hombre.
Pero, ya han pasado dos mil años y muchos procesos. Las mujeres han sido mayoritarias en sustentar el mundo esotérico, pero aun en esas vertientes de conocimiento, los hombres se han convertido en los jefes, los guías, los gurúes. Sólo unos pocos movimientos abren paso a mujeres como Madame Blavastky, Annie Beasant, Pamela Colman Smith y otras pioneras.
Puede ser cierto que esas mujeres no aspiran a otro poder que el interior, el que surge del amor y del espíritu, del esfuerzo íntimo y del desarrollo personal. Pero no ésa la organización que la naturaleza y la divinidad han propuesto al mundo.
Hay algo natural en los cuerpos de hombre y mujer. No somos iguales y ya lo sabemos. No es lo mismo recibir que penetrar. Nuestras energías son diferentes, nuestra musculatura, nuestros cerebros, nuestras pieles, las formas y las hormonas, todo es distinto.
Desde esa naturaleza física distinta, surge una condicionante psicológica que se relaciona íntimamente con la energía de contención y recepción – femenina - y la de acción y movimiento - masculina -, que tanto para hombres y mujeres debe llegar a darse en iguales proporciones, respetando el cuerpo y la psiquis, validando lo profundo del alma humana.
Es la mágica relación entre lo natural y lo que aprendemos
Hay algo propio de cada uno, de hombres y mujeres, que debe manifestarse de modo potente y algo ajeno que hacemos propio.
La primera mitad del siglo XX fue el tiempo de la antesala del cambio.
Las mujeres tienen hoy espacios sociales de los que no disponían hace algunos decenios.
Al promediar el siglo XX obtienen su derecho a voto y, como ciudadanas, pueden intervenir en política. Desde entonces, el mundo universitario y el mundo del trabajo han abierto puertas antes vedadas y muchas mujeres se han incorporado a tareas que fueron por mucho tiempo privativas de los hombres. Como bien sabemos, incluso, en ciertas áreas específicas, ahora sólo se piensa en contratar mujeres.
Muchas mujeres han asumido que el rol de “proveedor del hogar” ya no corresponde solamente al hombre, hasta el punto que hay un alto porcentaje de mujeres que han sido definidas como “jefes de hogar”.
Gran parte de esas mujeres, de distintos sectores sociales, viven la experiencia de la duplicidad de roles: altas exigencias en el manejo del hogar y papel de proveedor único o compartido.
La incorporación al mundo del trabajo como un espacio de satisfacción y realización integral, se ve algunas veces postergada o disminuida por la opción que la mujer hace de dedicarse unos años a “la crianza” de los hijos. Si bien es cierto que esa función es asumida gozosamente en cierta etapa, rápidamente se adquiere conciencia de que, siendo eso muy importante y dignificador, no siempre es visto y vivido así, no sólo por la sociedad (lo que sería poco significativo) o por ella misma (lo que sería suficiente como para asumirlo con seriedad), sino por los otros integrantes del grupo familiar (lo que resulta ser injusto y doloroso).
El sacrificio personal de mujeres que postergan su propia realización profesional y el desarrollo de ámbitos personales, no es apreciado cuando muchos sostienen que la mujer que se consagra a la crianza, a veces de numerosos hijos, es una mujer “que no trabajaba”.
Entre mitad del siglo XX y estos días de la primera década del siglo XXI, presenciamos una dramática postergación.
El sacrificio de sí misma en aras del bienestar de la familia no siempre es comprendido ni aceptado por los otros y la propia mujer se siente desvalorizada. Hay veces en que acepta vivir una suerte de situación disminuida, como si ella no pudiera hacer nada significativo por sí misma.
Por otro lado, hay mujeres que no tienen la alternativa, sino que deben asumir el rol laboral por imperativos económicos o sociales. Lo que ellas viven, cuando tienen hijos, es similar a lo que le sucede a aquellas otras a quienes se ha propuesto, como estrategia de superación de las frustraciones, salir en busca de un trabajo. Sin descartar que en algún caso eso pueda ser efectivo, el problema es más profundo.
Desarrollar una actividad remunerada fuera de casa o experimentar la realidad de vivir ambos roles de modo inevitable, puede conducir a mayores frustraciones, a sentimientos de culpa y a una angustia por tensiones (stress) que puede bajar la autoestima de modo peligroso, si acaso eso no va acompañado de la valoración consecuente.
Y todo esto sin olvidar que a iguales funciones, muchas veces las remuneraciones de las mujeres son inferiores a las de sus pares masculinos.
Me pregunto:
• ¿Se puede ser feliz viviendo no sólo la postergación, sino muchas veces la desvalorización de ese esfuerzo?
• ¿Es lícito pedir que se renuncie a los roles propios y excluyentes para asumir otras funciones en la sociedad?
• ¿Es posible modificar la realidad, pudiendo vivir feliz sin por ello abandonar las responsabilidades asumidas en el mundo exterior y los compromisos pactados en el nivel familiar?
Sí, todo es posible, pero para ello deben darse cambios en el nivel social y en el nivel personal. La vieja discusión respecto de qué es primero, si el cambio social o el personal, ha quedado fuera de contexto, ya que sabemos con certeza que ambos procesos se retroalimentan y son confluyentes.
La expansión de la conciencia personal y la asunción de las tareas que a cada quien corresponde, en una creciente dinámica de inserción en el medio social del cual podremos hacernos responsables junto a los demás, es la estrategia adecuada.
Es lo que hemos llamado DESARROLLO PERSONAL.
La persona se reconoce a sí misma, toma contacto con sus potencias y sus límites y, desde esa realidad asumida con conciencia creciente, es capaz de obtener espacios de mayor felicidad y plenitud en el campo de su propia realización.
Estamos en la hora del cambio y anticipamos lo que vendrá.
Es nuestra fantasía. Para ello debemos aprender a aceptar y aprender a transformar. Aceptar aquellas realidades que no se pueden cambiar; asumir el protagonismo en todo lo que nos toca realizar y transformar. Pero, lo más importante es tener sabiduría para distinguir ambas realidades.
Pero, las medidas concretas de nuestra vida deben ser fruto de actos conscientes y no sólo de recetas externas. El contacto de la realidad interior con las exigencias del mundo, permite formular planes concretos de vida que aumentan la felicidad y la sensación de plenitud. Muchos hemos tenido la experiencia de sentirnos contentos aun en medio de condiciones no siempre satisfactorias. Y eso se debe a que es posible encontrar la armonía, sin depender completamente del mundo exterior.
Cuando la persona conoce sus potencialidades y sus límites y se relaciona bien con ellos, introduce un elemento de cambio en su entorno.
En los años 70 surgió un movimiento que se expresa hasta hoy y que yo denomino “el camino de la confrontación”. La definición teórica se basa en que hombres y mujeres somos iguales y debemos tener los mismos derechos. Sin embargo ello va acompañado de demandas que pueden ser vistas como proteccionismo.
Sergio Melnick anunciaba (¡denunciaba!) hace un año en esta tribuna, que esa estrategia nos lleva a la desaparición del macho en un plazo no breve, pero no lejano.
A esta estrategia se ha opuesto la del “Camino de la integración”. Es el punto de vista de las comunidades esotéricas, los cabalistas cristianos, el pensamiento holístico.
La coniunctio spiritum, el coito sagrado entre el rey y la reina que los hace ser uno en carne y espíritu, la unión indisoluble en cada ser humano de las energías femeninas y las energías masculinas, nos conduce a la comprensión y el entendimiento.
Pero hoy, cuando ya avanzamos por Acuario, las cosas han ido aun más lejos. El camino que se abre por delante es el de la libertad. No más la culpa de todos los males para las mujeres, pero tampoco forma alguna de privilegio y supremacía.
