miércoles, mayo 25, 2011

comentario 3 en www.cooperativa.cl

HACIA EL CAMBIO NECESARIO

Decía en mi columna de la semana pasada que “las discusiones de hoy, por primera vez, están plagadas de emocionalidad, lo que hace ciertamente difícil resolver los conflictos y tomar decisiones. Las ideas sirven para canalizar las propuestas y las emociones para encender la lucha. Por ello, las emociones sin las ideas no pueden servir de base a formulaciones políticas. Y las ideas sin emociones dejan fuera al ser humano integral y sus decisiones terminarán siendo siempre resistidas. En este cambio de era hay que sentarse a la mesa con ambas realidades y tratar de permeabilizar una y otra hasta lograr por lo menos una disposición a llegar a entendimientos y acuerdos.”

Esta emocionalidad es la que ha permitido que vuelvan a la calle manifestaciones de protesta como las más importantes de la época de la dictadura. Y no es que ahora haya dictadura, aunque muchos de los que fueron su sustento – personas y grupos sociales y económicos – son los que dan respaldo al actual gobierno y lo integran. Lo que sucede es que después de 20 años de ejercicio de una democracia restringida y vigilada, centrada en minorías que chantajean a las mayorías gracias a un sistema electoral injusto y en pequeñas cúpulas autorreelegidas, se está produciendo un agotamiento en amplios sectores de la población. Todo cabe en la misma protesta: son las demandas de una sociedad que comienza a movilizarse sola frente a la autarquía y el aislamiento de la autodenominada clase política.

Claramente no hay liderazgos precisos, porque son muchas las propuestas distintas que avanzan por un mismo cauce, sin satisfacciones importantes, sin respuesta a los problemas acuciantes, sin un destino claro al que podríamos estar avanzando como sociedad. La falta de liderazgo deja un vacío que es llenado por agitadores del desorden y violentistas, delincuentes y desesperanzados, que no ven sino en la piedra la solución para expresar sus frustraciones, su irritación, su ira concentrada.

Como nunca es necesario que fuerzas organizadas – podrían ser los partidos políticos si acaso creyeran en sí mismos y en la democracia – orienten y canalicen la demanda social, mediante mecanismos organizados de participación, aunque sean “extra sistema”, ya que mientras no existan decisiones en orden a fortalecer efectivamente la democracia con la ampliación del sufragio y otros mecanismos institucionales de participación política, habrá que crear espacios e instrumentos que den al pueblo sentido en su actuar.

Hoy las emociones han vuelto a salir a la calle. Con el lema de la alegría se derrotó a Pinochet, aun al precio de consolidar su sistema institucional y económico. Pero ahí quedó todo. Hoy es la ira la que ocupa el espacio. Lo que necesitamos son respuestas que despierten la esperanza y el deseo de felicidad en la ida concreta, pero con ideas que nos encaminen hacia una sociedad justa y participativa.

No están las ideas, porque no hay voluntad de tocar un sistema que asegura a los que detentan el poder la continuidad. Los centros de estudio están interesados en discutir sobre la administración de una forma de vida que les acomoda a las minorías gobernantes, en lugar de buscar la sustitución del régimen mediante proposiciones de cambio.

Es la hora del cambio, de la mirada distinta, de la propuesta audaz, de la rebeldía encauzada hacia la construcción de un nuevo orden de cosas.

Es la hora del despertar aunque con ello se desaten fuerzas que no controlaremos plenamente, pero que permitirán avanzar hacia una sociedad guiada por otros preceptos.

martes, mayo 17, 2011

Comentario 2 en www.cooperativa.cl

En el cambio de era, sembrando la paz

El mundo de hoy vive un proceso de transformaciones nunca visto en la historia, por su profundidad, amplitud, velocidad y extensión. Desde el fin de la segunda guerra mundial, pasando por la creación de Naciones Unidas, la declaración de los derechos humanos, la creación del Estado de Israel, las crisis democráticas de América Latina, la independencia de los países de Asia y África, hasta llegar a la gran crisis del socialismo real y su desmoronamiento, el siglo XX fue testigo de una transformación radical de la sociedad internacional y del modo de vida de los seres humanos. La incorporación de China – en lugar de Taiwán – en las Naciones Unidas y la recomposición del mapa de Europa, el desarrollo del petróleo y la revolución tecnológica, dieron paso a nuevas miradas y enfoques sobre los procesos sociales y políticos que nos han llevado a caracterizar estos primeros años del siglo XXI tanto como una era de cambios como un cambio de era.

