El 4 de abril presentamos en EL CAFÉ LITERARIO DEL PARQUE BALMACEDA, el libro BITÁCORA.COM del poeta chileno residente en México Juan Eduardo Esquivel Larrondo. Esta es mi intervención en el acto.
Según el prologuista o
presentador, un poeta y académico mexicano que vive en Chicago, este libro
puede relacionarse con el género “diario”. Y efectivamente es así, porque lo
que hace es ir dando cuenta día a día y mes a mes de lo que pasa por el agitado
e intenso mundo interior de este poeta intelectual, de este artista de la
crónica, de este ser viviente político, iconoclasta, rebelde y ciertamente
conservador en sus formas.
El mismo comentarista vincula a
Juan Eduardo con Cardenal, García Lorca, Machado Y Gonzalo Rojas. No es menor
el homenaje. Tal vez pueda ser por mi incultura literaria o mi fragilidad
académica, sin desconocer que puede haber algo de esos poetas, de Gonzalo
indudablemente, a mí me recordó espontáneamente en algunos momentos el acto creacionista
de Huidobro (“Cuando digo la palabra lluvia uso impermeable” dice Vicente
Huidobro) y el tono discursivo y denunciador de Pablo de Rokha, aunque sin la
sonoridad cataclísmica de este último.
Juan Eduardo reconoce que este
libro es “una transcripción de mi actividad anímica desde la pantalla al papel,
a partir de ideas peregrinas”.
Es decir, esas ideas que van en
cierta dirección, a veces confesada y otras no, pero que saben de dónde vienen
y a donde llegarán. Un peregrino no es un vagabundo: no se piense que las ideas
del poeta vagabundean. No. Peregrinan. Y lo hacen hacia un santuario que espera
tener un dios que todavía no llega, aunque en sus jóvenes 75 años ya percibe,
aunque sea en medio de la retórica y la creatividad.
¡La Creatividad!
Es el punto de encuentro entre la
ciencia y la poesía, el espacio en que el ser humano puede pensar en lo que no
existe, en lo que existirá, en lo que sueña primero y construye después, en lo
que ansía y desarrolla.
Si crear, que es el oficio
esencial de dios, puede definirse como producir algo de la nada, los humanos
asumimos como oficio principal la RECREACIÓN, es decir la diversión de crear a
partir de lo que ya existe o, como dice un cirujano, ajustar o corregir la obra
de dios.
La poesía de Juan Eduardo es una
caja de sorpresas incluso para él. No hay trama misteriosa o desenlace
inesperado, como puede ser en la narrativa: todos ya sabemos que la bitácora
lleva al poeta a sus 75 años, jubilando en una situación privilegiada gracias a
la Universidad Nacional Autónoma de México, que financia el Estado. Sin embargo
en el relato mismo hay situaciones curiosas y desconcertantes y en eso consiste
la labor de este poeta creacionista y altisonante.
Por ejemplo: Leer página 15 lo marcado.
¿Se dio cuenta Juan Eduardo que
el gobierno que maltrató a José Victorino, que lo persiguió, era ni más ni
menos que el gobierno de Manuel Bulnes, militar que fue Presidente mientras era
Comandante en Jefe del Ejército, cargo que sostuvo, en curiosa coincidencia,
por 17 años?
Es que la poesía es así: da
cuenta de hechos de los cuales ni siquiera el autor tiene necesariamente
conciencia. Y se conecta con el lector de un modo misterioso.
¿Se ha dado cuenta Juan Eduardo
que sin dejar de ser chileno, porteño por añadidura, se ha convertido en
mexicano de tomo y lomo? La mejor prueba es el párrafo de la página 21 que leo.
Leer página 23.
Recordemos que el chocolate es un
descubrimiento mexicano.
Ahora bien, la mezcla de “México,
poesía y chocolate”, es un plato del suroeste de ese país, conocido como MOLE,
que tiene más de 150 ingredientes y requiere días de cocción y preparación.
Todo se hace con lentitud, calma, sin dejar de agitar el preparado, en lo
posible con cuchara de palo.
Y eso es éste libro, que conjuga
la espontaneidad de la creación, con la lentitud del amasijo en la cocción,
preparando un MOLE, que se come con cierta avidez, que como la lava y el humo
del mítico volcán POPOCATÉPETL, se desparrama en una combinación hermosa de
cultura e intimidad. Desde el homenaje a sus amigos más queridos y la intimidad
de los primos, hasta el drama de la genealogía y la carga poderosa de las
historias personales, todo ello matizado de conocimientos, experiencias
historias y opiniones políticas.
Este MOLE delicioso de Juan
Eduardo Esquivel Larrondo combina el descreimiento con el misterio, entre el
origen espontáneo del universo y, LEO, “Este libro, escrito en las líneas y los
montes de mi mano donde leo mi pasado y me detengo a hilvanar el cosmos”, entre
la ansiedad de regresar a su tierra renovada con la de no dejar su tierra nueva
de México. Cree en duendes y en una serie de intelectuales conocidos solo por
los intelectuales y que nosotros, los mortales desconocemos. (Podría mencionar
por ejemplo a ZYGMUNT BAUMAN, autor de un libro que solo puede tolerar un
intelectual de la UNAM o de LOVAINA: Modernidad
líquida)
Este libro se lee con placer
estético, intelectual, histórico. Y político. Define al ser humano en un
desplazamiento que van desde el conservador SÉNECA que nos dice que “el hombre
es sagrado para el hombre”, en una anticipación de la declaración universal de
los derechos humanos hasta llegar, 30 líneas después a la coronación del
“hombre económico u homo economicus” enmarcado en la mejor definición del neo
liberalismo que he leído jamás. LEER PÁGINA 110.
La poesía, como de paso lo
denuncia el propio Juan Eduardo, no es querida ni requerida por las grandes
editoriales, pese a que de los pocos campeonatos mundiales que hemos ganado los
chilenos son los de poesía, donde somos bicampeones: Neruda y Mistral. Y si no
hemos ganado más (podrían ser Huidobro, Rojas, Parra, por lo menos) es porque
los árbitros no han querido, simplemente, pues en la escasez han llegado a
confundir la literatura con el periodismo.
Cuando se produzca la revolución
humanista y celebremos el amor entre los seres humanos como el más preciado
bien, incluso más que el chocolate, cuando la justicia reemplace a la igualdad
y la libertad no sea un bien secundario a la acumulación de dinero, cuando
reine, en suma, la solidaridad en escala planetaria, entonces, señoras y
señores, Juan Eduardo será un poeta coronado por el panteón revolucionario.
Mientras, lo homenajeamos entre
nosotros.