Hoy la tarea es construir la verdadera libertad, fuente del verdadero poder. La libertad es la capacidad de comprometerse consigo mismo y con el otro; asumir la posibilidad del error; la decisión de cumplir o no cumplir la tarea asumida antes de nacer.
El cambio nos lleva a esta ruta: la horizontalización de las relaciones, el respeto por la persona humana, el reconocimiento de la integración de las energías diferentes y, la libertad, por sobre todo la libertad, para elegir hacernos cargos de nuestro propio ser y de nuestra propia tarea.
Las culpas han quedado atrás. Hoy sabemos que todo es compartido y nadie es más o menos culpable por su naturaleza.
Los hombres miramos a las mujeres del siglo XXI y les decimos que queremos sentirlas fuertes y libres, tiernas y presentes, buscando el encuentro.
No más culpas: es la hora de respirar hondo y amarnos en la intensidad de la diferencia y en la igualdad esencial del espíritu.
Es la fantasía del cambio, lo que ansiamos construir: seres libres y amorosos, que se encuentran porque deciden hacerlo, porque deciden amar y no sólo porque quieren satisfacer necesidades.
Por ello, leo el poema que tanto le gustó a Lola Hoffman, la mujer que se atrevió a cruzar umbrales cuando cumplió los cincuenta años.
ALIVIO
CONTIGO siento alivio.
Porque puedo amar sin excusas,
puedo reír sin decir por qué
puedo llorar sin esconderme.
Siento ese alivio profundo
de no tener que cuidarte
ni consolar tu llanto
ni hacer coro a tu alegría.
Siento alivio
porque tienes vida,
la tuya propia
y no me pides nada.
Siento alivio, profundo,
desde el vientre y el pulmón
con un amor certero y
un beso en la cara.
Siento alivio
porque no te enseñé a caminar
ni hablar ni reír
sino que llegaste por tus propios pies
llevando tu carga,
tan tuya,
y no me pides nada.
Contigo siento alivio
pues ni siquiera esta noche
debo decirte gracias.
Gracias a dios, hombres y mujeres somos distintos. Repito con el poeta: “no conozco el sexo opuesto, sólo conozco el sexo complementario”.
Porque he descubierto que hombres y mujeres no somos enemigos ni seres confrontacionales, sino dos partes necesarias de un proceso maravilloso, que es la vida misma.
Según uno de los relatos bíblicos, cuando dios creaba el mundo, al llegar al sexto día creó al ser humano.
Vamos al texto preciso:
Dijo dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”.
“Creó, pues, dios al ser humano a imagen suya, a imagen de dios lo creó, macho y hembra los creó”.
A ellos les dio la tarea ser fecundos y multiplicarse; y dominar todo lo que existe. Puso la naturaleza entera a su servicio, animales y vegetales, para que hiciera todo cuanto debía hacer. Ni siquiera les prohibió comer esto o lo otro.
Este antiguo texto nos habla de este ser humano plural, macho y hembra, que se complementan para poblar el mundo y dominarlo, para transformar la realidad y abrirse paso en medio de la naturaleza, en un proyecto que es, nada más ni nada menos, que el de alcanzar la divinidad.
Seres creados a imagen y semejanza de ese dios único e integrador, que buscan su propia integración, en un esfuerzo constante de progreso espiritual.
Son dos energías, una de actuar y otra de acoger, una de penetrar y otra de recibir, una de plantar la semilla y otra de hacerla de germinar, energías que se presentan como proyectos concurrentes.
Hasta que un día, hace varios miles de años, al nacer la era de Leo, cuando terminaban los hielos y los seres humanos se abrían paso recuperando tierras y animales, surgieron aquellos que querían la gloria y el poder para sí, los que querían mandar y ser obedecidos, imponer su voluntad.
Fuerza misteriosa, una compulsión de dominar, todo ello vinculado a la idea que nos proporciona el sol. Es la ansiedad de una realeza o de una tiranía, la apropiación de las relaciones con lo divino, que confrontarán las energías de la conservación y la gestación con las del acto de engendrar y partir.
Los modelos van cambiando y, mientras en unos pueblos las antiguas sacerdotisas sedentarias logran mantener las tradiciones de integración, respecto y acogida, en otros, los guerreros nómades quieren apoderarse de todo lo que está a su paso, destruir lo que no comprenden y someter a las fuerzas que parecen estar fuera de su control.
Las sacerdotisas serán sometidas o destruidas, para entregar a sacerdotes masculinos el mando.
La fuerza aplasta a la sabiduría.
No es la confrontación de hombres contra mujeres, sino de machos ambiciosos de poder contra el orden armónico de las relaciones complementarias, en sociedades en las que la paz y el entendimiento constituían las motivaciones centrales de los administradores.
Los pueblos del oriente someten con dureza a todo lo que se oponga a estos nuevos poderes de la fuerza y al mando unipersonal o de grupos reducidos que se autoproclaman superiores.
Son los machos. Las hembras serán sometidas, postergadas, maltratadas.
Y así se construye en ese oriente extremo, una civilización sobre la base de una feroz dictadura machista que ya lleva cinco mil o más años, en que el poder se ha radicado en la energía masculina tanto de los hombres, como de ciertas mujeres que predominan en los momentos en que los hombres se debilitan.
En nuestro occidente va pasando de todo, pues mientras en algunos pueblos dominadores se mantienen las valoraciones de lo femenino, otros deciden imponer la energía del macho.
Siguiendo las corrientes de una nueva mitología, surgen las religiones que conducirán hacia las civilizaciones contemporáneas.
Un dios machista, colérico, reglamentario y guerrero, autodenominado “señor de los ejércitos” - lo que ya dice mucho de sí mismo y sus estilos - ordena una estrategia en la que la mujer sólo cumplirá papeles secundarios, utilitarios o malévolos.
Se incrusta, entonces, en la Biblia, el segundo relato de la creación:
“Yahvé dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente.”
“Tomó Yahvé dios al hombre y lo dejó en el jardín del Edén para que lo labrase y cuidase. Y dios impuso al hombre este mandamiento: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día en que comieres de él, morirás sin remedio”.
“Dijo luego Yahvé dios: no es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”.
Entonces dios creó los animales.
“Pero no encontró el hombre en ellos una ayuda adecuada.”
Entonces dios hizo dormir al hombre, le sacó una costilla y de ella hizo una mujer. Y el hombre se alegró, porque la reconoció como suya, dependiente de él, una ayuda adecuada.
Pero muy pronto, este dios machista, no contento con esta subordinación, hace recaer sobre la mujer un atentando contra dios mismo, el pecado más grande la humanidad, que traerá desde su óptica, consecuencias a todo el mundo.
Dice el texto bíblico que la serpiente, el más astuto de todos los animales, dialogó con la mujer para incitarla a comer del árbol prohibido, sosteniendo que:
“De ninguna manera moriréis. Es que dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.”
Entonces la mujer comió y dio de comer a su marido, que igualmente comió.
Y cuando dios interpela al hombre, preguntándole si ha comido del fruto prohíbido, éste respondió: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí”.
Él es víctima de la mujer que dios le dio. La inocencia de los hombres es atávica.
La mujer, como toda defensa, arguye haber sido seducida por la serpiente, pero no niega su responsabilidad y participación.
Y dios le da como castigo la fatiga de los embarazos y el dolor del parto, además del anatema: “Hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará”. ¡EL TE DOMINARÁ!...
No extenderé esta intervención con los numerosos castigos que se impone a las mujeres o con la diferencia en cuanto a castigar a una mujer por sus faltas a la ley en forma mucho más dura que a un hombre por la misma razón y situación.
