Ayer 19 de febrero fue un día de alta significación.
La verdad es que todo comenzó en la tarde del 18 de febrero, día memorable hasta ahora sólo por el nacimiento de mi ahijado Martín Lira, cuando me enteré del fallecimiento de la tía Lula. Ella, a quien no veía asiduamente, fue un personaje clave de mi infancia y de mi adolescencia. Su casa era un terreno conocido y de sus hijas no sólo fui amigo sino que de una de ellas me enamoré de un modo compulsivo por largos años. Hoy es una de las amigas que más quiero, aunque tampoco la vea con frecuencia. En el responso reviví recuerdos conmovedores y fui impactado por el dolor de los suyos más cercanos. Fue sepultada ayer en la tarde, a la hora de los calores.
Pero yo no fui.
No fui al entierro de tía Lula porque a la misma hora en que partía para allá recibí el mensaje de mi hijo Pablo: nació Amparo.
A las 14,47 nació Amparo, hija de Pablo y Carola y desvié el auto para llegar a la clínica Santa María, en cuya página web podrá ser vista una foto de la recién nacida desde hoy en la tarde.
Sana, bella, movediza, anticipando en sus primeros instantes algo que ya vaticinada su eventual carta astral (comprobado todo al anochecer al revisarla en el computador) y describía su arcano personal.
Y de ahí a la celebración del cumpleaños 84 de mi madre y teniendo sólo una oración silenciosa para tía Lula y sus hijas.
Amparo es la hermana de Alejandro, mi nieto pronto a cumplir dos años.
Y será la segunda mujer de esa generación, porque la primera es Micaela, casi ya de 11 años (los cumplirá el mismo día 10 de marzo en que el Congreso Nacional recibirá el archivo de mi padre Alejandro Hales para integrarlo a su sistema de bibliotecas y archivos, para que esté a disposición de todos los chilenos).
Recordé a mi ahijado Sebastián Donoso, que aunque vive tan lejos hace años, lo mantengo en el recuerdo y el cariño. Ya es un hombre grande.
Entre todas estas emociones del 19 de febrero, no presté atención al anuncio del retiro de Fidel Castro de sus quehaceres políticos, Hecho importantísimo al que habré de referirme otro día, cuando se hayan calmado las emociones.
Una duda queda: ¿Por qué Amparo habrá elegido ese nombre? ¿Será acaso una especie de homenaje al compromiso por derechos humanos de su bisabuelo y de su abuelo? ¿O será el anticipo de su deseo de proteger y amar al mundo entero, como indica su carta astral?
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