Hoy 7 de abril se cumple un nuevo año de la muerte de mi padre. Desde el sur, mi amiga Patricia Ruiz, que fue amiga suya también, me llama para recordar su partida.
Nuevamente sábado.
En los primeros días de marzo ENAMI le rindió un homenaje. Luego, como una especie de designio doloroso, volvieron los administradores que estuvieron largo tiempo y que lo habían olvidado. Ahora lo recordarán.
Siento su energía vida, presente, acompañadora y amigable. Nos entendimos bien en sus últimos años, especialmente porque nos enfrentamos al tema de la muerte, a la que él temía.
La muerte pone fin a las relaciones de una cierta manera, pero cuando se van los que amamos sabemos que podemos mantenerlos en nuestro recuerdo y aunque nos hagan falta podremos revivir los antiguos encuentros con alegría.
Mi padre dejó una profunda huella en muchos chilenos. Una señal de vívido compromiso, una opción fuerte de vida, un estilo de acercamiento a las personas que hizo que quien estuvo cerca suyo quedó marcado para siempre.
Hoy lo recuerdo. Invoco su nombre pidiendo que interceda ante Dios por personas que ambos hemos querido y que sufren. Una Patricia que debe solucionar sus problemas de hijos y de dinero. Otra Patricia que está enferma.
Y por tantos otros chilenos en cuya defensa se alzaría al verlos maltratados, marginados, postergados.
sábado, abril 07, 2007
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