Todo se justifica, porque por una mujer entró el pecado en el mundo y serán las mujeres las que, intrigando, traicionando, mintiendo, faltas de fe, incitadoras del pecado, dificultarán el acceso del hombre a la santidad.
Dos mil quinientos años después, junto con estigmatizar a los humanos entre normales y anormales, otro profeta, esta vez de las ciencias y la sicología, Freud, no sólo ratifica las culpas femeninas, sino que consagra su frustración e inferioridad al sexo masculino en una proclama sobre la relevancia del falo.
Se ha construido un modelo en que las mujeres deben pagar histórica y eternamente por sus culpas, sin más explicación: las cosas son así, dicen los defensores de la urdida “normalidad”.
Pero las cosas no serán siempre así, sino que comienzan a cambiar.
No sólo el peso de la historia, sino la fuerza cósmica de los ciclos universales, reconducen las energías hacia el punto debido.
Cuando hoy, en vísperas del 2012, vivimos los últimos tramos del primer grado acuariano, cuando experimentamos el fin del principio de la nueva era, sabemos que estamos en las antípodas de ese momento de los deshielos, cuando surgió la fuerza del macho, revestido de patriarcalismo o de simple guerrero.
Hoy el mundo está en el cambio, es el cambio de era y el inicio de la era de la transformación.
Por eso esta convocatoria que hoy nos hace la Revista Cosas es desafiante y hermosa: Las fantasías del cambio. La fantasía es nuestra capacidad de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las cosas ideales en forma sensible o de idealizar las reales.
Y eso es lo que estamos haciendo. Poner palabra e imagen en nuestro interior a los desafíos que estos dos milenios precedentes y los milenios siguientes nos proponen.
Soñaremos con el mundo de amor, paz, armonía y compañerismo, sin culpas ni dominaciones.
Dije en mi poema “Compañera”:
En el frío, tus ojos
en el miedo, tu abrazo
en la ansiedad, tus piernas
abierta tú, hermosa
esperando mi cuerpo
mi humedad,
la dureza interrogante.
Gracias, amada
por tu mano
ahora mismo
puesta aquí
en esta espalda mía
ahora, aquí
en esta hora de dudas
en esta mañana de chubascos
y dolores.
En la mesa dura
en la inmensidad pendiente,
toda tú, amada compañera.
Hace dos mil años, el avatar de la naciente era de Piscis, Jesús también llamado Cristo, reabrió espacios a las mujeres, pero sus seguidores prefirieron continuar con el imperio de la era y redujeron a una sola mujer el aporte: proclamando que así como por una mujer entró el pecado en el mundo, por una entró la salvación.
Y para ello era preciso que esa concepción no considerara como parte del natural proceso de engendrar, el placer sexual de esa mujer, a través de la cual además se ha querido condenar a la privación eterna de otro goce que no sea la contemplación y obediencia a su hombre.
Pero, ya han pasado dos mil años y muchos procesos. Las mujeres han sido mayoritarias en sustentar el mundo esotérico, pero aun en esas vertientes de conocimiento, los hombres se han convertido en los jefes, los guías, los gurúes. Sólo unos pocos movimientos abren paso a mujeres como Madame Blavastky, Annie Beasant, Pamela Colman Smith y otras pioneras.
Puede ser cierto que esas mujeres no aspiran a otro poder que el interior, el que surge del amor y del espíritu, del esfuerzo íntimo y del desarrollo personal. Pero no ésa la organización que la naturaleza y la divinidad han propuesto al mundo.
Hay algo natural en los cuerpos de hombre y mujer. No somos iguales y ya lo sabemos. No es lo mismo recibir que penetrar. Nuestras energías son diferentes, nuestra musculatura, nuestros cerebros, nuestras pieles, las formas y las hormonas, todo es distinto.
Desde esa naturaleza física distinta, surge una condicionante psicológica que se relaciona íntimamente con la energía de contención y recepción – femenina - y la de acción y movimiento - masculina -, que tanto para hombres y mujeres debe llegar a darse en iguales proporciones, respetando el cuerpo y la psiquis, validando lo profundo del alma humana.
Es la mágica relación entre lo natural y lo que aprendemos
Hay algo propio de cada uno, de hombres y mujeres, que debe manifestarse de modo potente y algo ajeno que hacemos propio.
La primera mitad del siglo XX fue el tiempo de la antesala del cambio.
Las mujeres tienen hoy espacios sociales de los que no disponían hace algunos decenios.
Al promediar el siglo XX obtienen su derecho a voto y, como ciudadanas, pueden intervenir en política. Desde entonces, el mundo universitario y el mundo del trabajo han abierto puertas antes vedadas y muchas mujeres se han incorporado a tareas que fueron por mucho tiempo privativas de los hombres. Como bien sabemos, incluso, en ciertas áreas específicas, ahora sólo se piensa en contratar mujeres.
Muchas mujeres han asumido que el rol de “proveedor del hogar” ya no corresponde solamente al hombre, hasta el punto que hay un alto porcentaje de mujeres que han sido definidas como “jefes de hogar”.
Gran parte de esas mujeres, de distintos sectores sociales, viven la experiencia de la duplicidad de roles: altas exigencias en el manejo del hogar y papel de proveedor único o compartido.
La incorporación al mundo del trabajo como un espacio de satisfacción y realización integral, se ve algunas veces postergada o disminuida por la opción que la mujer hace de dedicarse unos años a “la crianza” de los hijos. Si bien es cierto que esa función es asumida gozosamente en cierta etapa, rápidamente se adquiere conciencia de que, siendo eso muy importante y dignificador, no siempre es visto y vivido así, no sólo por la sociedad (lo que sería poco significativo) o por ella misma (lo que sería suficiente como para asumirlo con seriedad), sino por los otros integrantes del grupo familiar (lo que resulta ser injusto y doloroso).
El sacrificio personal de mujeres que postergan su propia realización profesional y el desarrollo de ámbitos personales, no es apreciado cuando muchos sostienen que la mujer que se consagra a la crianza, a veces de numerosos hijos, es una mujer “que no trabajaba”.
Entre mitad del siglo XX y estos días de la primera década del siglo XXI, presenciamos una dramática postergación.
El sacrificio de sí misma en aras del bienestar de la familia no siempre es comprendido ni aceptado por los otros y la propia mujer se siente desvalorizada. Hay veces en que acepta vivir una suerte de situación disminuida, como si ella no pudiera hacer nada significativo por sí misma.
Por otro lado, hay mujeres que no tienen la alternativa, sino que deben asumir el rol laboral por imperativos económicos o sociales. Lo que ellas viven, cuando tienen hijos, es similar a lo que le sucede a aquellas otras a quienes se ha propuesto, como estrategia de superación de las frustraciones, salir en busca de un trabajo. Sin descartar que en algún caso eso pueda ser efectivo, el problema es más profundo.
Desarrollar una actividad remunerada fuera de casa o experimentar la realidad de vivir ambos roles de modo inevitable, puede conducir a mayores frustraciones, a sentimientos de culpa y a una angustia por tensiones (stress) que puede bajar la autoestima de modo peligroso, si acaso eso no va acompañado de la valoración consecuente.
Y todo esto sin olvidar que a iguales funciones, muchas veces las remuneraciones de las mujeres son inferiores a las de sus pares masculinos.
Me pregunto:
• ¿Se puede ser feliz viviendo no sólo la postergación, sino muchas veces la desvalorización de ese esfuerzo?
• ¿Es lícito pedir que se renuncie a los roles propios y excluyentes para asumir otras funciones en la sociedad?
• ¿Es posible modificar la realidad, pudiendo vivir feliz sin por ello abandonar las responsabilidades asumidas en el mundo exterior y los compromisos pactados en el nivel familiar?
