Para este próximo gobierno, mis candidatos eran originalmente dos.
Uno de ellos lo estoy proponiendo desde 1989 y nadie me hace caso, ni siquiera él. Me estoy refiriendo a Luis Maira. Estoy seguro que si el gobierno de Chile fuera conducido con alguien como él, las cosas marcharían muy bien en la mayoría de los ámbitos, pues hasta hoy no conozco a nadie más claro en la teoría y en la práctica, llano, abierto, preciso, inteligente, futurista, con sentido de la historia, una concepción internacional completa, culto, creativo, honesto a carta cabal, consecuente, que valora el amor y, sobre todo le gusta el fútbol (tal es su pecado: era hincha de la UC y cuando fue presidente de la FECH aceptó presiones y se cambió a la U). Pero tiene cero ambiciones y no sabe armar maquinarias empresariales y políticas.
El otro candidato era Soledad Alvear. Pero tampoco llega al final, porque estaba claro que los sectores más retrógrados no permitirían dos mujeres seguidas.
El candidato de la Concertación tenía que ser un hombre, demócrata cristiano, muy libre, voluntarioso, con disposición al cambio, suficientemente conocido, con la justa dosis de ambición.
Ya hace dos años lo dije: o Frei o yo. Fue Frei, por supuesto. Ninguno de los demás podría servir.
Y poco a poco se fue armando su campaña hasta llegar al punto de que fue proclamado por los tres partidos grandes de la Concertación. Los radicales obligaron a una absurda primaria con ánimos negociadores. Dejó en el camino a todos, incluido Lagos, pues aceptó las reglas de juego. Y se ha mantenido en la batalla, a pesar de los agoreros, de los disensos internos, de Girardi y su amor por Ominami, de EL MERCURIO.
Me han dicho: Frei es más de lo mismo. En cierto sentido sí. Es concertación, es DC, es el que eligió a Aninat como Ministro de Hacienda. Es su gobierno, con lo bueno y malo que eso conlleva.
Pero Frei es serio, riguroso consigo mismo y con los demás, aunque lento para exponer, sabe escuchar y decidir. A algunos les inquieta que él no vaya a ciertos programas. ¿Y qué gana yendo? El no es exhibicionista, como otros, ni altisonante ni espectacular. Pero cumple, avanza, como un tanque, en total seguridad y tranquilidad.
Pero Frei es serio, riguroso consigo mismo y con los demás, aunque lento para exponer, sabe escuchar y decidir. A algunos les inquieta que él no vaya a ciertos programas. ¿Y qué gana yendo? El no es exhibicionista, como otros, ni altisonante ni espectacular. Pero cumple, avanza, como un tanque, en total seguridad y tranquilidad.
Voy a votar por Frei. No tengo muchas ganas de que sea más de lo mismo, pero creo que en esta disyuntiva, es mejor lo mismo de estos años, que meternos en aventuras o regresar a tiempos aun más pretéritos, con el añadido que esta vez tendríamos a voluntaristas tratando de gobernar a su amaño, como si eso se pudiera.
Eduardo Frei está dispuesto a hacer cambios. Lo ha dicho, por ejemplo cuando dice que quiere una asamblea constituyente. Quiere cambios en la conducción, lo que se puede apreciar en la incorporación de mucha gente joven y entusiasta.
Frei no va a hacer una revolución, sino que va a abrir las puertas al cambio de generación. El será el último de una hornada que debe ceder paso a la llamada generación intermedia, es decir los que van entre 30 y 45 años, quienes serán los que deban hacerse cargo de los espacios políticos.
Me asiste el convencimiento de que sus nombramientos no serán para los de siempre y aunque se repitan Pickering, Dockendorff y otros, los que definan el rumbo nacional serán mentes más jóvenes, con apertura intelectual y disposición de espíritu renovado. Pablo Ruiz Tagle no es un jovencito, Juan Pablo Hermosilla tampoco, pero su intervención en política es refrescante y parece ser una buena promesa.
Llegó la hora de hacer romper esquemas desde el interior, aprovechando las ideas de los viejos que hemos estado al margen porque tenemos experiencia pero no estudios en el extranjero, de los radicales a quienes nunca se escucha, de los jóvenes sin experiencia pero con estudios en el extranjero, de los jóvenes meramente marginados de las decisiones (siempre considero hombres y mujeres). Frei puede hacer eso, porque se siente fuerte, no tiene nada que probar y su vocación de servicio lo puede llevar a permitir que las nuevas generaciones lo desplacen en el protagonismo.
Preferiría otras ideas ya mismo, pero eso es seguir soñando.
Lo que espero es que el gran pacto político que ha sido la Concertación se amplíe hacia todos lados, avancemos en términos de progreso social, político y económico y ello ayude a que algún día abandonemos esta Constitución, este esquema económico y la mayor parte de las pautas éticas opresoras y restrictivas que impiden a las personas ser felices.
1 comentario:
No sabía eso de . "O Frei o Yo".
yo tambien votaré por Frei: de la que nos libró.
un abrazo
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