lunes, enero 11, 2010

Yo quiero que gane Frei.

Yo quiero que gane Frei.
Pero no es sólo eso, sino que en la consulta de los oráculos, los resultados indican que las mayores probabilidades de ganar las tiene Frei, aunque en todo caso el resultado puede ser estrecho. Tan estrecho como que podría llegar a suceder que no hubiera Presidente Electo esa noche del 17, ya que la cantidad de votos objetados puede ser mayor que la diferencia.
Me molesta – pero no me sorprende – el pesimismo de los cercanos de Frei, ya que siempre he estado convencido y así lo dije en mis pronósticos de comienzos del 2009, que los peores enemigos de Frei están entre los suyos. Lo que más me molesta, sin embargo, es que hasta en el diseño de la propaganda de Frei se ha trabajado mal, como poner ese signo de exclamación inverso en vez de la I: FRE!. Tal es una imagen derrotista.
Me impacta, aunque tampoco me sorprende, el exagerado optimismo de Piñera, quien está convencido que ganará. Tal como Enríquez estaba convencido de pasar a segunda vuelta, según lo confesó su adlátere Álvaro Escobar. Tal como estaban convencidos de ganar los alessandristas de 1970, si no con mayoría absoluta, con una primera mayoría clara. Y recuerdo que Menem ganó en la primera vuelta que llevó a la Presidencia a Kirtchner y que Borja, en Ecuador, ganó la primera vuelta con el 49% y luego perdió ante Febres Cordero. Los soberbios muchas veces resultan castigados.
En fin.
Puede ganar cualquiera. Eso es lo más grave, porque no da lo mismo quien gane. Si gana Piñera, tendremos, según su slogan, las cosas mejor hechas, pero siempre más de lo mismo. Es decir, el cambio que nos propone es hacer bien la aplicación de un sistema que la Concertación no fue capaz (probablemente porque no tuvo voluntades mayoritarias internas y externas) de sustituir. Si gana Frei, según lo que él ha prometido, se iniciará un proceso de renovación política profundo que debe conducirnos a una nueva constitución y a no seguir con este texto guzmanista/pinochetista, readecuado por Lagos, que es una democracia incompleta.
Lo que está claro es que no está en juego la estabilidad democrática, pero sí el progreso del pueblo (palabra antigua), la igualdad (palabra peligrosa), la justicia (palabra prostituida) y la profundización y ampliación de los procesos democráticos, que muchos no quieren, pues desean seguir siendo “clase política” y “cúpulas” en vez de directivas políticas y políticos como era antes.
Los que vanos a votar por Frei confiamos en sus promesas, pero desconfiamos de los dirigentes de los partidos y de una buena mayoría de diputados y senadores, de cuya fidelidad con la causa popular no hay suficiente noticia y de cuyas lealtades puede dudarse. De todos los partidos, por si acaso.
Yo creo que Frei va a ganar.
Pero me duele sentir tanto odio y rechazo entre las fracciones en pugna. Un barbado y anciano escritor me dice: “me voy de Chile si gana Piñera”. Una buenamoza cincuentona me dice en el Patio Bellavista: “me suicido si gana Frei”. Me parece mucho.
Yo digo, si gana Frei, me tendrá como un observador crítico, activo y exigente, dispuesto a colaborar. Si gana Piñera, seré un observador implacable, un luchador empedernido por las causas de la justicia, un activo denunciador de todas las injusticias, las secuelas del hoy y las que se generen en el nuevo tiempo.
Confío en que todos los rebeldes desistirán de anular su voto o sufragar en blanco. Confío en que no habrá más abstenciones. Confío en que enfrentados al juicio de la conciencia, los chilenos, mayoritariamente, dirán que si a Frei.

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