Sí, todo es posible, pero para ello deben darse cambios en el nivel social y en el nivel personal. La vieja discusión respecto de qué es primero, si el cambio social o el personal, ha quedado fuera de contexto, ya que sabemos con certeza que ambos procesos se retroalimentan y son confluyentes.
La expansión de la conciencia personal y la asunción de las tareas que a cada quien corresponde, en una creciente dinámica de inserción en el medio social del cual podremos hacernos responsables junto a los demás, es la estrategia adecuada.
Es lo que hemos llamado DESARROLLO PERSONAL.
La persona se reconoce a sí misma, toma contacto con sus potencias y sus límites y, desde esa realidad asumida con conciencia creciente, es capaz de obtener espacios de mayor felicidad y plenitud en el campo de su propia realización.
Estamos en la hora del cambio y anticipamos lo que vendrá.
Es nuestra fantasía. Para ello debemos aprender a aceptar y aprender a transformar. Aceptar aquellas realidades que no se pueden cambiar; asumir el protagonismo en todo lo que nos toca realizar y transformar. Pero, lo más importante es tener sabiduría para distinguir ambas realidades.
Pero, las medidas concretas de nuestra vida deben ser fruto de actos conscientes y no sólo de recetas externas. El contacto de la realidad interior con las exigencias del mundo, permite formular planes concretos de vida que aumentan la felicidad y la sensación de plenitud. Muchos hemos tenido la experiencia de sentirnos contentos aun en medio de condiciones no siempre satisfactorias. Y eso se debe a que es posible encontrar la armonía, sin depender completamente del mundo exterior.
Cuando la persona conoce sus potencialidades y sus límites y se relaciona bien con ellos, introduce un elemento de cambio en su entorno.
En los años 70 surgió un movimiento que se expresa hasta hoy y que yo denomino “el camino de la confrontación”. La definición teórica se basa en que hombres y mujeres somos iguales y debemos tener los mismos derechos. Sin embargo ello va acompañado de demandas que pueden ser vistas como proteccionismo.
Sergio Melnick anunciaba (¡denunciaba!) hace un año en esta tribuna, que esa estrategia nos lleva a la desaparición del macho en un plazo no breve, pero no lejano.
A esta estrategia se ha opuesto la del “Camino de la integración”. Es el punto de vista de las comunidades esotéricas, los cabalistas cristianos, el pensamiento holístico.
La coniunctio spiritum, el coito sagrado entre el rey y la reina que los hace ser uno en carne y espíritu, la unión indisoluble en cada ser humano de las energías femeninas y las energías masculinas, nos conduce a la comprensión y el entendimiento.
Pero hoy, cuando ya avanzamos por Acuario, las cosas han ido aun más lejos. El camino que se abre por delante es el de la libertad. No más la culpa de todos los males para las mujeres, pero tampoco forma alguna de privilegio y supremacía.
Hoy la tarea es construir la verdadera libertad, fuente del verdadero poder. La libertad es la capacidad de comprometerse consigo mismo y con el otro; asumir la posibilidad del error; la decisión de cumplir o no cumplir la tarea asumida antes de nacer.
El cambio nos lleva a esta ruta: la horizontalización de las relaciones, el respeto por la persona humana, el reconocimiento de la integración de las energías diferentes y, la libertad, por sobre todo la libertad, para elegir hacernos cargos de nuestro propio ser y de nuestra propia tarea.
Las culpas han quedado atrás. Hoy sabemos que todo es compartido y nadie es más o menos culpable por su naturaleza.
Los hombres miramos a las mujeres del siglo XXI y les decimos que queremos sentirlas fuertes y libres, tiernas y presentes, buscando el encuentro.
No más culpas: es la hora de respirar hondo y amarnos en la intensidad de la diferencia y en la igualdad esencial del espíritu.
Es la fantasía del cambio, lo que ansiamos construir: seres libres y amorosos, que se encuentran porque deciden hacerlo, porque deciden amar y no sólo porque quieren satisfacer necesidades.
Por ello, leo el poema que tanto le gustó a Lola Hoffman, la mujer que se atrevió a cruzar umbrales cuando cumplió los cincuenta años.
ALIVIO
CONTIGO siento alivio.
Porque puedo amar sin excusas,
puedo reír sin decir por qué
puedo llorar sin esconderme.
Siento ese alivio profundo
de no tener que cuidarte
ni consolar tu llanto
ni hacer coro a tu alegría.
Siento alivio
porque tienes vida,
la tuya propia
y no me pides nada.
Siento alivio, profundo,
desde el vientre y el pulmón
con un amor certero y
un beso en la cara.
Siento alivio
porque no te enseñé a caminar
ni hablar ni reír
sino que llegaste por tus propios pies
llevando tu carga,
tan tuya,
y no me pides nada.
Contigo siento alivio
pues ni siquiera esta noche
debo decirte gracias.
jueves, junio 03, 2010
EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ
Lo que recién ha sucedido en Palestina (toma por la fuerza de un barco con ayuda humanitaria) no tiene que ver con los judíos, sino con el gobierno del Estado de Israel. Son los gobernantes y los militares, portadores de una cierta ideología y de métodos predefinidos, quienes han resuelto no asumir la paz como una tarea, sino mantener la situación de desmedro de los palestinos árabes.
Los sucesos son iniciados por la decisión de un grupo de personas partidarias de la paz de romper el bloqueo que han impuesto esas autoridades del Estado de Israel al territorio palestino. Nada peor que los bloqueos de este tipo, pues sólo contribuyen a dar armas y argumentos a los violentistas, ya sean de ejércitos regulares o de grupos independientes.
La violencia llama a la violencia y entonces podemos decir que el ejército israelí y Hamas se necesitan y se incentivan. A ambos les conviene mantener la situación, pues de ese modo mantienen el poder.
Hay quienes quieren la paz, pero a costa de la destrucción, humillación y hasta desaparición del adversario. Hay otros que quieren la paz desde la construcción de espacios de colaboración.
Después de la invasión armada de 1948 que llevó a los dirigentes del Estado de Israel recién creado a tomar muchos más territorios de los que le asignó Naciones Unidas, comenzó una resistencia dura que llegó a ser liderada por grupos partidarios de la vía armada como único camino. Esos mismos dirigentes, con el correr del tiempo, fueron flexibilizando sus actitudes y llegaron a ser líderes de fracciones o agrupaciones políticas partidarias del entendimiento con el estado de Israel.
El diputado Patricio Hales, en un discurso pronunciado hace pocas semanas, nos ha dicho que los palestinos han hecho muchas concesiones mientras que el estado de Israel ninguna (o muy pocas). Los palestinos han estado dispuestos a reconocer jurídica y políticamente al Estado de Israel y a renunciar a su deseo de una sola Palestina, con tal de construir una paz estable y verdadera.
Pero los que dirigen el Estado de Israel no tienen convicción respecto de la paz, porque ellos saben hacer la guerra.
Los habitantes de Israel y lo de Palestina árabe, quieren la paz. Esa construcción de la paz, sólo puede hacerse mediante decisiones de integración y respeto y el desarme generalizado en ambos territorios. Mientras haya dominación de unos sobre otros, no habrá paz.
Los recientes hechos, condenables desde todo punto de vista, ponen de relieve la necesidad de poner coto a las escaladas de violencia y generar espacios de paz e integración.
No hay aquí, como dijo un dirigente chileno de la comunidad judía, un “antisemitismo” ni nada que se le parezca. Por el contrario, el mundo, incluidos los árabes, tienen un gran respeto por las tradiciones, la sabiduría y la historia de los judíos. Porque tenemos tradiciones, sabiduría, historia y padecimientos comunes.
