Hace muchos años, unos veinte, escribí una columna en la Revista ANÁLISIS en la que comparaba a Torres Silva con Contreras Sepúlveda, afirmando que el primero equivalía al segundo en la nueva época de la dictadura. Torres Silva se enojó y consideró que esa comparación era injuriosa, presentó una querella en mi contra, la que no prosperó por absurda, pese a que la tramitó una Fiscalía Militar.
El tiempo me dio la razón y hoy comparten la misma cárcel. Torres Silva fue salvaje persecutor de los defensores de los derechos humanos, dio trato vejatorio a los abogados, quiso allanar la Vicaría y se gozaba ofendiendo y encarcelando a todos los que podía, mientras protegía a los violadores de los derechos humanos.
Hoy está preso, pues quiso prolongar sus comportamientos a los tiempos posteriores a Pinochet y en 1993 participó en la desaparición de Berríos, el químico criminal al servicio de la dictadura.
Fui abogado de derechos humanos y me enfrenté con él.
Hoy sonrío. No es venganza, es el placer de un ratito de justicia. No es que crea que se hará justicia en serio, pero por lo menos beberá de su propio brebaje.
Unos días.
martes, julio 24, 2007
martes, julio 10, 2007
Los riesgos de ser pluralista
El riesgo de ser pluralista es que no queda más que tomárselo en serio y efectivamente acoger las "buenas ideas" incluso de aquellos que no nos dan confianza o cuyas conductas nos repugnan.
Entonces, yo combato con dureza a Adolfo (no- Hitler) porque sus indisciplinas y otras conductas del tipo lo alejan de la organización que le permitió ser senador, pero no puedo dejar de reconocer que el fundamento de esa sublevación al orden partidario tiene bases ciertas. Es verdad que las cosas se han hecho mal y que ellos, los que lo han hecho mal, deben responder.
En consecuencia, debo decir que acepto sus argumentos, pero no me gusta su indisciplina.
Peor me siento con la senadora Matthei, cuyos estilos de acción política detesto, cuyos tránsitos de partido y de regiones me perturban, cuyas ideas políticas son completamente contrarias a las mías, pero que... la escucho hablar del tema de Piñera y las acciones de LAN y me gusta lo que dice y... ¡horror! ... estoy de acuerdo con ella.
Porque está claro que no corresponde que el candidato presidencial y empresario siga con esta dualidad que termina complicando a sus propios partidarios, pero tampoco parece tan claro que después de 13 años en que la Concertación se ha abstenido de cumplir la ley, se acuerde que existe justo en este caso. La culpa, por cierto, no es del superintendente actual, sino de sus antecesores. (Ella dice que al multado por una luz roja le parece injusto que lo sancionen si los que lo antecedieron cruzaron la misma luz roja y los dejaron seguir). Porque a lo mejor ahora no hay persecusión política, sino antes extrema tolerancia, hasta el grado de oler mal.
Las cosas andan mal, porque todo se revuelve y uno termina aceptando dichos de quienes no le gustan.
Pero dicen lo correcto. ¡Y qué se le va a hacer!
Y ahora estoy preocupado acerca de qué va a decir Nelson Acosta. Capaz que termine encontrándolo razonable. Aunque, en verdad, creo que sería demasiado.
Entonces, yo combato con dureza a Adolfo (no- Hitler) porque sus indisciplinas y otras conductas del tipo lo alejan de la organización que le permitió ser senador, pero no puedo dejar de reconocer que el fundamento de esa sublevación al orden partidario tiene bases ciertas. Es verdad que las cosas se han hecho mal y que ellos, los que lo han hecho mal, deben responder.
En consecuencia, debo decir que acepto sus argumentos, pero no me gusta su indisciplina.
Peor me siento con la senadora Matthei, cuyos estilos de acción política detesto, cuyos tránsitos de partido y de regiones me perturban, cuyas ideas políticas son completamente contrarias a las mías, pero que... la escucho hablar del tema de Piñera y las acciones de LAN y me gusta lo que dice y... ¡horror! ... estoy de acuerdo con ella.