Las relaciones humanas han cambiado, porque han cambiado las comunicaciones, los conceptos, las informaciones y lo que antes no se sabía hoy se conoce y los secretos se han estrellado contra la ansiedad de transparencia. El aire ha suplantado al agua como medio de desplazamiento y ello ha traído consecuencias insospechadas para todos. El mundo del siglo XXI es radicalmente distinto del de los veinte siglos anteriores, porque nunca ha sido tan evidente la riqueza y tan evidente la pobreza, porque nunca como ahora hay tanta acumulación de poderes económicos y políticos en pocas manos y hay tanta marginación y miseria esparcida por el mundo.

Lo que antes fue la guerra fría o la polaridad enfrentada a los no alineados, hoy se ha convertido en un mundo con tendencia uniforme, donde el capitalismo campea con su ética y su estilo, transformando a los que fueron ciudadanos en consumidores y a las democracias en mercados. La exacerbación del hedonismo y el consumo alejan a los seres humanos de sus preocupaciones solidarias y de la orientación hacia sociedades con aspiraciones de justicia y respeto.

Este es un tiempo de contradicción y controversia, en el que unos se sienten dueños de la verdad y de la conducción de la sociedad, mientras grupos todavía minoritarios construyen espacios de esperanza y a veces de lucha contra los órdenes totalitarios y totalizadores, los sentidos unívocos y las respuestas únicas a los problemas. Aunque se ha intentado hacer desaparecer las ideologías remitiendo las soluciones de los problemas a medidas concretas dentro de ámbitos técnicos, lo real es que las doctrinas y las ideologías seguirán siendo un marco de referencia, en la medida que sitúen correctamente su enfoque a la solución de los problemas. Porque la vida de los seres humanos no se reduce a cuestiones técnicas, sino que ellas deben supeditarse a los valores principales, a los grandes principios, a los programas globales de organización de la sociedad.

Las discusiones de hoy, por primera vez, están plagadas de emocionalidad, lo que hace ciertamente difícil resolver los conflictos y tomar decisiones. Las ideas sirven para canalizar las propuestas y las emociones para encender la lucha. Por ello, las emociones sin las ideas no pueden servir de base a formulaciones políticas. Y las ideas sin emociones dejan fuera al ser humano integral y sus decisiones terminarán siendo siempre resistidas. En este cambio de era hay que sentarse a la mesa con ambas realidades y tratar de permeabilizar una y otra hasta lograr por lo menos una disposición a llegar a entendimientos y acuerdos. Así se sembrará la paz.

lunes, mayo 16, 2011

Comentario 1 en www.cooperativa.cl

Regreso feliz, después de más de 30 años, a ser un comentarista estable de Radio Cooperativa. En los duros años 79 y 80 comentaba dos veces por semana, acerca de la situación política y la realidad de los derechos humanos. Luego, he seguido visitando sus estudios cada cierto tiempo, pero ahora he sido invitado a estas columnas periódicas, para hablar de los temas de hoy.

Después de tres décadas, las formas han cambiado, la tecnología es otra, los auditores y lectores son nuevos, llegamos a todo el mundo. Pero lo crucial no ha cambiado: seguimos comprometidos con los derechos humanos y la necesidad de que las personas puedan aspirar a vivir en libertad y pleno ejercicio de sus derechos cívicos. La radical exigencia de una vida mejor, no tanto desde lo económico, sino sobre todo desde la integralidad de lo humano, continúa vigente y los jóvenes de hoy, que no fueron siquiera testigos vivos de las violaciones, están mirando con renovado interés una temática que los interpela como protagonistas del tiempo que viene.

Hace pocos días la radio publicó un adelanto de mis comentarios a propósito de la muerte de Bin Laden. Cuando sucedieron los atentados a las torres gemelas de Nueva York, sumé mi voz a las de muchos que protestaban por tan brutal acción criminal. Pero, con una diferencia: yo advertía en esos instantes que la respuesta de Estados Unidos podía ser equivalente o aun peor, pues tanto el régimen encabezado por Bush como la organización liderada por Bin Laden – socio comercial del Presidente de los Estados Unidos – tenían como lenguaje principal el de la violencia. Uno y otro se realimentaban. Y así fue.