Hay una confusión entre el judío (que es una religión) y el israelí (que es una nacionalidad). Se puede ser judío de cualquier nacionalidad o israelí de cualquier religión. O sin religión. Es como confundir musulmán con árabe. Pero también hay algo racial: hay judíos semitas o sefaradíes y judíos eskenazis, que sosteniendo una misma religión, pertenecen a razas diversas. Por eso un árabe puede ser judío y un eskenazi puede ser ateo o cristiano.
Este enredo es que permite que los gobernantes y los militares del Estado de Israel convoquen a una especie de guerra santa fanática cuando quieren justificar una acción violenta, en la cual pretenden involucrar a todos.
No es así. Judíos, musulmanes y cristianos; árabes y sefarditas, árabes y eskenazis, árabes y europeos o americanos, todos pueden entenderse para construir un territorio de paz.
Hay una condena a los violentistas, a quienes cultivan las agresiones como método de vida, a un gobierno que se siente con derecho a cualquier cosa.
Jamás la paz se construirá sobre la violencia.
La paz se construye en acciones concretas de respeto al otro, de confianza y de amor en una escala planetaria.
Todos tenemos derecho a vivir en paz.
Los sucesos son iniciados por la decisión de un grupo de personas partidarias de la paz de romper el bloqueo que han impuesto esas autoridades del Estado de Israel al territorio palestino. Nada peor que los bloqueos de este tipo, pues sólo contribuyen a dar armas y argumentos a los violentistas, ya sean de ejércitos regulares o de grupos independientes.
La violencia llama a la violencia y entonces podemos decir que el ejército israelí y Hamas se necesitan y se incentivan. A ambos les conviene mantener la situación, pues de ese modo mantienen el poder.
Hay quienes quieren la paz, pero a costa de la destrucción, humillación y hasta desaparición del adversario. Hay otros que quieren la paz desde la construcción de espacios de colaboración.
Después de la invasión armada de 1948 que llevó a los dirigentes del Estado de Israel recién creado a tomar muchos más territorios de los que le asignó Naciones Unidas, comenzó una resistencia dura que llegó a ser liderada por grupos partidarios de la vía armada como único camino. Esos mismos dirigentes, con el correr del tiempo, fueron flexibilizando sus actitudes y llegaron a ser líderes de fracciones o agrupaciones políticas partidarias del entendimiento con el estado de Israel.
El diputado Patricio Hales, en un discurso pronunciado hace pocas semanas, nos ha dicho que los palestinos han hecho muchas concesiones mientras que el estado de Israel ninguna (o muy pocas). Los palestinos han estado dispuestos a reconocer jurídica y políticamente al Estado de Israel y a renunciar a su deseo de una sola Palestina, con tal de construir una paz estable y verdadera.
Pero los que dirigen el Estado de Israel no tienen convicción respecto de la paz, porque ellos saben hacer la guerra.
Los habitantes de Israel y lo de Palestina árabe, quieren la paz. Esa construcción de la paz, sólo puede hacerse mediante decisiones de integración y respeto y el desarme generalizado en ambos territorios. Mientras haya dominación de unos sobre otros, no habrá paz.
Los recientes hechos, condenables desde todo punto de vista, ponen de relieve la necesidad de poner coto a las escaladas de violencia y generar espacios de paz e integración.
No hay aquí, como dijo un dirigente chileno de la comunidad judía, un “antisemitismo” ni nada que se le parezca. Por el contrario, el mundo, incluidos los árabes, tienen un gran respeto por las tradiciones, la sabiduría y la historia de los judíos. Porque tenemos tradiciones, sabiduría, historia y padecimientos comunes.
Hay una confusión entre el judío (que es una religión) y el israelí (que es una nacionalidad). Se puede ser judío de cualquier nacionalidad o israelí de cualquier religión. O sin religión. Es como confundir musulmán con árabe. Pero también hay algo racial: hay judíos semitas o sefaradíes y judíos eskenazis, que sosteniendo una misma religión, pertenecen a razas diversas. Por eso un árabe puede ser judío y un eskenazi puede ser ateo o cristiano.
Este enredo es que permite que los gobernantes y los militares del Estado de Israel convoquen a una especie de guerra santa fanática cuando quieren justificar una acción violenta, en la cual pretenden involucrar a todos.
No es así. Judíos, musulmanes y cristianos; árabes y sefarditas, árabes y eskenazis, árabes y europeos o americanos, todos pueden entenderse para construir un territorio de paz.
Hay una condena a los violentistas, a quienes cultivan las agresiones como método de vida, a un gobierno que se siente con derecho a cualquier cosa.
Jamás la paz se construirá sobre la violencia.
La paz se construye en acciones concretas de respeto al otro, de confianza y de amor en una escala planetaria.
Todos tenemos derecho a vivir en paz.
domingo, mayo 23, 2010
Los temas valóricos
El senador Jovino Novoa, subsecretario General de Gobierno de la época de Pinochet, declaró a Radio Cooperativa, la tarde anterior al discurso de Piñera en el Congreso, que éste no es tiempo para temas valóricos.
Me da vuelta su frase en la cabeza, porque si bien él respondía una pregunta de la periodista sobre lo que esperaba de la intervención de su líder al día siguiente, esa frase traduce fielmente su trayectoria.
Es evidente que este señor cree que los valores y los principios son adaptables y hay veces que se pueden considerar y otras no. Entonces ahora él cree que no. Lo mismo le pasó cuando su equipo encargado de los asuntos sindicales, en combinación con organismos de represión, organizó algunos actos criminales, como por ejemplo el asesinato de Tucapel Jiménez. No es que él lo haya hecho, pero sus subordinados, como él, creían que los temas valóricos podían esperar si acaso estaban en peligro las posiciones de poder de su general.
Es verdad que los temas valóricos a los que él - como buena parte de los polìticos - se refiere son los situados bajo la cintura y entre las piernas, pero no por ello son menos relevantes. Porque unos se referían al derecho de vivir y éstos a ciertas formas de ejercer la vida misma.
Me da vuelta su frase en la cabeza, porque si bien él respondía una pregunta de la periodista sobre lo que esperaba de la intervención de su líder al día siguiente, esa frase traduce fielmente su trayectoria.
Es evidente que este señor cree que los valores y los principios son adaptables y hay veces que se pueden considerar y otras no. Entonces ahora él cree que no. Lo mismo le pasó cuando su equipo encargado de los asuntos sindicales, en combinación con organismos de represión, organizó algunos actos criminales, como por ejemplo el asesinato de Tucapel Jiménez. No es que él lo haya hecho, pero sus subordinados, como él, creían que los temas valóricos podían esperar si acaso estaban en peligro las posiciones de poder de su general.
Es verdad que los temas valóricos a los que él - como buena parte de los polìticos - se refiere son los situados bajo la cintura y entre las piernas, pero no por ello son menos relevantes. Porque unos se referían al derecho de vivir y éstos a ciertas formas de ejercer la vida misma.
sábado, marzo 27, 2010
MURIO MI MAMÁ
Estas son las palabras que dije en la iglesia en el funeral de mi madre, a nombre mío y de mis hermanos:
Agradecemos a las personas que nos han acompañado, a quienes han venido a expresar su cariño por nosotros ante la pérdida, pero sobre todo a quienes han venido a decirnos que amaron, respetaron y admiraron a nuestra madre, la señora Adela para muchos.
Agradecemos a Dios haber tenido a nuestra mamá por tantos años.
Agradecemos a Dios habernos dado la oportunidad de tener esta madre: una mujer brillante, poderosa, inteligente como pocas personas, maestra por sobre todo.
Ustedes son testigos calificados de la vida de esta mujer tan especial, que asumió su destino con audacia, con valentía moral, con convicción espiritual.
