Señores Concejales:
Señores y señoras ciudadanos
- Hoy, 1 de diciembre, es la última sesión del Concejo Municipal de Ñuñoa en la que participo.
Hace 4 años fui elegido con una alta votación, que superó mis expectativas y recibí como un mandato y una muestra de confianza.
Soy militante de la democracia cristiana, pero en mi campaña recibí el apoyo de gente de todos los sectores, porque creyeron en mi compromiso sustancial: trabajar para que Ñuñoa mejore cada vez más. Mi lema fue: ¡Me encanta Ñuñoa!
Nacido, criado y vivido en Ñuñoa, conozco sus calles, sus plazas, sus barrios. La Ñuñoa de hoy es mucho más pequeña de la que yo conocí, pues de ella salieron otras tres comunas: La Reina. Macul y Peñalolén, desagregadas en distintos momentos.
La Ñuñoa de hoy está encapsulada y más que crecer, puede desarrollarse.
Este desarrollo debe significar mejorar la calidad de vida, conservando las tradiciones, lo que es el desafío más grande toda comunidad humana con trayectoria: armonizar las tradiciones con la incorporación de nuevas formas de vida. Queremos conservar y queremos progresar.
Queremos mayor integración y mayor autonomía, queremos que los pobres padezcan menos y los servicios sean para todos.
Le decía al alcalde Sabat hace un tiempo, reconociendo su enorme capacidad de solucionar problemas: no basta con ello, es necesario fijar un norte, una meta para la comuna.
Permítanme, al momento de partir, referirme a lo que nos falta:
Queremos fortalecer la vida comunal, el sentido de pertenencia de los vecinos, la creación de espacios turísticos, fortalecer la actividad cultural, mejorar la realidad del comercio. Hay muchas tareas pendientes.
Por ejemplo:
- Promover la existencia de pequeños comercios, como ha sido durante años, en los cuales los vecinos se encuentren y se reconozcan. Muchas medidas se pueden tomar para ello.
- Fortalecer las organizaciones vecinales para que los vecinos se sientan parte no sólo de los problemas sino también de las soluciones.
-Introducir correcciones al Plan Regulador, para solucionar el problema de las “casas islas”, sectores postergados y promover la valoración del carácter histórico de ciertos barrios.
- Formular un plan de desarrollo comunal con abierta participación de los vecinos.
- Incrementar la democracia con medidas tales como realizar sesiones de concejo – una el mes – en diferentes barrios de la comuna, abriendo tiempo para la intervención de los vecinos; crear una asamblea consultiva en la que participen ex concejales, los recientes candidatos que fueron derrotados y los concejales en ejercicio. - He sido concejal durante 4 años. Me propuse ciertos objetivos y los conseguí en buena medida. Faltó mucho. Siempre es así.
Lo que más falta, sin embargo, no es de resorte municipal, sino del mundo político propiamente tal. Por fortalecer el poder municipal, olvidaron la democracia. Quiero decir que se ha concentrado mucho poder en el alcalde y los concejales no tenemos mayores atribuciones. Hay que repensar el esquema.
Si alguna vez mis amigos senadores, diputados o ministros me preguntan, les daré la opinión. No creo que suceda, porque en estos años intenté hablar con ellos y resultó difícil e inoficioso casi siempre. - En este tiempo fui como soy: vehemente, exigente, acucioso con los temas en los cuales me involucro, conciliador. Traté de buscar acuerdos y a veces fue posible.
Es probable que con mi vehemencia haya ofendido a alguien. Pido públicas disculpas. Pero también se me concederá que valoré el trabajo de los demás.
Me refiero especialmente a los funcionarios, desde los directores hasta los más modestos trabajadores municipales. Con todos he querido tener buenas relaciones. Las cosas se hicieron difíciles con el director jurídico, tal vez porque insiste en invocar a la Contraloría General, institución que detesto y cuya sola mención me enerva. - Un agradecimiento especial a Cecilia Arratia, que nos acompañó varios años en las tareas del Concejo. Ella es eficiente, eficaz, sacrificada y una gran persona.
- Debo agradecer a las asistentes de los concejales, por supuesto a Vanessa, pero todos fueron eficientes, agradables, colaboradores y contribuyeron a crear un espíritu de cuerpo.
Se integran nuevos concejales. - Rosasco sólo regresa. Felicitaciones.
Manuel Guerrero, un símbolo de los nuevos tiempos, hombre inteligente, que desde el dolor es capaz de construir mensajes de esperanza.
Maya Fernández, hija de Tati la valerosa hija de Salvador Allende, que reúne los atributos de esa familia: simpatía, inteligencia, compromiso.
José Labbé, joven al que no conozco, pero por el que hago votos de éxito. Confieso que me hubiera gustado que su partido hubiera privilegiado a Gerardo Monckeberg, por su vocación y trayectoria. - Señores concejales, alcalde:
Gracias por la disposición de todos al trabajo. Gracias por las deferencias mostradas y porque, pese a todo, salimos adelante con temas que nos interesaban.
Quiero destacar un hecho: todo se discutió y se conversó y no hubo aplanadoras políticas. Tal vez alguna, pero ni siquiera la recuerdo. Peleando y todo, algunos muy duramente, quedo con la impresión de que supimos convivir y buscar convencernos mutuamente. Reconozco que Pedro Sabat, más que “el alcalde”, tiene mucho que ver en ello.
Esta fue una escuela. - He cumplido 60 años y ya es tiempo de que decida hacer más lo que quiero. Seguiré atento al devenir de nuestra comuna, seguiré dispuesto a ayudar a los amigos, más allá de banderías políticas. Seguiré interviniendo, hablando opinando.
Y seguiré en mi oficina, en mis clases, mi consulta, dispuesto a tender una mano, dar una opinión, ayudar al que lo necesite. - En este acto me margino de la polìtica activa. No seré candidato a nada más, ni dentro ni fuera de mi partido. Me embarga un dolor profundo al ver en qué se ha convertido esta actividad y constatar que más se valen intereses que ideas y máquinas que democracia.
Gracias a todos y cada uno.
¡Me encanta Ñuñoa! ¡Me encanta la vida!