Un viento de esperanzas recorrió parte del mundo cuando Obama sustituyó al petrolero en la Presidencia de Estados Unidos y más aun cuando en una apuesta a futuro, Oslo le otorgó el Premio Nobel de la Paz. Pero cuando es requerido por el mundo del poder, Obama no es diferente de Bush más que en la formas, pues su decisión de matar y no capturar, su sangre fría para ver por televisión el operativo y ni siquiera alterarse – como le pasó a Hillary Clinton -, su convicción de no dar a publicidad los detalles y las fotografías de la muerte del terrorista, lo revelan de un estilo similar, acuñado ya en las conquistas del oeste americano, cuando a fuerza de balas se exterminó a los aborígenes y se organizó una sociedad en la que portar armas es una habitualidad. La grosería de llamar “Operación Gerónimo” – nombre de uno de los líderes más importantes de los primitivos habitantes del territorio que hoy ocupa la Unión - a la misión de asesinar al terrorista más buscado supera todo lo esperado, ya que intenta poner en un mismo nivel y también en un mismo estilo, ambas situaciones.

En El Café de Cooperativa Luis Larraín calificó a Estados Unidos como “la policía del mundo”. Es así, nos guste o no. Y su gobierno actúa con la misma brutalidad, vulgaridad, prepotencia, de la gran mayoría de los policías del mundo, que se sienten todopoderosos e invulnerables, exentos del deber de rendir cuentas. Lo hemos visto en este Chile de “democracia protegida”, aunque afortunadamente acá, algunos de los abusos han sido denunciados y castigados por la autoridad interna ante la evidencia de su gravedad.

La tarea de hoy parece ser la de construir un mundo de paz y concordia, buscar entendimientos y armonía. Pero eso no nos releva de la obligación de seguir denunciando y alzando la voz contra los abusos y los métodos de acción que nos alejan de esas metas. Somos protagonistas de una época de tránsito y debemos asumir con conciencia que lo que hagamos o no hagamos en esta hora dejará señales poderosas para los tiempos venideros y las generaciones que se abren paso en la nueva era.

viernes, mayo 13, 2011

Comentario 0 en www.cooperativa.cl

CAYO BIN LADEN
La caída del jefe de la principal organización terrorista abiertamente conocida marcará un hito importante en el desarrollo de los procesos de guerra y de paz. Por casi dos décadas se le trató de liquidar y cada vez su organización crecía más. Luego del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York (hecho que aun despierta sospechas sobre un posible contubernio de Al Qaeda y la CIA) el gobierno de Estados Unidos, organizando el planeta entre buenos y malos, puso sus mayores empeños en atrapar (así creíamos) a Osama Bin Laden.
Finalmente lo encontró y nada menos que a pocos kilómetros de la Capital de Pakistán, en una zona que es un complejo militar de ese país. La operación debió planearse cuidadosamente y sin lugar a dudas tuvo que existir información de traidores del jefe terrorista, tal como sucedió con la entrega de Saddam Husein. Bin Laden vivía en una mansión sin teléfono ni internet, completamente desconectado de su organización, la que seguía activa, pese a las muerte de varios de sus responsables pri9ncipales en los últimos tiempos. Más aun, a mediados de abril, un comunicado de Al Qaeda anunciaba que si Bin Laden era asesinado, la organización atacaría a Estados Unidos con armas nucleares. Curiosa la advertencia, justo antes de que el jefe cayera. Es decir, a Al Qaeda no le importaba tanto que el jefe fuera capturado, sino que fuera asesinado. La advertencia, entonces, era en serio, puesto que ellos ya sabían que los norteamericanos estaban en la pista, pero esperaban que no fuera liquidado, sino que se le hiciera prisionero.
Claro que es sabido que a ellos no les gusta hacer prisioneros, pues siempre es un problema. Prefieren liquidarlos. El riesgo con Bin Laden era mayor, puesto que podría ponerse a hablar de los distintos entendimientos que tenía con el gobierno y la inteligencia de Estados Unidos, el último de los cuales parecía ser la ayuda a los rebeldes libios, según denunció Khadafi. Esto explicaría la violencia desmedida para el asalto y la necesidad de proclamar cuanto antes su muerte.
Pero quedan dudas… ¿Por qué no fue capturado en lugar de muerto? ¿Por qué se divulgaron fotos falsas si se disponía del cadáver verdadero? ¿Por qué se lanzó el cuerpo al mar en una presunta ceremonia en un porta aviones en lugar de conservarlo o enterrarlo? ¿Cómo se explican el lugar en que vivía, la ausencia de información a las autoridades pakistaníes y la desconexión total del líder de Al Qaeda?
Para quienes creemos en los derechos humanos, ninguna muerte por la violencia es necesaria si es que existe alguna posibilidad de evitarla. Por ello y por la amenaza de hace unas semanas, podemos temer que Al Qaeda intente vengar a su líder atacando, como lo hacen los terroristas, no a objetivos militares, sino a civiles inocentes. La escalada violentista no se detiene aun, lo que nos obliga a seguir buscando la paz.