Desde muy joven buscó respuestas que no estaban a mano y sin haber tenido formación religiosa, buscaba la fe y el desarrollo espiritual con una decisión ejemplar. Educó a sus hijos con especial valoración de lo espiritual – algunos en colegios católicos-, intuyendo su propio encuentro con Cristo muchos años después, cuando ya pasada con largueza la mitad de la vida supo que su vocación de ayuda al prójimo, de enseñanza y guía para los que llegaban a su lado, de amor comprometido con los otros, eran parte de la esencia del mensaje cristiano. Al comulgar por primera vez siendo mayor, entendió que sus caminos no eran tan diferentes de los de aquel maestro que enseñaba con la palabra y el ejemplo, y que dio su vida por amor. Pudo entonces integrar aquello que más de una vez escribió: que Gurdjieff, su inspirador y referente, guiaba su enseñanza por el amor y que sin amor nada de eso tenía verdadero sentido.
Exigente consigo misma y con los que tenía a su cargo, ser hijos de ella no fue fácil, pero nosotros la elegimos antes de nacer, a sabiendas de lo que nos esperaba. Buscaba hacer las cosas con la mayor perfección, asumiendo con rigor y seriedad su preparación espiritual e intelectual y las tareas de crecimiento interior de la enseñanza de su maestro espiritual y de sus guías.
Sólida, consistente, detallista, con una mirada que iba más allá de sí misma, no transó ni se contentó con lo mediocre. Era tan dura con ella como con los demás, siempre dispuesta a enseñar, a corregir, a explicar, con la convicción de que en el conocimiento de sí mismo y en el entrenamiento interior, todos podemos y debemos expandir esa potencia divina que vive en nosotros.
Certera, profunda, aguda, difícil de engañar o de sorprender, pudo aconsejar a muchos de manera que tomaran los caminos de su vida. Cientos de personas conocieron de su habilidad terapéutica y de sus condiciones de guía y maestra.
Ser hijos de ella nos dio la oportunidad de ir despertando y abrirnos paso en la difícil ruta del crecimiento interior. Nos expresaba su amor de mil maneras diferentes, pero sobre todo estando a nuestro lado en los momentos difíciles, con eficiencia, con su ayuda, con su respaldo y su enseñanza. Cuántos cuadernos, cuántos dibujos, cuántos apoyos en el estudio, cuánto estímulo para cada paso que debíamos dar, sin jamás frenarnos, sino siempre impulsando, siempre viendo algo más allá de lo que los ojos ordinarios podían ver.
En los últimos tiempos, con los sucesos de la vida, fue transformando su rigor y exigencia, en aceptación y gratitud. Manteniendo su opción por la perfección, valoró más el esfuerzo que el resultado y aprendió a agradecer lo que tuvo sin lamentarse de nada, ni siquiera de la enfermedad o de las limitaciones que le imponía.
Se preparó para partir y lo hizo en paz, habiendo cumplido con todas las tareas de las que tuvo conciencia y cerrando los procesos que venían de arrastre. Y cuando ya nada la detenía, se fue, sabiendo que el cariño de los suyos y a los suyos, no desaparecería con su muerte.
Fue nuestra madre y nuestra maestra, maestra y madre, tenemos el corazón lleno de sus enseñanzas y de su amor.
Quedará un vacío. Ella ha trascendido hacia la luz. Nosotros, sus hijos, sus nietos y quizás también sus seguidores, quedamos con una tarea hermosa: la de potenciar su mensaje, fortalecer la conciencia e iluminar con gestos de amor la acción diaria.
Ella pidió que se cantara la canción de Violeta Parra “Gracias a la vida”. Porque tuvo todo lo que podía necesitar: supo ver, supo oír, supo hablar y alabó a Dios, colaborando a que el mundo fuera más perfecto. Convencida de así seríamos todos más felices.
Cuando cumplió 86 años, hace un poco más de un mes, le escribí una frase que sé que interpreta a mis hermanos: Si Dios me da la oportunidad, la volveré a elegir como madre.
¡Bendigo a Dios por mi mamá, la señora Adela!
Agradecemos a las personas que nos han acompañado, a quienes han venido a expresar su cariño por nosotros ante la pérdida, pero sobre todo a quienes han venido a decirnos que amaron, respetaron y admiraron a nuestra madre, la señora Adela para muchos.
Agradecemos a Dios haber tenido a nuestra mamá por tantos años.
Agradecemos a Dios habernos dado la oportunidad de tener esta madre: una mujer brillante, poderosa, inteligente como pocas personas, maestra por sobre todo.
Ustedes son testigos calificados de la vida de esta mujer tan especial, que asumió su destino con audacia, con valentía moral, con convicción espiritual.
Desde muy joven buscó respuestas que no estaban a mano y sin haber tenido formación religiosa, buscaba la fe y el desarrollo espiritual con una decisión ejemplar. Educó a sus hijos con especial valoración de lo espiritual – algunos en colegios católicos-, intuyendo su propio encuentro con Cristo muchos años después, cuando ya pasada con largueza la mitad de la vida supo que su vocación de ayuda al prójimo, de enseñanza y guía para los que llegaban a su lado, de amor comprometido con los otros, eran parte de la esencia del mensaje cristiano. Al comulgar por primera vez siendo mayor, entendió que sus caminos no eran tan diferentes de los de aquel maestro que enseñaba con la palabra y el ejemplo, y que dio su vida por amor. Pudo entonces integrar aquello que más de una vez escribió: que Gurdjieff, su inspirador y referente, guiaba su enseñanza por el amor y que sin amor nada de eso tenía verdadero sentido.
Exigente consigo misma y con los que tenía a su cargo, ser hijos de ella no fue fácil, pero nosotros la elegimos antes de nacer, a sabiendas de lo que nos esperaba. Buscaba hacer las cosas con la mayor perfección, asumiendo con rigor y seriedad su preparación espiritual e intelectual y las tareas de crecimiento interior de la enseñanza de su maestro espiritual y de sus guías.
Sólida, consistente, detallista, con una mirada que iba más allá de sí misma, no transó ni se contentó con lo mediocre. Era tan dura con ella como con los demás, siempre dispuesta a enseñar, a corregir, a explicar, con la convicción de que en el conocimiento de sí mismo y en el entrenamiento interior, todos podemos y debemos expandir esa potencia divina que vive en nosotros.
Certera, profunda, aguda, difícil de engañar o de sorprender, pudo aconsejar a muchos de manera que tomaran los caminos de su vida. Cientos de personas conocieron de su habilidad terapéutica y de sus condiciones de guía y maestra.
Ser hijos de ella nos dio la oportunidad de ir despertando y abrirnos paso en la difícil ruta del crecimiento interior. Nos expresaba su amor de mil maneras diferentes, pero sobre todo estando a nuestro lado en los momentos difíciles, con eficiencia, con su ayuda, con su respaldo y su enseñanza. Cuántos cuadernos, cuántos dibujos, cuántos apoyos en el estudio, cuánto estímulo para cada paso que debíamos dar, sin jamás frenarnos, sino siempre impulsando, siempre viendo algo más allá de lo que los ojos ordinarios podían ver.
En los últimos tiempos, con los sucesos de la vida, fue transformando su rigor y exigencia, en aceptación y gratitud. Manteniendo su opción por la perfección, valoró más el esfuerzo que el resultado y aprendió a agradecer lo que tuvo sin lamentarse de nada, ni siquiera de la enfermedad o de las limitaciones que le imponía.
Se preparó para partir y lo hizo en paz, habiendo cumplido con todas las tareas de las que tuvo conciencia y cerrando los procesos que venían de arrastre. Y cuando ya nada la detenía, se fue, sabiendo que el cariño de los suyos y a los suyos, no desaparecería con su muerte.
Fue nuestra madre y nuestra maestra, maestra y madre, tenemos el corazón lleno de sus enseñanzas y de su amor.
