jueves, junio 03, 2010

EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ

Lo que recién ha sucedido en Palestina (toma por la fuerza de un barco con ayuda humanitaria) no tiene que ver con los judíos, sino con el gobierno del Estado de Israel. Son los gobernantes y los militares, portadores de una cierta ideología y de métodos predefinidos, quienes han resuelto no asumir la paz como una tarea, sino mantener la situación de desmedro de los palestinos árabes.

Los sucesos son iniciados por la decisión de un grupo de personas partidarias de la paz de romper el bloqueo que han impuesto esas autoridades del Estado de Israel al territorio palestino. Nada peor que los bloqueos de este tipo, pues sólo contribuyen a dar armas y argumentos a los violentistas, ya sean de ejércitos regulares o de grupos independientes.

La violencia llama a la violencia y entonces podemos decir que el ejército israelí y Hamas se necesitan y se incentivan. A ambos les conviene mantener la situación, pues de ese modo mantienen el poder.

Hay quienes quieren la paz, pero a costa de la destrucción, humillación y hasta desaparición del adversario. Hay otros que quieren la paz desde la construcción de espacios de colaboración.

Después de la invasión armada de 1948 que llevó a los dirigentes del Estado de Israel recién creado a tomar muchos más territorios de los que le asignó Naciones Unidas, comenzó una resistencia dura que llegó a ser liderada por grupos partidarios de la vía armada como único camino. Esos mismos dirigentes, con el correr del tiempo, fueron flexibilizando sus actitudes y llegaron a ser líderes de fracciones o agrupaciones políticas partidarias del entendimiento con el estado de Israel.

El diputado Patricio Hales, en un discurso pronunciado hace pocas semanas, nos ha dicho que los palestinos han hecho muchas concesiones mientras que el estado de Israel ninguna (o muy pocas). Los palestinos han estado dispuestos a reconocer jurídica y políticamente al Estado de Israel y a renunciar a su deseo de una sola Palestina, con tal de construir una paz estable y verdadera.

Pero los que dirigen el Estado de Israel no tienen convicción respecto de la paz, porque ellos saben hacer la guerra.

Los habitantes de Israel y lo de Palestina árabe, quieren la paz. Esa construcción de la paz, sólo puede hacerse mediante decisiones de integración y respeto y el desarme generalizado en ambos territorios. Mientras haya dominación de unos sobre otros, no habrá paz.

Los recientes hechos, condenables desde todo punto de vista, ponen de relieve la necesidad de poner coto a las escaladas de violencia y generar espacios de paz e integración.

No hay aquí, como dijo un dirigente chileno de la comunidad judía, un “antisemitismo” ni nada que se le parezca. Por el contrario, el mundo, incluidos los árabes, tienen un gran respeto por las tradiciones, la sabiduría y la historia de los judíos. Porque tenemos tradiciones, sabiduría, historia y padecimientos comunes.

Hay una confusión entre el judío (que es una religión) y el israelí (que es una nacionalidad). Se puede ser judío de cualquier nacionalidad o israelí de cualquier religión. O sin religión. Es como confundir musulmán con árabe. Pero también hay algo racial: hay judíos semitas o sefaradíes y judíos eskenazis, que sosteniendo una misma religión, pertenecen a razas diversas. Por eso un árabe puede ser judío y un eskenazi puede ser ateo o cristiano.

Este enredo es que permite que los gobernantes y los militares del Estado de Israel convoquen a una especie de guerra santa fanática cuando quieren justificar una acción violenta, en la cual pretenden involucrar a todos.

No es así. Judíos, musulmanes y cristianos; árabes y sefarditas, árabes y eskenazis, árabes y europeos o americanos, todos pueden entenderse para construir un territorio de paz.

Hay una condena a los violentistas, a quienes cultivan las agresiones como método de vida, a un gobierno que se siente con derecho a cualquier cosa.

Jamás la paz se construirá sobre la violencia.

La paz se construye en acciones concretas de respeto al otro, de confianza y de amor en una escala planetaria.

Todos tenemos derecho a vivir en paz.