Porque está claro que no corresponde que el candidato presidencial y empresario siga con esta dualidad que termina complicando a sus propios partidarios, pero tampoco parece tan claro que después de 13 años en que la Concertación se ha abstenido de cumplir la ley, se acuerde que existe justo en este caso. La culpa, por cierto, no es del superintendente actual, sino de sus antecesores. (Ella dice que al multado por una luz roja le parece injusto que lo sancionen si los que lo antecedieron cruzaron la misma luz roja y los dejaron seguir). Porque a lo mejor ahora no hay persecusión política, sino antes extrema tolerancia, hasta el grado de oler mal.
Las cosas andan mal, porque todo se revuelve y uno termina aceptando dichos de quienes no le gustan.
Pero dicen lo correcto. ¡Y qué se le va a hacer!
Y ahora estoy preocupado acerca de qué va a decir Nelson Acosta. Capaz que termine encontrándolo razonable. Aunque, en verdad, creo que sería demasiado.
jueves, julio 05, 2007
Un chiste y una enseñanza
En mis talleres de desarrollo personal exploro las potencias personale sy la necesidad de trabajar desde el interior en la expansión d elo mejor de cada uno. Eso exige conocerse y conocer a los demás sabiendo usar las fuerzas propias y activar las ajenas.
Mientras preparaba una clase, me llegó por internet esta historia de sabiduría aplicada al presente.
Sabiduría Arabe versus Paranoia Gringa
Un viejo árabe vivía en Idaho, Estados Unidos, desde hace 40 años. Quería plantar patatas en su jardín pero arar la tierra ya era un trabajo muy pesado para él. Su hijo, Ahmed, estaba estudiando en Francia. Entonces, el anciano decide mandarle un mail explicándole el problema:
"Querido Ahmed: Me siento mal porque no voy a poder plantar mis patatas este año. Estoy muy viejo para arar las parcelas. Si tú estuvieras aquí sé que voltearías la tierra por mí. Que Alá esté contigo. Te quiere, Tu papá."
Al día siguiente recibe un mail de su hijo:
"Querido papá, Por todo lo que más quieras, no revuelvas la tierra del jardín. Ahí es donde tengo escondido aquello. Te quiere, Ahmed".
A eso de las cuatro de la madrugada, aparecen la Policía local, agentes del FBI, de la CIA y representantes del Pentágono que dan vuelta a toda la tierra del jardín buscando materiales para construir bombas, antrax o lo que sea. Pero no encuentran nada y se van. Ese mismo día el hombre recibe otro mail de su hijo: "Querido papá, Seguramente ya podrás plantar las patatas. Es lo mejor que pude hacer desde aquí. Te quiere, tu hijo Ahmed"
Mientras preparaba una clase, me llegó por internet esta historia de sabiduría aplicada al presente.
Sabiduría Arabe versus Paranoia Gringa
Un viejo árabe vivía en Idaho, Estados Unidos, desde hace 40 años. Quería plantar patatas en su jardín pero arar la tierra ya era un trabajo muy pesado para él. Su hijo, Ahmed, estaba estudiando en Francia. Entonces, el anciano decide mandarle un mail explicándole el problema:
"Querido Ahmed: Me siento mal porque no voy a poder plantar mis patatas este año. Estoy muy viejo para arar las parcelas. Si tú estuvieras aquí sé que voltearías la tierra por mí. Que Alá esté contigo. Te quiere, Tu papá."
Al día siguiente recibe un mail de su hijo:
"Querido papá, Por todo lo que más quieras, no revuelvas la tierra del jardín. Ahí es donde tengo escondido aquello. Te quiere, Ahmed".
A eso de las cuatro de la madrugada, aparecen la Policía local, agentes del FBI, de la CIA y representantes del Pentágono que dan vuelta a toda la tierra del jardín buscando materiales para construir bombas, antrax o lo que sea. Pero no encuentran nada y se van. Ese mismo día el hombre recibe otro mail de su hijo: "Querido papá, Seguramente ya podrás plantar las patatas. Es lo mejor que pude hacer desde aquí. Te quiere, tu hijo Ahmed"
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