Quedará un vacío. Ella ha trascendido hacia la luz. Nosotros, sus hijos, sus nietos y quizás también sus seguidores, quedamos con una tarea hermosa: la de potenciar su mensaje, fortalecer la conciencia e iluminar con gestos de amor la acción diaria.
Ella pidió que se cantara la canción de Violeta Parra “Gracias a la vida”. Porque tuvo todo lo que podía necesitar: supo ver, supo oír, supo hablar y alabó a Dios, colaborando a que el mundo fuera más perfecto. Convencida de así seríamos todos más felices.
Cuando cumplió 86 años, hace un poco más de un mes, le escribí una frase que sé que interpreta a mis hermanos: Si Dios me da la oportunidad, la volveré a elegir como madre.
¡Bendigo a Dios por mi mamá, la señora Adela!
miércoles, marzo 03, 2010
TERREMOTO
Tembló la tierra en plena madrugada,
con dolores de parto
con quejas añosas
el reclamo agudo por tanta presión.
Tembló la tierra y los ojos perplejos
manos dolidas y secas
el miedo que circula por las piernas
un grito ahogado por el mar ausente.
En plena madrugada surgió el dolor
un pueblo aplastado y triste
las grietas del alma temerosa
el océano rugiente que se lanza.
Tembló la tierra en plena madrugada
callaron las voces altaneras
y un rumor de miedo
se instaló en los pechos.
Mucho se derrumba dentro y fuera
el mar avanza, la tierra tiembla
una lágrima latente se derrama
arrastrando esperanzas y experiencias.
Tembló la tierra en plena madrugada
un viento azota los recuerdos,
en busca de alegría y promesas
que quedan sumidas en el barro.
con dolores de parto
con quejas añosas
el reclamo agudo por tanta presión.
Tembló la tierra y los ojos perplejos
manos dolidas y secas
el miedo que circula por las piernas
un grito ahogado por el mar ausente.
En plena madrugada surgió el dolor
un pueblo aplastado y triste
las grietas del alma temerosa
el océano rugiente que se lanza.
Tembló la tierra en plena madrugada
callaron las voces altaneras
y un rumor de miedo
se instaló en los pechos.
Mucho se derrumba dentro y fuera
el mar avanza, la tierra tiembla
una lágrima latente se derrama
arrastrando esperanzas y experiencias.
Tembló la tierra en plena madrugada
un viento azota los recuerdos,
en busca de alegría y promesas
que quedan sumidas en el barro.
lunes, enero 18, 2010
Felicito
Me equivoqué en el mi pronóstico respecto del nombre del ganador.
Pero no me equivoqué al votar por Frei, que demostró energía y capacidad de enfrentar la adversidad.
Felicito a Frei, porque se atrevió a dar la pelea cuando nadie quería darla. Sus principales obstáculos los tuvo dentro de su propio mundo y siempre queda la duda de cuánto pesó el pesimismo que se sintió desde los comienzos.
Fue una gran lucha y lamento que no haya sido elegido, porque el recambio que él prometía pudo ser interesante. Pero reconozco que habría sido muy duro para los dirigentes de los partidos concertacionistas que su propio gobierno los dejara fuera del cuadro y para ellos resulta más cómodo esta realidad.
Muchos hoy se sienten aliviados.
Por otro lado…
¿Será Piñera capaz de cumplir sus promesas?
¿Cuánto pesará la concentración del poder?
Y por otro lado: ¿Se ha pesado el riesgo de consolidar el modelo de Pinochet y Guzmán?
Tengo dudas, preguntas, pero no es hora de ideas y análisis, sino de emociones. En las próximas semanas haremos el análisis racional.
Felicito a los ganadores y les deseo que no pierdan el foco de saber que el poder es transitorio y delegado.
Pero no me equivoqué al votar por Frei, que demostró energía y capacidad de enfrentar la adversidad.
Felicito a Frei, porque se atrevió a dar la pelea cuando nadie quería darla. Sus principales obstáculos los tuvo dentro de su propio mundo y siempre queda la duda de cuánto pesó el pesimismo que se sintió desde los comienzos.
Fue una gran lucha y lamento que no haya sido elegido, porque el recambio que él prometía pudo ser interesante. Pero reconozco que habría sido muy duro para los dirigentes de los partidos concertacionistas que su propio gobierno los dejara fuera del cuadro y para ellos resulta más cómodo esta realidad.
Muchos hoy se sienten aliviados.
Por otro lado…
¿Será Piñera capaz de cumplir sus promesas?
¿Cuánto pesará la concentración del poder?
Y por otro lado: ¿Se ha pesado el riesgo de consolidar el modelo de Pinochet y Guzmán?
Tengo dudas, preguntas, pero no es hora de ideas y análisis, sino de emociones. En las próximas semanas haremos el análisis racional.
Felicito a los ganadores y les deseo que no pierdan el foco de saber que el poder es transitorio y delegado.
lunes, enero 11, 2010
Yo quiero que gane Frei.
Yo quiero que gane Frei.
Pero no es sólo eso, sino que en la consulta de los oráculos, los resultados indican que las mayores probabilidades de ganar las tiene Frei, aunque en todo caso el resultado puede ser estrecho. Tan estrecho como que podría llegar a suceder que no hubiera Presidente Electo esa noche del 17, ya que la cantidad de votos objetados puede ser mayor que la diferencia.
Me molesta – pero no me sorprende – el pesimismo de los cercanos de Frei, ya que siempre he estado convencido y así lo dije en mis pronósticos de comienzos del 2009, que los peores enemigos de Frei están entre los suyos. Lo que más me molesta, sin embargo, es que hasta en el diseño de la propaganda de Frei se ha trabajado mal, como poner ese signo de exclamación inverso en vez de la I: FRE!. Tal es una imagen derrotista.
Me impacta, aunque tampoco me sorprende, el exagerado optimismo de Piñera, quien está convencido que ganará. Tal como Enríquez estaba convencido de pasar a segunda vuelta, según lo confesó su adlátere Álvaro Escobar. Tal como estaban convencidos de ganar los alessandristas de 1970, si no con mayoría absoluta, con una primera mayoría clara. Y recuerdo que Menem ganó en la primera vuelta que llevó a la Presidencia a Kirtchner y que Borja, en Ecuador, ganó la primera vuelta con el 49% y luego perdió ante Febres Cordero. Los soberbios muchas veces resultan castigados.
En fin.
Puede ganar cualquiera. Eso es lo más grave, porque no da lo mismo quien gane. Si gana Piñera, tendremos, según su slogan, las cosas mejor hechas, pero siempre más de lo mismo. Es decir, el cambio que nos propone es hacer bien la aplicación de un sistema que la Concertación no fue capaz (probablemente porque no tuvo voluntades mayoritarias internas y externas) de sustituir. Si gana Frei, según lo que él ha prometido, se iniciará un proceso de renovación política profundo que debe conducirnos a una nueva constitución y a no seguir con este texto guzmanista/pinochetista, readecuado por Lagos, que es una democracia incompleta.
Lo que está claro es que no está en juego la estabilidad democrática, pero sí el progreso del pueblo (palabra antigua), la igualdad (palabra peligrosa), la justicia (palabra prostituida) y la profundización y ampliación de los procesos democráticos, que muchos no quieren, pues desean seguir siendo “clase política” y “cúpulas” en vez de directivas políticas y políticos como era antes.
Los que vanos a votar por Frei confiamos en sus promesas, pero desconfiamos de los dirigentes de los partidos y de una buena mayoría de diputados y senadores, de cuya fidelidad con la causa popular no hay suficiente noticia y de cuyas lealtades puede dudarse. De todos los partidos, por si acaso.
Yo creo que Frei va a ganar.
Pero me duele sentir tanto odio y rechazo entre las fracciones en pugna. Un barbado y anciano escritor me dice: “me voy de Chile si gana Piñera”. Una buenamoza cincuentona me dice en el Patio Bellavista: “me suicido si gana Frei”. Me parece mucho.
Yo digo, si gana Frei, me tendrá como un observador crítico, activo y exigente, dispuesto a colaborar. Si gana Piñera, seré un observador implacable, un luchador empedernido por las causas de la justicia, un activo denunciador de todas las injusticias, las secuelas del hoy y las que se generen en el nuevo tiempo.
Confío en que todos los rebeldes desistirán de anular su voto o sufragar en blanco. Confío en que no habrá más abstenciones. Confío en que enfrentados al juicio de la conciencia, los chilenos, mayoritariamente, dirán que si a Frei.
Pero no es sólo eso, sino que en la consulta de los oráculos, los resultados indican que las mayores probabilidades de ganar las tiene Frei, aunque en todo caso el resultado puede ser estrecho. Tan estrecho como que podría llegar a suceder que no hubiera Presidente Electo esa noche del 17, ya que la cantidad de votos objetados puede ser mayor que la diferencia.
Me molesta – pero no me sorprende – el pesimismo de los cercanos de Frei, ya que siempre he estado convencido y así lo dije en mis pronósticos de comienzos del 2009, que los peores enemigos de Frei están entre los suyos. Lo que más me molesta, sin embargo, es que hasta en el diseño de la propaganda de Frei se ha trabajado mal, como poner ese signo de exclamación inverso en vez de la I: FRE!. Tal es una imagen derrotista.
Me impacta, aunque tampoco me sorprende, el exagerado optimismo de Piñera, quien está convencido que ganará. Tal como Enríquez estaba convencido de pasar a segunda vuelta, según lo confesó su adlátere Álvaro Escobar. Tal como estaban convencidos de ganar los alessandristas de 1970, si no con mayoría absoluta, con una primera mayoría clara. Y recuerdo que Menem ganó en la primera vuelta que llevó a la Presidencia a Kirtchner y que Borja, en Ecuador, ganó la primera vuelta con el 49% y luego perdió ante Febres Cordero. Los soberbios muchas veces resultan castigados.
En fin.
Puede ganar cualquiera. Eso es lo más grave, porque no da lo mismo quien gane. Si gana Piñera, tendremos, según su slogan, las cosas mejor hechas, pero siempre más de lo mismo. Es decir, el cambio que nos propone es hacer bien la aplicación de un sistema que la Concertación no fue capaz (probablemente porque no tuvo voluntades mayoritarias internas y externas) de sustituir. Si gana Frei, según lo que él ha prometido, se iniciará un proceso de renovación política profundo que debe conducirnos a una nueva constitución y a no seguir con este texto guzmanista/pinochetista, readecuado por Lagos, que es una democracia incompleta.
Lo que está claro es que no está en juego la estabilidad democrática, pero sí el progreso del pueblo (palabra antigua), la igualdad (palabra peligrosa), la justicia (palabra prostituida) y la profundización y ampliación de los procesos democráticos, que muchos no quieren, pues desean seguir siendo “clase política” y “cúpulas” en vez de directivas políticas y políticos como era antes.
Los que vanos a votar por Frei confiamos en sus promesas, pero desconfiamos de los dirigentes de los partidos y de una buena mayoría de diputados y senadores, de cuya fidelidad con la causa popular no hay suficiente noticia y de cuyas lealtades puede dudarse. De todos los partidos, por si acaso.
Yo creo que Frei va a ganar.
Pero me duele sentir tanto odio y rechazo entre las fracciones en pugna. Un barbado y anciano escritor me dice: “me voy de Chile si gana Piñera”. Una buenamoza cincuentona me dice en el Patio Bellavista: “me suicido si gana Frei”. Me parece mucho.
Yo digo, si gana Frei, me tendrá como un observador crítico, activo y exigente, dispuesto a colaborar. Si gana Piñera, seré un observador implacable, un luchador empedernido por las causas de la justicia, un activo denunciador de todas las injusticias, las secuelas del hoy y las que se generen en el nuevo tiempo.
Confío en que todos los rebeldes desistirán de anular su voto o sufragar en blanco. Confío en que no habrá más abstenciones. Confío en que enfrentados al juicio de la conciencia, los chilenos, mayoritariamente, dirán que si a Frei.
miércoles, enero 06, 2010
RAMIRO MENDOZA: DE LA ARROGANCIA A LA ESTUPIDEZ
Quizás uno de los peores errores del actual gobierno ha sido nombrar personeros de claras posiciones de derecha y poco democráticos en ciertos cargos autónomos y determinantes del funcionamiento del Estado y la sociedad. Muchos malos, pero uno pésimo: el contralor Mendoza, quien no sólo es un activista de la derecha más conservadora, sino que permanentemente luce arrestos de poca confianza en la democracia .
Él, como le ha sucedido a otros personajes que por el momento evitaré nombrar para no distraerme, empiezan a creerse sátrapas sin limitaciones en su quehacer y se pronuncia sobre todo lo que le interesa políticamente, aunque exceda sus funciones.
Se siente todopoderoso y los medios de comunicación, muchas veces ignorantes a rabiar, también le reconocen poderes que no tiene y todos le hacen coro en sus jugarretas.
La última ha sido insistir en que los Ministros de Estado NO SON POLÍTICOS. Será éste el único país con formas democrática que rechaza la idea de que estos "secretarios" del Presidente, que no son funcionarios públicos dada su naturaleza política y de estricta confianza política de quien los nombra, no pueden pronunciarse políticamente porque tienen rango de autoridades del Estado. Insólito, para decirlo suavemente, porque ya su antidemocrática formación jurídica, nacida del corazón del pinochetismo, pasa a desvirtuar completamente lo que es de la naturaleza de los sistemas de gobierno democráticos.
Con este criterio, el Presidente de la República tampoco puede opinar de política, porque también es autoridad. Y ello podrá aplicarse a los Alcaldes (los concejales no todavía porque son de segundo orden) y a los diputados y senadores, quienes también son autoridades.
Desde su arrogancia al creerse facultado a todo, se pasa rápidamente a la estupidez de este tipo de decisiones que, sin ser la única, puede ser de las más graves.
Él, como le ha sucedido a otros personajes que por el momento evitaré nombrar para no distraerme, empiezan a creerse sátrapas sin limitaciones en su quehacer y se pronuncia sobre todo lo que le interesa políticamente, aunque exceda sus funciones.
Se siente todopoderoso y los medios de comunicación, muchas veces ignorantes a rabiar, también le reconocen poderes que no tiene y todos le hacen coro en sus jugarretas.
La última ha sido insistir en que los Ministros de Estado NO SON POLÍTICOS. Será éste el único país con formas democrática que rechaza la idea de que estos "secretarios" del Presidente, que no son funcionarios públicos dada su naturaleza política y de estricta confianza política de quien los nombra, no pueden pronunciarse políticamente porque tienen rango de autoridades del Estado. Insólito, para decirlo suavemente, porque ya su antidemocrática formación jurídica, nacida del corazón del pinochetismo, pasa a desvirtuar completamente lo que es de la naturaleza de los sistemas de gobierno democráticos.
Con este criterio, el Presidente de la República tampoco puede opinar de política, porque también es autoridad. Y ello podrá aplicarse a los Alcaldes (los concejales no todavía porque son de segundo orden) y a los diputados y senadores, quienes también son autoridades.
Desde su arrogancia al creerse facultado a todo, se pasa rápidamente a la estupidez de este tipo de decisiones que, sin ser la única, puede ser de las más graves.
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